Capítulo 70: "♫Cortinas color petróleo♫"

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Sé que estoy en lo correcto cuando digo que todos poseemos un amigo que apenas y está en problemas, deseamos ayudarlo a superar sus mismos demonios o, al menos, darle un empujón que le otorgará las alas que lo impulsarán a los cielos, aunque también, hay que tener en cuenta que en ciertas ocasiones, nuestra ayuda es completamente desechada debido a su insaciable deseo de mantenerse en la oscuridad, por lo que podríamos decir que eso le pasaba a Samael, quien estaba cegado por su avaricia sumada a sus más ruines como desequilibrados sueños.

Aún estando a merced de la voz de su amo, Samael tuvo que tomar una decisión bastante drástica para volver a tener el control de la situación. Mientras Hakim se mantenía centrado en su canto, el lobo de fuego sacó de entre sus ropas el último micrófono que le quedaba, y con gran esmero, fue poniéndose de pie, dejando así impactado al hombre que lo había criado. Sin poder creer lo que veía ese zorro, salió rápidamente de su sorpresa para volver a concentrarse en lo que verdaderamente importaba, pero sí hubiera prestado más atención a las acciones de su allegado, quizás podría haber previsto su proceder. El líder de la capital de Legizamon lamentaría tal descuido, especialmente cuando vio que su lacayo arrojó el último micrófono de Astair, a sus pies, logrando así que éste se partiera y soltara su miasma.

—¡Qué has hecho Samael! —gritó espantado el zorro, quien terminó cubriendo la mitad de su rostro con su antebrazo inútilmente.

—¡Qué idiota has sido Hakim! —al fin había logrado incorporarse por completo después de haber detenido el intento de purificación de su amo—. ¡Hay muchas otras formas de usar los micrófonos de Astair! —se carcajeó con vehemencia.

—Cómo... puedes hacerle... esto a tus amigos —Hakim cayó de rodillas mientras el mismo humo lo atravesaba y se adentraba en sus venas de forma inevitable, comenzando así éste a arrebatarle su juicio nuevamente.

—¿Qué cómo lo hago? Quizás suene simple, pero ya ves los resultados. ¡Puedo hacerlo todo! —aseguró estirando su mano hacia su amo, quien ya había absorbido toda la nube dañina que lo corrompería otra vez—. Ahora vamos... ¡dime lo que realmente deseas, mi amo! —las pupilas de Samael se contrajeron, y vio a un tembloroso Hakim, el cual luchaba con desesperación por no dejarse poseer, pero su tarea se volvió imposible, ya que su aura azulada fue engullida otra vez por esas sombras, despertando así a un hombre completamente bañado en penumbras.

—Lo que deseo... —sus piernas no dudaron y enderezaron a ese albino que en un principio estaba mal logrado, pero que ahora, se veía aún peor. Sus córneas se tiñeron de un amarillo opaco como aterrador, mientras que su iris se transformó en un círculo completamente oscuro—. ¡Quiero destruirlo todo, Samael! ¡Llevame frente a Léa Milenios! —ordenó con desesperación—. ¡Voy a hacer que se arrodille frente al nuevo Dios de este planeta!

La estrategia de ese demonio había sido todo un éxito, y no escatimaba en ocultar su júbilo en ello, es por eso, que una enorme carcajada salió desde lo más profundo de sus entrañas para luego responder con emoción.

—¡Por supuesto! ¡Sus deseos... son los míos propios! —la voz de este incordioso ser se perdió en un cambio de escena.

En el magnífico reino de Shion, miles de seres de todas las razas ya vistas y ocultas en esta historia, empezaban a llegar al tan majestuoso castillo en el que había comenzado todo, ya que los rumores se habían propagado bastante bien, gracias al buen manejo del capitán Melba. Dentro de la extraordinaria edificación, los seres mágicos se preparaban para la extravagante batalla que definiría el destino del mundo al que pertenecían, y debido a ello, se podían ver muchas caras conocidas entre la muchedumbre.

—Al parecer esto es enserio —dijo con preocupación Galeo, líder de los magos de Serdonía, quien miraba a los alrededores notando la gran cantidad de gente.

Note Max ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora