Capítulo 9: Como nos ponemos

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No había pegado ojo en toda la noche. El trato me había dejado cao, loca, con la cabeza en el limbo, ¿Qué estaba haciendo? Yo no podía jugar a los amigos con derecho en las mismas condiciones que James, era más virgen que una monja, madre mía donde me había metido. James se levantó de lo más normal, me sonrió, se vino a mi cama y se tiró encima de mí para hacerme cosquillas, todo correcto y normal, como siempre. No estaba tan borracho como para no recordarlo ¿no?:

- ¿Has dormido bien?

- Sí.

- ¿No te perturba nada?

- No.

- ¿Nada de nada?

- Ali me acuerdo del trato. Hemos acordado que nos dejamos llevar y aprovechamos para enseñarte cosas y que superes el miedo a los penes y las vaginas.

- Vale, solo quería asegurarme, me pone un poco nerviosa.

- ¿El qué?

- El trato, ¿ahora cómo debemos actuar?

- Normal. – Empezó a reírse- Sí tienes ganas de besarme o de algo por el estilo lo haces.

- Ah vale.

Estábamos tumbados en la cama y me acerque a él, había dicho que si tenia ganas le besará y tenía ganas:

- Tengo que ducharme, huelo a perro, pero tenemos el pequeño problema de la bañera con la pared de cristal. A mí me da igual que me veas en pelotas, pero...

- Miraré hacia otro lado.

- Eso es mi chica. – Me dio un pico y se fue a la ducha. Esto era raro.

Me di la vuelta y me puse a mirar por la ventana, se veía el mar, el cielo azul, las gaviotas, los primeros bañistas llegando a la playa, ¿tendría el culo que parecía tener en vaqueros?, no mires Aliena, no mires. Giré ligeramente la cabeza para verlo de espaldas en la bañera, usando la función de ducha y sí, tenia un culazo, madre mía, que calor. Joder porque miro, que pervertida soy.

Volví a echar un vistazo, pero esta vez Jim se percató y empezó a reírse a carcajadas:

- ESTAS SALIDISIMA

- No grites que nos escuchan.

- VEN.

- No, ¿Cómo voy a ir idiota?

Escuché la puerta de cristal abrirse y cerré los ojos:

- ¿Estas en pelotas?

- Sí, ven aquí reina.

- Ay no guarro.

Se puso a perseguirme por la habitación como dios lo trajo al mundo y yo con los ojos medio cerrados intentando no ver ninguna parte pudenda, hasta que me alcanzó y yo me quedé super quieta mientras me cogía como un saco de patatas, dioses estaba desnudo, tenia una perfecta visión de su culo desde arriba. Me metió en la bañera y abrió el grifo de la ducha. Salió dejando allí con el pijama calado:

- Eres malvado.

- Es para que se te enfríen las hormonas, mirona.

- No mires eh. – Dije mientras me estaba quitando el pijama empapado.

- No no.

Me quede en bragas y sujetador mientras veía como James elegia la ropa que se iba a poner, eso sí, esta vez llevaba la toalla anudada a la cintura, jo. No parecía haber indicios de que se pusiese a mirarme, así que me di la vuelta y me quite la ropa interior, eche una mirada de reojo y seguía a lo suyo, así que sin problemas. El jabón que había en aquella ducha olía a coco, que delicia:

No le pidas peras al olmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora