Preventivo

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Me llamo Ana, vivo con mi madre a las afueras de una ciudad. Últimamente mi vida ha cambiado bastante, aún no sé si para bien. Mi madre, Sonia, se ha casado de nuevo.
Tomás, su marido, y su hijo Roberto, vivirán con nosotras.

La boda se celebró la semana pasada, encantadora..., la wedding planner terminó hasta la coronilla de Tomás, él andaba tras ella exigiendo perfección absoluta, espero que el presupuesto valiese la pena para aguantar aquello.

Robert, así le llaman sus amigos, invitó a varios compañeros de su facultad, a penas nos cruzamos en toda la ceremonia, creo que le doy un poco igual.

Ayer mi madre y Tomás partieron de viaje, una luna de miel dando la vuelta al mundo, al despedirse dejaron bien claro que Robert quedaba al mando, algo que me pareció absurdo ya que sólo tiene 3 años más que yo... además, para el caso que nos hacemos mutuamente... supongo que hasta que vuelvan, ambos tendremos autonomía para hacer lo que queramos, alguna ventaja tendría que tener!

Hoy he quedado con mis amigas para ir a un pub nuevo, sin hora de llegada a casa, la noche va a dar mucho de sí...

Robert llama a mi puerta, pese a todo es muy educado.

- Pasa! - le digo aún en pijama, distraída, mirando hacia el armario abierto mientras elijo un vestido para esta noche. -¿Qué haces Ana?- Robert se detiene echado en el marco de la puerta, viste pijo, siempre viste así, me saca de mis casillas... hoy está inusualmente despeinado, es agradable verle sin tanta gomina en el pelo. - Elijo un vestido para esta noche, por? - sigo pasando mis manos por las prendas de ropa que cuelgan de las perchas, no me decido, quiero ir realmente imponente. -¿Cómo que por..? Recuerda que estoy al mando, sin mi permiso no sales.- Giro sobre mis pies, lo miro de arriba a abajo, le hago un mohín y me vuelvo de nuevo hacia el armario para seguir con lo que estaba haciendo, una vez de espaldas a él le contesto:- En serio? Tú alucinas... quién te crees que eres? Haré lo que me dé la gana, punto.-

Robert se queda callado, no dice nada pero se acerca a mi sigilosamente por detrás, no me doy cuenta hasta que le tengo justo encima, notando su aliento en la nuca. -Me parece que te voy a tener que explicar una cosa- me susurra a la vez que me coge por el brazo y me arrastra hacia la cama. Se sienta y al hacerlo, con la propia fuerza de su peso al caer, tira de mi, haciendo, aún no sé cómo, que caiga sobre sus rodillas boca abajo, me pone una mano sobre la espalda sujetándome firmemente, siento en él una autoridad que nunca antes había experimentado. Estoy paralizada, expectante, no le soporto pero al mismo tiempo me provoca intriga, le digo riéndome: -¿Se puede saber qué haces? ¿Estás mal de la cabeza? ¡Suéltame! ¡pero ya! - Robert me sujeta con más firmeza y me dice:- Desde que te conozco has hecho lo que has querido, sin consecuencias... ahora eres mi responsabilidad, si te pasa algo, tendré que responder por ti... de modo que, de manera preventiva... te explicaré cómo nos vamos a organizar estos días.- Pone una mano sobre mi trasero, lo va acariciando en círculos mientras me dice todo eso, apenas le escucho... mi atención se centra en su mano, en el tono de su voz, que, de repente, me resulta agradable, no entiendo qué me pasa... creo que me siento a gusto en esta posición y no entiendo nada. Robert sigue hablando y sin darme aviso me propina un azote, enérgico, en ese momento salgo de mi trance:- ¡Robert!, ¡Para!, ¡No tiene gracia!- Él me responde:- no es una broma para que tenga que hacértela, hasta la vuelta de nuestros padres, dado que estoy al mando, cada vez que me desobedezcas o no me pidas permiso para salir de fiesta, te pondré sobre mis rodillas y te daré unos azotes, si faltas a alguna de estas dos sencillas reglas, se incrementará la duración y la intensidad del castigo, lo has entendido?- No me salen las palabras, el corazón me late a mil por hora, ¿qué está pasando?, no puede ser, no... - Lo has en-ten-di-do?- repite Robert dándome un azote en cada sílaba.- Si si, lo entiendo, ahora ¡suéltame!- intento zafarme de la extraña prisión, apenas opongo resistencia, mi cuerpo habla por mí... piensa por mí... absurdamente se excita... -Un momento Ana, no tengas prisa, terminamos enseguida... - Robert vuelve a sujetarme con firmeza y ahora sí, me da 5, 10, 20 azotes rítmicos, firmes... no muy fuertes, lo suficiente para hacerlos notar... preventivos.

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