Capítulo 20

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Capítulo 20: Una navidad no muy navideña

Por fin concluyó el trimestre, y sobre el colegio cayó un silencio tan vasto como la nieve en los campos. Más que lúgubre, a mí le pareció tranquilizador, y me alegró que Harry, Hermione, los Weasley y yo pudiéramos gobernar la torre de Gryffindor, lo que quería decir que podíamos jugar al snap explosivo dando voces y sin molestar a nadie, o podíamos batirnos en privado. Fred, George y Ginny habían preferido quedarse en el colegio a ir a visitar a Bill a Egipto con sus padres. Percy, que desaprobaba lo que llamaba su infantil comportamiento, no pasaba mucho tiempo en la sala común de Gryffindor. Ya les había dicho en tono presuntuoso que se quedaba en Navidad porque era el deber de un prefecto ayudar a los profesores durante los períodos difíciles.

Amaneció el día de Navidad, frío y blanco. Hermione saltó sobre mi cama deseándome una feliz navidad.

—Gracias, Herms —agradecí con una sonrisa—, pero ahora déjame dormir —dije dando media vuelta y cubriéndome con la colcha.

Me destapó y me volví a tapar, así unas tres veces más.

—¡Déjame dormir en paz, maldita sea! —estallé.

—Mal, que tengo un regalo para ti —dijo levantándose de mi cama cruzando la habitación.

Vi por el rabillo del ojo como Hermione sacaba un paquete de su baúl, junto a otros dos. Volvió hasta mi cama y se sentó en la punta entregándome el regalo. Me incorporé tomando el paquete tan bien envuelto.

—¿Qué es?

—¿Qué gracia tiene que lo haya envuelto si te dijo que es? —respondió obvia.

Abrí el regalo con delicadeza. Era una maceta llena de tierra. Miré a mi amiga confundida.

—¿Gracias?

Negó con la cabeza.

—Es para cuando puedas crear una planta por ti misma, más que un regalo para ti es para mí —fruncí el ceño y decidió explicarse mejor—. Has una planta bonita, una flor, lo que quieras y luego me la regalas. Si te parece bien. ¿Sabes qué? Ha sido una idea espantosa, no sé como se me ha ocurrido una estupidez como esa —dijo tapándose la cara con las manos avergonzada.

Le sonreí tranquilizadoramente dándome cuenta de mi semblante serio que tenía segundos antes, provocando eso su angustia. Coloqué mis manos sobre las suyas apartándolas de su rostro.

—Herms, es el mejor y más original regalo que me han hecho jamás. Gracias —dije sonriendo.

Sus labios se curvaron hacia el cielo y se rio.

Me levanté emocionada de la cama y fui a buscar su regalo. Se lo entregué y esperé impaciente. Abrió despacio el paquete y de él sacó un portalápices.

—Es justo lo que necesitaba. Gracias.

—Me fijé en que siempre andas con las plumas esparcidas por todas partes —comenté burlona.

—Vístete, que iremos a despertar a Ron y Harry —me volvía a cubrir con la colcha—. ¡Vamos!

Solté un gruñido y me destapé. Restregué mis manos por mi cara. Me vestí con el jersey de Mamá Weasley y acompañé a Hermione a la habitación de los chicos.

—Sabes que no podemos estar aquí, ¿verdad? —cuestioné subiendo por la escalera.

—No hay nadie más.

Entró por la puerta sin llamar y despertó a Harry y Ron, los únicos que quedaban en el dormitorio.

—¡Despertad! —dijo en voz alta, abriendo las cortinas de la ventana.

MALIA COLLINS Y EL HEREDERO DE SLYTHERINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora