Antes de Todo, Parte 2: Corazón de luz

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Si existe algo más rápido que la luz, es la sombra y su oscura presencia. La luz por donde quiera que pase nunca se encontrará sola, pues en todos lados la oscuridad ya estuvo un paso más adelante que ella... La luz se creó para acabar con el reinado de las tinieblas, mientras que las tinieblas buscan recuperar su lugar.

Una batalla sin final, o al menos eso se creía por años, hasta que, de una vez por todas, este acto histórico terminó con su eternidad, y quien se quedó con la victoria tomaría también el trono en el mundo y reinaría por siempre, siendo ella quien manipulara a su gusto.

La lógica dice que las cosas no son más que representaciones hasta que se demuestre lo contrario, como el novio que dice amar a su novia cuando en realidad no lo demuestra. Pero esta no es la lógica del mundo que todos conocemos, pues el mundo para estos dos chicos se centraba en lo que conocían como hogar... y era su hogar aquella solitaria montaña en donde su cueva se hallaba entre las sombras, y además llena de telarañas. Aquel refugio detrás de las cortinas de agua a la que todos le llaman cascada.

Un día cualquiera antes de todo...

Narra Shydes

Estrellas, estrellas y oscuridad, si mi corazón decidiera de qué estar lleno, sería de estas dos simples cosas, porque no hay nada mejor que luz y oscuridad en un solo lugar.

El nocturno cielo era mi compañía en aquel silencio dominante de mi vida entera, para mí era lo más importante; siempre he creído que todo, aun siendo el más estruendoso escándalo, tiene su propio silencio, uno especial y maravilloso que, si sabes distinguir y no eres ignorante, te inundará de tranquilidad el alma.

Estaba solo en aquel silencio, como dije antes, el firmamento era mi única compañía. Mis pensamientos podían escucharse con un pacífico eco que resonaba dentro de aquel profundo mar de tinieblas que llamo mente.

Luciérnagas iluminaban aquel paisaje, la cascada caía en una perfecta cortina de fresca y pura agua la cual terminaba acumulada en una profunda piscina natural que lucía un cristalino brillo con aquella majestuosa combinación de colores azules, en especial el turquesa y aqua en aquellos tonos oscurecidos por los escases de luminiscencia. Alrededor las grisáceas rocas cubiertas de un musgo color esmeralda, el cual, al igual que todo alrededor, se veía oscurecido por la poca iluminación producida por la luz blanca y opaca de la luna y estrellas.

Podía disfrutar de aquella soledad, del frío de esa noche estando en mi más profundo punto de tranquilidad en el sosiego de esa roca musgosa que me servía de asiento.

«Y es que la vida puede ser una luciérnaga... Un segundo es la más brillante de todas, y al otro no tiene brillo alguno que la distinga de las otras.»

Metáforas llegaban a mí como meteoritos cayendo hacia mis adentros mentales, involuntariamente mi cabeza siempre se encuentra llena de aquellos pensamientos alegóricos haciendo alusión a la verdad de las cosas dejando por muy de lado la hipocresía sometida a su baile de distinguidas mascaras bien decoradas.

Y así estaba yo, solo hasta que ella llegó una vez más, siempre pasábamos juntos una noche de cada semana y era así porque se nos tenía prohibida cualquier relación o sentimiento el uno por el otro... Ella se escapaba para verme.

― Hola.― Me saludó con una tierna y dulce voz después de unos segundos de sentarse a mi derecha.

― Hola.― Correspondí el saludo con la misma ternura.

― ¿Pensando?― Preguntó ella mirando a las estrellas.

― No.― Negué con una sonrisa.― Amando.

― ¿Y qué amas?― Preguntó con un leve rubor en sus mejillas.― ¿La noche?

― No...― Se formó un silencio.― A ti.

Sonrió y sus mejillas se sonrojaron tanto que se asemejaban a un suave algodón pintado de un tenue color rojizo similar, apenas un poco, al rosa. Fue inevitable contagiarme de su sonrojo por lo cual sonreí junto con ella, después la tomé de la mano y la miré a los ojos.

― Dime, corazón poeta.― Sonrió al hablar.― ¿En qué te inspiras?― Me preguntó acercando levemente su rostro hacia mí.

― En la mejor maravilla del mundo.― Me acerqué sintiendo cómo mi corazón se aceleraba.

Mi respiración se agitó un poco y mi piel fue cubierta por un escalofrío que me hizo liberar un leve jadeo. Su rostro estaba cada vez más cerca de mí y solo recorrí con mi mirada cada facción de este, me posaba en sus labios y luego en sus hermosos ojos, aquellos de color violeta que tanto me encantaba admirar.

― Suena a que es muy importante para ti.― Murmuró y pude sentir el roce de sus labios sobre los míos haciéndome desear estos cada vez más.

― Puedo apostarte a que lo es.

Y fue al término de esta frase cuando nuestras respiraciones dejaron de chocar para hacerse una al mismo tiempo que nuestros labios estaban juntos en aquel sello, ese lazo de amor verdadero que mostraba cariño a nuestros corazones y amor a nuestras almas.

«Un beso, por más pequeño que sea, es la luz que ilumina al corazón de una sombra.»

Narra Lumitiny

― Eres tan perfecto, tu corazón, tu alma..., toda tu esencia y cada parte de ti lo es.― Murmuré mientras le veía a los ojos.

Aquellos ojos de color rojizo son para mí una maravillosa sensación a la hora de observar. Mi corazón se acelera y mi respiración se corta al igual que mi voz y solo pienso en tenerlos frente a mí cada noche.

― La perfección no es algo que vaya bien conmigo.― Respondió con su hermosa sonrisa.

― Eres perfecto.― Repliqué.

― No más de lo que lo eres tú.

Después de unos minutos de hablar y sentir a la luz de la luna, caminamos un rato por la orilla de aquella cristalina piscina de agua que de la cascada se nutría. Las luciérnagas volaban por todos lados iluminando nuestro paso y acompañando el agarre de nuestras manos.

El tiempo pasó y las horas se hicieron nada, ahí estaba yo, sola una vez más esperando a que aquellos rayos de sol que faltaban, se asomaran por completo y convirtieran lo que fue una noche maravillosa en una mañana desolada.

Él y yo siempre teníamos que separarnos por otros ocho días más al predominar la luz sobre la oscuridad, solo me quedaban sus recuerdos y el sabor de sus labios, aquellos labios pálidos que erizaban mi piel con cada roce que producían sobre mi piel, en mi cuello, mis mejillas y luego mis labios.

A partir de los primeros rayos de sol solo debía volver a esperar, para que aquella noche se hiciera presente una vez más y reinara sobre nuestro amor una eterna y, al mismo tiempo, interminable oscuridad.

Lo que sí puedo asegurar es que aquel beso fue en verdad inolvidable y tan diferente a cualquier otro que hayamos tenido él y yo. Sentí cómo una extraña pero maravillosa sensación recorría mi cuerpo y me helaba incluso hasta el alma, fue un beso en el que me entregó por completo su corazón.

«Un beso sincero, por más desastroso que pueda ser, siempre te llenará el corazón con un nuevo brillo de luz.»

A la Sombra del Brillo de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora