Antes de Todo, Parte 5: Lo que la luna calla

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Dicen que los sádicos se alimentan y sacian con el sufrimiento de otros convirtiendo de su dolor el mejor de todos los festines. Pues indudablemente aquello es más que irrefutable, un cruel solo busca inundarse en las lágrimas de cualquier otro y disfrutar de cómo se ahoga sin dejar de sonar aquella risa maldita.

Pero, ¿no acaso todo malvado tiene su razón de ser cruel? Un pasado tan despreciable para ellos como ellos lo son para nosotros.

Dolor, rencor, odio, ira, miedo, desilusión y sentimientos destrozados como una jarra de cristal tirada al suelo. Cada fragmento de una frágil persona es un sueño roto dentro de su corazón y alma negra.

Ahora solo hay una cosa que saber, toda acción siempre tendrá aquella consecuencia que le acompañe de por vida.

Narra Lumitiny

Después de tanto tiempo, estaba angustiada y doliente por la pérdida que aquel incendio me arrebató, solo me la pasaba encerrada en aquella solitaria madriguera a la cual llamaba habitación, siempre viviendo en una casa construida debajo de la tierra, por mucho tiempo sola entre aquellas cuatro paredes.

No había rastros de ellos, solo cenizas de manzanas, hojas y carbón de madera. Sentía los gritos de ambos en aquel lugar como si se tratase de la más trágica escena que jamás haya existido.

Estaba tan distraída cuando irrumpió en mi habitación, me secuestró, me ató y me cubrió la boca con una pegajosa hoja que no permitía liberar todos aquellos gritos. Lo último que vi pasar frente a mis ojos fue una espada de madera espinosa cubierta de sangre, esta estaba en posesión de una negra silueta humeante de brillantes ojos vacíos. Lo último que sentí fue mis ojos cerrarse y el tiempo perdido, me sentía angustiada y doliente por las dos perdidas que había tenido... Ellos y la vida. O al menos, eso creía.

Narra Tian

Nos tiene presos dentro de aquel oscuro lugar, han pasado quizás años desde que estamos aquí y solo sentimos nuestras almas largarse de nuestras vidas como la última hoja de un árbol al terminar el otoño.

No hay forma de escapar y solo nos tenemos el uno al otro, Lett no ha dicho casi nada desde que nos mantiene en este lóbrego y solitario lugar húmedo. Con tan solo analizarlo se podría llegar a la conclusión de que se trata de una cueva, pero la escasa luminiscencia no me permite distinguir bien así que podría igual tratarse de un calabozo e incluso podríamos estar encadenados dentro del propio tormento de nuestra infausta imaginación.

Después de unas largas semanas desde la última vez que nos vio para dejarnos atados con cadenas, pues las cuerdas eran muy frágiles para retenernos según su punto de vista, él regresó dejando ver sus refulgentes ojos pálidos con aquella maldita sonrisa de psicópata, se acercó hasta nosotros y nos desencadenó para después llevarnos a otro sitio donde la oscuridad tampoco era para nada favorable a nuestra vista hasta que la incandescencia iluminó aquel cuarto que efectivamente se trataba de una habitación en alguna cueva. Había muchas cosas raras por doquier, como si se tratase de un salón de ritos o algo parecido. Sabía que mi vida estaba ligada con este tipo de cosas así que no me sorprendía demasiado.

Había velas por todas las mesas de la habitación, un anaquel lleno de libros, se veían demasiado tétricos por lo que supuse se trataba de satanismo todo aquello que tenían escrito. Una enorme escotilla se abrió por encima de nosotros dejando pasar toda la luz de aquella luna roja, tan roja como la misma sangre y gracias a esa suficiente iluminación logré ver en el suelo un pentagrama satánico dibujado con sangre, Lett se asustó un poco pues temía a lo que sea que pudiera pasar...

Segundos después terminamos encadenados frente al pentagrama, ya era tarde para escapar.

El silencio de aquella noche era producto de la luna, ella sólo sería testigo de lo que sea que ocurriera y no haría nada para impedirlo, se mantendría callada por toda una vida.

A la Sombra del Brillo de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora