Capítulo 41: "♫Susurros en la noche♫"

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Léa y los demás ahora se habían topado con una nueva pista. Entendieron que el relato de Gaikoz les hacía saber que Hakim Vitali no era su principal enemigo, y que ese al que denominaban como "demonio", era un problema mucho mayor que el mismo rey de los zorros. Tal vez no estaba claro el papel que el otro tenía en parte, pero seguramente era una posibilidad de que fuera el responsable del estado de aquel albino, más no podían asegurarlo, por dos razones: no había a quien preguntárselo, y el único testigo de ello, tenía un Croma en su lengua.

—Lamentablemente no podemos hacer mucho, eso, a pesar de que tengamos sospechas de que él es el culpable del estado de Zaid tanto como el de Hakim Vitali —explicó la princesa.

—En ese caso, sugiero que descansen. Si hoy el día no se presta para resolver el entramado que tienen a sus pies, pues entonces otro será —comentó el dragón.

—¡Es un buen consejo, gran sabio! —declaró enérgica la rubia.

—Entonces no nos queda de otra que descansar, por eso les digo de mi parte, buenas noches a todos —saludó cortésmente Iris a sus allegados, y se volteó a la dirección contraria a la de ellos para empezar a dormir, pero antes, le dedicó una miradita a Alik, la cual éste notó, sin mencionar que, la presencia del más alto (sacando la situación de antes) le molestaba levemente por todo lo ya ocurrido.

—Buenas noches —declaró Alik al aire, pero con un tono más bien tímido, y se inclinó a mirar a la dirección contraria a la de Iris.

Por parte de Diamant, ella ya estaba en el séptimo sueño mucho antes de que terminara la charla, pues el cansancio le había trepado hasta llegarle a los huesos. Ni hace falta aclarar que Zaid seguía en su mismo estado, y que la princesa Léa, le echó una mirada a las galaxias que cernían sobre sus cabezas, antes de terminar por ceder.

El ambiente se mostraba tranquilo. Los grillos eran los únicos que se escuchaban al igual que los búhos de vez en cuando, y alguna que otra movida por parte de otras especies. Quizás era el clima, que se tornaba otra vez pesado respecto al calor, pero en realidad, la verdad, era que Alik no lograba conciliar el sueño una vez más. La culpa era su principal inconveniente, pues aunque cerrara los ojos, aquella mirada que le dedicó Iris momentos antes, le hizo recordar su falta, es decir, aquella que llevó a cabo en el acantilado a la enana. Su orgullo no le había permitido disculparse, pero ahora que todo estaba acompasado, su mente se aclaraba, y dejaba salir al chico dulce que poseía muy en el fondo. Estigmatizado por aquella expresión, y movido por sus nobles sentimientos de "compañerismo" hacia su persona, se sentó con cuidado sobre la tierra, allí, se levantó provocando el menor ruido posible, y fue a donde estaba la pequeña, a quien con delicadeza, empezó a agitar gentilmente desde su hombro.

—Oye, mocosa, despierta —las palabras de Alik, aunque eran ofensivas, el tono que usaba le daba un pequeño matiz de ternura.

—Diablos... Alik, ¿qué quieres? —despertando de un descanso que no llegaba a ser muy profundo, pero costoso, la pelinegra se dirigió al guapo chico, quien no dejaba de importunarla incluyendo a esas horas. En los ojos añiles de la muchacha, se expresaba el desdén bien ganado, pero Reverse, no se dejó sucumbir esta vez por esa expresión, así que la tomó por su muñeca para sacarla de su improvisada cama, luego se la llevó consigo más adentro de la montaña, y sin un rumbo fijo al cual acudir, pues ni él mismo sabía a dónde quería llegar.

—¡Qué estás haciendo! —gritó pero el otro que era más alto que ella, le tapó los labios con su mano.

—¡Shh! ¡No grites! ¡Esto es entre tú y yo, así que cállate! —le chistó en primer lugar, más tarde le susurró lo otro. Su caminar no se detuvo hasta que llegaron a un sitio poco frecuente, el cual tomó por sorpresa a la pareja.

Note Max ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora