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Itachi se sentó en el piso, sus cachorros habían despertado y él estaba jugando con ellos, no negaba que aún permanecía nervioso por lo que había pasado, pero sabía que no podía hacer nada.

Aunque era fuerte no era más que un cachorro, un niño de casi siete años que ni sabía si iría a la academia o no, después de todo se buscaba que de preferencia los Omegas no se volvieran Shinobi's.

Eso se había debilitado debido a la guerra, pero ahora que la paz había regresado no se consideraba necesario que los Omegas de las generaciones futuras se volvieran ninjas, por lo que ya no era obligatorio para ellos asistir a la academia, de hecho era opcional.

La idea de quedarse en casa y estudiar ahí no le resultaba muy molesta, podría estar junto a sus cachorros y a diferencia de otros clanes los Uchiha tenían por regla que todos aprendían los conocimientos ninjas básicos, fueran educados en casa o no, era una medida de precaución en caso de que se desatará una guerra civil de tal magnitud que todos tuvieran que participar en ella.

Habían muchos puestos para Omegas en el clan Uchiha, eran muy liberales en ese tema, pues pensaban que mientras más personas se identificarán con su clan la posibilidad de traición se reducía, por lo que Itachi bien podría estudiar en casa y ser educado por algún profesor particular, Pará que cuando fuera el momento necesario se volviera parte de la Policía Uchiha.

Había estado seguro de ir a estudiar en la academia, pero después del incidente de esa mañana lo dudaba en gran manera, si estaba en casa podría vigilar de los cachorros en un 100% y aprendería muchas cosas, su padre era un hombre orgulloso y seguramente buscaría la forma de encargarse de su crianza junto con la de los cachorros.

– Me gustaría que te quedarás a vivir aquí Sakura-chan– dijo Itachi observando a la niña de cabellos rosa, sabía que lo de Hana ya era algo permanente, ella no volvería donde Hiashi y sus padres no planeaban dejarla sola en cualquier zona de la aldea, pero Sakura tenía madres que solo estaban ahí por Naruto, podrían irse en cualquier momento y sus padres no lo impedirían.

– Y Sasuke tampoco quiere que te vayas– dijo sonriente cuando notó que él pequeño Alfa se acercaba gateando a Sakura y le estiraba su mano.

— Los cuidas mucho Itachi— dijo su padre.

— Soy él Omega de la familia, tengo que hacerlo – dijo Itachi – Cuidarlos es mi deber.

Fugaku asintio, nunca logro entender la mentalidad de los Omegas, apenas y podía comprender lo que pasaba por la cabeza de otros Alfas, paso mucho tiempo junto a Hana y ni aún así logro comprender lo que pasaba por su mente cuando actuaba, unas veces se volvía benevolente y otras se volvía totalmente despiadada, recordaba muy bien como Hana atacaba a todos con su puño suave si hablaban mal de la manada.

– ¿Estás bien?– pregunto Fugaku– no me has dicho cómo te sientes.

– No se porque Hiashi-ojisan actuó así...
¿Es malo?

– Hijo algunas veces los adultos actúan de forma irracional porque están pasando por muchas cosas, tú sabes que por naturaleza y estima él no sería capaz de lastimarte– dijo Fugaku e Itachi asintio– Hiashi ha estado bajo mucha presión y en su desesperación por querer arreglar las cosas actuó de forma desacertada.

– Casi daña a los cachorros, yo no quiero que esté aquí– dijo Itachi, la presencia de su tío ahora lo ponía nervioso, no quería imaginar lo que era capaz de hacer a sus niños.

– Hijo cálmate, ahora estamos aquí– dijo Fugaku–¿Crees que dejaría que se acerqué?

– Sácalo de aquí, por favor– dijo Itachi –

– Una vez que Hana hablé con él, se irá–dijo Fugaku y noto como su hijo levantaba los hombros con tensión y algo de molestia– Itachi déjame ver tu cuello.

...

Sus ojos azules observaban a la cachorra frente a él, una linda niña de cabello azulino y ojos de tono perla, gateo hasta quedar cerca a ella.

No sabía porque, pero su presencia le calmaba, lo hacía feliz, así que era una especie de necesidad para él estar a su lado.

Te necesita. Dijo una voz dentro de él.

Sentía algo raro en la niña, como si estuviera apunto de llorar, no supo porque, pero lo que hizo calmo a la niña, gateo hasta llegar a su lado y estiró sus brazos para rodear a la pequeña, como eran cortos y no podía controlar su peso terminaron ambos acostados.

Pero la niña ya no estaba triste.

La Necesitas.

....

Continuará...



Manada- SasuSaku & NaruhinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora