Capítulo 17: Mentir para conseguir la verdad

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Lo de ayer todavía me tenía algo mareada. Menudas cosas podían hacer Jim con la lengua. Llevaba todo el día así. Se que es estúpido pero cada cosa mínimamente sexual que veía me recordaba a lo que había hecho con Jim anoche y entre el calor y mi calenturienta mente, me pasé todo el día colorada. Por desgracia no habíamos podido tener otro round sexual en lo que llevábamos de día porque hoy tocaba la ronda de turismo exprés por Atenas y cuando llegamos a las 7 a casa de los tíos, después de ver todo lo posible turísticamente hablando de Atenas, estábamos muy cansados, tanto que Jim decidió echarse una siesta. A las 10 teníamos una cena que habían organizados los tíos con amigos suyos y amigos de Eco y Diodoro.

Yo no tenia muchas ganas de dormir así que me senté en la entrada de la casa, donde había un banquito de piedra, con mi inseparable Kindle. Fue objeto de alguna que otra foto turística por todas las flores que tenia esa casa y que ahora me servían de narcótico, olían maravillosamente bien. Eco y Diodoro se sentaron un rato después a mi lado y me miraron expectantes. Tras decirles que Jim estaba durmiendo, pusieron cara de desilusión y les pregunte que para que lo querían, primer error. Querían practicar pancracio con James, comprobar si seguía acordándose de este tipo de lucha que provenía de la Antigua Grecia y a la que al parecer jugaban de pequeños. Accedí en lugar de Jim, les gustó la idea y nos fuimos al jardín de la casa a tirarnos los unos a los otros al suelo. Una hora después, yo estaba llena de hierbajos y verdín por todos lados y ellos parecían acabar de salir de la peluquería, era el gen James:

- Creo que deberías ducharte, menuda pinta.

- Sí, no sé cómo termináis tan perfectos.

- Eres una bestia, por eso terminas llena de mierda. – Tenían razón, yo no sabía jugar- Nos caes bien, nos alegramos de que Jim tenga una nov...amiga tan simpática.

- Gracias, vosotros también me gustáis, sois muy graciosos.

- Pensábamos que después de aquello iba a ser complicado...

- Eco- Diodoro llamó la atención de su hermano y en ese momento cometí el segundo error de aquellas noche, fingir que sabía de lo que hablaban.

- Lo sé, no os preocupéis.

- ¿Te lo ha contado? Si que ha avanzado, hace un año no podía ni mentar el tema. Fue una pena lo de Pamela, pero no fue su culpa.

- No para nada, estaba muy loca, iba a acabar mal tarde o temprano. - Así que la amiga misteriosa de Jim se llamaba Pamela y le había pasado algo. Empecé a sentirme mal por mentir y sonsacar así la información.

- Da igual, lo pasado, pasado está, voy a ver si ha despertado la marmota y a ducharme, gracias por la tarde de lucha chicos.

Había sido una cabrona siguiéndoles el rollo, pero tenía un sexto sentido que me decía que aquella tía era la clave de muchos de los problemas que James decía padecer. Con la mente puesta en otra cosa entré en la habitación me duché, lo besé, me prometió recompensas nocturnas tras la cena y yo seguí pensando en que era lo que me ocultaba. La cena fue divertida pero cuando tu cabeza va en otra dirección es complicado centrarse en lo que haces. Sabía que meterme en aquel tema me iba a traer problemas, que iba a desenterrar cosas que James no quería, tenía que dejarlo. Hay momentos donde sabes que la bomba está a punto de reventar y tienes la opción de darte la vuelta y taparte los oídos para no escucharla, pues yo decidí en los postres que iba a hacer eso. Claro que lo que yo decidiría no era muy importante ya que la bomba reventó en el justo momento en el que me fui a bailar con el tío. En ese momento no escuche nada, pero cuando fui a buscar a Jim lo encontré en el balcón de la primera planta mirando al infinito y algo me dijo que Eco y Diodoro habían hablado con él:

No le pidas peras al olmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora