Capítulo 49: "♫Las notas que no funcionan♫"

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El reino de Kimail, también conocido como el hogar de los vampiros, se autoproclama a sí mismo, como el archienemigo de los licántropos. Sin embargo, aunque su historia hable de un pasado intenso, no quita la buena voluntad de su pueblo. Es así que, nuestros allegados, volvieron sobre sus pasos saliendo del bosque de lianas arrastrando sobre sus hombros, su entusiasmo regado por los suelos. El golpe de perder a Iris los había atravesado con firmeza, y aun así, la princesa Léa encontró las fuerzas como para llevar a su grupo a un hotel, en el que más tarde se resguardaron de la lluvia, ya que el intenso temporal seguía su curso, y cada quien parecía estar en lo suyo, especialmente Zaid, quien no permaneció más de veinte minutos en el lugar, e indiscutiblemente, se lanzó otra vez a esa cárcel en la que se encontraba Iris. En cuanto a la heredera de Shion, no le entregó ninguna aprobación en su momento aun después de hablarlo, y en vez de optar por lo seguro, el zorro igualmente hizo lo que quiso. Ahora bien, el chico de rubios cabellos no se internó solo a esa trampa, pues fue acompañado de unos elfos de luz que habitaban en el sitio, y que minutos atrás, les dieron indicaciones a nuestros protagonistas de cómo salir.

—¿Por qué le dejaste ir? —preguntó Alik. El guaperas del grupo, decidió apoyarse en una de las paredes de la habitación en la que se encontraban, mientras que Diamant probaba afinar su guitarra; probablemente para ella eso era una buena distracción de lo que sucedía.

—Alik, eso no hubiera importado —le hizo saber la princesa, la cual miraba a través de la ventana cómo se alejaba su amigo en lo que soltaba un profundo suspiro.

—No me hagas reír —mencionó entre dientes—. ¡Se supone que eres nuestra líder! —gritó él separándose del muro.

—¡Sé eso perfectamente! —volteó ella violentamente hacia el catalizador, e instintivamente el chico se encogió de hombros, y la Gata Persia en consecuencia se detuvo en su labor—. Mañana mismo iremos a investigar al pueblo para encontrar alguna forma de ayudarla. Por ahora, estamos limitados, así que esperaremos a que la tormenta pase, y de ahí, actuaremos.

—¡Si sigues con esos planes tan pasivos! ¡No nos llevarán a ninguna parte! —ante la acalorada discusión, Diamant aprovechó para lentamente, deslizarse fuera de la habitación, llevándose así consigo, sus orejas como cola erizadas, y dejando por supuesto, a estos dos seguir con su drama.

—Nya... no puedo con ellos nya —dijo ella desapareciendo de la escena.

—¿Y qué me dices de ti? ¿Eh? ¡Siempre me persigues, y estoy harta! ¡Iris es quien se supone se disfrazó de mí hace años atrás, y siquiera fuiste lo suficientemente listo como para darte cuenta de eso! ¡Deberías espabilarte, y entender que tus acciones hacia mí no tienen sentido! —le reprochó llevándose una mano al pecho indignada, pero en cuanto se dio cuenta de su error, ésta se desvió junto a la otra a sus labios espantada.

—¿Qué has dicho? —Alik no podía creer lo que escucharon sus oídos. De alguna forma, la desastrosa discusión acorraló a su alteza, cometiendo así una fatalidad, la cual fue decirle el secreto de su amiga, que a su vez desveló otros misterios que Iris jamás le hubiera dicho a ese catalizador de pacotilla. Mientras tanto, Zaid se encontraba yendo aún hacia las profundidades del bosque de lianas siendo acompañado por aquellos elfos.

—¡Señor Zaid, es mejor volver! ¡Podrá regresar mañana cuando el clima se haya calmado! —declaró uno de la raza antes mencionada. La presencia de estos individuos se debía, no solo al hecho de haberles dado direcciones al respecto, sino porque también se encontraban merodeando los alrededores debido a que se preocuparon por los viajeros, de ahí que ahora lo acompañasen.

—¡No puedo! ¡Iris... ella lo es todo para mí! —Zaid recordó las palabras de Alik, las cuales fueron: "Precavido o no, deberías mantener ese comportamiento tan molesto que tuviste en el acantilado"—. ¡Voy a afrontar todo como realmente soy yo! —los elfos se miraron entre ellos, y sonrieron a pesar de no entender el sentido de su última anunciación, por lo que siguieron su camino hasta llegar a Iris, en donde la muchacha se encontraba tranquilamente suspendida entre esos látigos engorrosos, mientras la lluvia se precipitaba sobre ella y los demás invitados, provocando que sus ropas se pegaran a sus cuerpos, dejando así a la vista pequeñas huellas de la tersa piel de los allí presentes.

Note Max ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora