Capítulo tres: mi fortuna.

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Sus manos no volvieron a entrelazarse de nueva cuenta después de aquel día. La distancia entre ellos se había prolongado sólo para sentirse en la seguridad de una verdadera amistad, los abrazos largos y las caricias en las mejillas se hicieron nulas. Pero no evitaban extrañar el contacto, demasiado acostumbrados a sus leves caricias amistosas.

Diciembre 18 del 2018.

1:29 p.m

Jungkook apretó el cigarrillo entre sus labios. Podía sentir el calor recorrer su tórax. Apoyó su cabeza en el tronco y golpeo una y otra vez.

Ese pequeño avance que habían tenido hace dos meses lo habían desechado. Ahora notaba con mucha más claridad, qué intenciones tenían las personas que rodeaban a su menor, y por supuesto era que, la mayor parte de ellos querían ese algo más. El más que Namjoon no estaba a dispuesto a darle a ninguno, que él había dejado claro pero que ellos no habían tomado en serio.

Solo, ahí, en la copa de ese árbol, debía quedarse mirando como dos chicas bonitas se acercaban al castaño, una entregando tímidamente un sobre rosa y un recipiente, —podía oler el chocolate desde donde estaba— frunció su ceño cuando él lo recibió y les sonrió tan amable que para cualquiera podía parecer interés mutuo, cuando sabia, era solo cortesía.

Es tan guapo, y su sonrisa es tan linda..., ah.

—Gracias, noonas, no era necesario —murmuró, mirando detenidamente la tapa del recipiente; Jungkook rió, Namjoon estaba hambriento.

—Oh no, todo eso es de Solar, yo no tengo nada que ver —replicó la pelinegra, sonriendo—, pero ella me dijo que eras lindo así que vine a comprobarlo y aquí estas. Ciertamente adorable.

Yongsun abrió sus ojos, golpeando el hombro de su acompañante—. ¡Moon! —chilló, con su rostro rojo por la vergüenza—. Lo siento, Namjoonie-ssi, uh, espero que te guste el postre —dijo empujando a su mejor amiga lejos, sonriendo incómoda—. Avisame si, uhm, ¡Lee la nota y hazme saber tu respuesta! —pidió antes de salir corriendo. Mierda. Mierda. Mierda. ¡Te voy a asesinar, Moon Byul-yi!

Namjoon rió, abriendo el recipiente, alegrandose de comer algo después de su ardua sesión de estudio para el examen que aplicaría en menos de quince minutos. Mientras se alimentaba, revisaba su celular.

¿Por qué no me ha respondido? ¿Me estará ignorando?

La mente de Jungkook hizo click en ese momento. Esa era la razón por la que no sentía su celular anunciando notificaciones a diestra y siniestra. Su niño pensaba que lo ignoraba cuando lo que realmente hacia es no perderlo de vista, como un centinela cuidando su "territorio". Sacó el celular de su bolsillo y marcó el número; la llamada entro al celular del menor justo cuando él se disponía a guardarlo.

—¿Qué tal todo en la escuela, bebé?

Sonrió al notar la sublime sonrisa en el rostro de su Namjoon. Aunque no lo admitiera a activa voz, Namjoon amaba que el pelinegro le llamara así.

—Tenía hambre, una amable chica me regalo un postre de chocolate —contó.

—¿Ah, sí? ¿Y por qué?

—Porque las personas amables hacen cosas buenas por la gente.

—Así que le gustas...

Namjoon rió—. ¿De dónde viene esa afirmación?

—Ninguna chica da un postre porque sí, Joonie. ¿Qué mas te ha dado?

—Un sobre —murmuró, jugando con el tenedor en su mano.

𝗲𝘁𝗲𝗿𝗻𝗮𝗹 𝗹𝗼𝘃𝗲.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora