Antes de Todo, Parte 3: Manzana mata manzano

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A la noche siguiente, Lett y Tian se encontraban sentados sobre aquel árbol que tanto ella ama. Comían manzanas, ella lloraba al ver las estrellas pues ese día se dispuso a no hacerlo ya que sabía lo que ocurriría, no quería dirigir la mirada al eterno firmamento pues este le recordaría todas y cada una de las aventuras, risas, y, sobre todo, aquellos sentimientos que compartían juntos creyendo que nunca terminaría.

La noche es silenciosa, las estrellas callan lo que la luna oculta penosa mientras se esconde detrás de las escasas nubes anunciantes de una fresca lluvia. El viento soplaba gélido haciendo que el pasto se inclinara con aquellas ráfagas de aire produciendo un suave sonido al rozar ambos.

Entre tantas cosas que se podían percibir en aquel momento, estaba una que rompió el ambiente tranquilo de la hermosa brisa de aquel sosegado valle a la frescura del viento. Todo se rompió con el sonido de una escalofriante risa demoniaca proveniente de una oscura silueta, pronto esta se veía acompañada de otra silueta similar a ella, pero sin cuerpo físico, no era más que una sombra.

Y de la nada, en un abrir y cerrar de ojos, dentro de ambos todo se destruyó.

Narra Lett

Corría despavorida por todo aquel valle, no sabía qué dirección tomar, no había nada que pudiera ocultarme en este lugar pues los árboles eran pocos y rocas apenas habían. Mi única opción era correr entre los pastizales y flores privando de la serenidad a todas aquellas luciérnagas que a mi paso alumbraban el camino que cruzaba.

Escuchaba las pisadas de mi perseguidor, mi respiración se agitaba y me lamentaba mil y millones de veces el que no pueda ser más rápida de lo que necesitaba en esos instantes. Me siento cansada, sola y acosada. Como si fuera una mariposa enfrascada entre paredes de cristal, luchando por salir y logrando absolutamente nada.

Miro hacia los lados, veo a Tian ser perseguido, corre, pero este no se muestra horrorizado por la situación en la que nos encontramos ahora, lo hace seguro de que será una victoria más a su lista tal y como si jugáramos de nuevo a las atrapadas.

«Soy más rápida que tú, soy más rápida que tú.» Repetía en mi mente tratando de imaginar a Tian como mi perseguidor y que este escenario era solo otra noche en la que corríamos y saltábamos de un lado a otro entre risas, rebozando de alegría, sin preocupaciones de nada. Y pensar que apenas en la noche anterior todo era perfecto, solo nos quedaba una noche, las que se convertirían en miles y millones dependiendo de que ocurriera al final.

Si lograba huir serían noches de paz y diversión. Si no escapaba de las garras del lobo, este con aullidos a la luna me volvería su esclava de por vida.

― Lárgate de aquí y déjame en paz.― Grité sin perder el paso.

― Mejor tú deja de complicar las cosas.

― No me entregaré a tus colmillos.

― Lo dices como si se tratase de un secuestro. Tú naciste para esto.

― Pero yo nunca quise esto.

― Entonces será un secuestro.

La luna alumbraba con su gran esplendor aquella noche de persecución, terminé por adentrarme en el bosque que había cerca de ahí. La luz poco a poco se iba perdiendo pues los rayos de la luna no llegaban a penetrar por completo aquellos suelos en los cuales crecían las raíces de aquellos árboles.

Narra Tian

Terminé por perder de vista a Lett al cruzar el umbral del bosque. «Los árboles son testigos del tormento de todos.» Pensé muy dentro de mí mientras corría sin mirar atrás. Me sentía cansado y derrotado, pero no me rendiría tan fácilmente, ella tiene más que toda la razón... Intentando no se pierde más que el tiempo que nunca fue tuyo.

La sombra que me perseguía personalmente a mí era difícil de burlar pues esta no poseía en absoluto un cuerpo físico y al ser la fase nocturna del día esta no tendría debilidad alguna de a que me pudiera fiar para escapar de sus garras y salvar esta vida que nunca me perteneció.

En todo el lugar se podía sentir aquel abrumador silencio de la noche que al mismo tiempo era asesinado entre los colmillos de nuestros asechadores, pasos por detrás de mí me hacían pensar miles de cosas y entre ellas estaba la muerte, no sabía que esperar precisamente de todo aquello pues las posibilidades de vivir eran cada vez más erradas respecto a cantidad y eran menos con cada segundo que pasaba.

Veía los arbustos y siniestros árboles quedarse detrás de mí con cada paso, pronto volví a encontrar a lo lejos la silueta de Lett huyendo de aquella sombra que la persigue, la cual, a diferencia de la que me acosa a mí, tiene un cuerpo físico pues esta no se ve traslucida.

Seguí aquella persecución con mi vista mientras yo aún corría, desvié preocupado la mirada hacia atrás y noté otras sombras más con diversas formas, todas dispersándose por todo el bosque con una sola idea en mente, o lo que sea que tengan esa oscura cabeza de aire, atraparnos a toda costa.

Me distraje por completo mirando las extrañas siluetas negras, todas en estampida, que no me di cuenta de que mi camino se cruzó con el de mi acompañante de cada noche, sonreí de felicidad por aquello y cuando estaba a punto de decir algo ella me tomó del brazo y comenzó a correr con mayor velocidad, estábamos dejando atrás todo aquello cuando en mi cabeza, y apuesto a que también en la de Lett, una voz de un chico joven con un leve toque de ultratumba comenzó a retumbar mi mente con sus palabras.

― Uno nunca se rinde mientras tenga una sola razón por la cual pueda vivir más de la cuenta.

Mi rostro revelaba sorpresa ante aquello pues no sabía que creer o pensar.

― Siempre que tienes una razón para vivir... llega el estúpido que te lo arrebata de tus manos con aquellas sucias garras y colmillos de lobo feroz.

Giré un poco la cabeza para mirar a Lett, mi respiración mostraba lo cansado que estaba y la velocidad a la que latía mi corazón.

― Yo soy ese estúpido y maldito lobo feroz.

Sin darnos cuenta de cómo ya nos encontrábamos de nuevo en el umbral del bosque, pero esta vez de salida, a lo lejos Lett, enfurecida, notó el manzano sobre el cual siempre nos sentábamos, pero al segundo su cara mostró tremenda preocupación.

― Y les quitaré su razón de vivir.

Ella gritó despavorida mientras observaba la escena de como nuestro único hogar era destruido y arrebatado.

El árbol cayó encendido en llamas iluminando como antorcha gigante toda la zona, su mirada de aquel sujeto era siniestra, una sonrisa maquiavélica acompañaba su rostro. Levantó una mano donde sostenía la que parecía ser la última manzana de nuestro árbol.

― Manzana mata manzano.

Dicho aquello, se río como lo haría un maldito y tiro la manzana la cual rodó hasta llegar a nuestros pies y esta estaba destrozada, marcas de garras a su alrededor y cubierta de cenizas.

Me derrumbé junto con ella, y nos quedamos ahí, aceptando nuestra derrota, rodeados de todas aquellas sombras de diferentes formas que, poco a poco, a nosotros se acercaban.

A la Sombra del Brillo de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora