Capítulo 8: Un trato peligroso

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- Como sangraba por la nariz, exageradísimo. – Me había quedado a gusto con Catonto.

- Eso, felicitadla, lo único que le faltaba.

- Venga Jim no te pongas así, ha sido un pequeño puñetazo en la nariz.

- Compites y estas federada, te puede denunciar y joderte la licencia. Y vosotros, par de imbéciles, no quiero escuchar ninguna referencia más a la pelea.

- Joder tío como eres, tu tampoco eres un santo. – Jim, que en esos momentos conducía el coche, se giró hacia su copiloto con una de esas miradas que fulminan y Cesar hizo el gesto de ponerse una cremallera en la boca.

- No no, nada de tirar la piedra y esconder la mano. A ver Cesar, ¿por qué no es un santo Jim?

- Aliena...- Ese tonito de Jim indicaba que debía parar mis indagaciones, pero soy yo- Cesar cierra la puta boca.

- Jim tu también has tenido tus más y tus...

- Que cierres la jodida boca.

El tono de la frase y el volumen hicieron que Cesar se acurrucase en el asiento como si se tratase de un niño pequeño al que su madre acaba de echar la bronca. James parecía siempre muy correcto, tenia modales de caballero del siglo XIX, pero al parecer también tenia un lado chungo que se metía en peleas, otra cosa para apuntar en mi cuaderno imaginario de "La cara b de James".

El susodicho aparcó cerca de un bar-pub-discoteca y los demás que venían en sus coches siguiéndonos hicieron lo mismo. El pueblo en el que estábamos era pequeño, así que no espera mucha fiesta pero a juzgar por la cantidad de jolgorio que provenía desde el interior del bar me había equivocado. Antes de cruzar las puertas de aquella casa de piedra reconvertida en sala de fiestas, las parejitas se juntaron y se dieron la mano y yo me quede en la puerta observando la escena mientras James cerraba el coche:

- Esta bastante feo agárrarte a hostias con el novio de tu mejor amiga.

- Dudo que siga siéndolo. Si hubieses escuchado como decía que yo estaba colgada por él. Qué asco me dio.

- Eres una cabeza hueca para algunas cosas. ¿Sabes que si te denuncia se puede liar?

- Me da igual, estaba defendiendo mi honor y el de tu prima.

- Eres una jodida cabezona. Reconoce que se te ha ido la mano.

- No.

- ¿Nunca fallas en nada?

- No.

- Ese es tu puto problema. No eres capaz de reconocer que no siempre tienes la razón.

- Porque siempre la tengo.

- Paso. – Se metió en el bar con cara de pocos amigos, este de que va.

Al entrar en aquel sitio me dieron dos golpes de realidad, uno en el olfato, olía a adolescente hormonando y otro en la vista, la luz estaba tan baja y había tantos neones que de ser epiléptica habría implosionado sobre mi misma. La música estaba a un tono aceptable y sonaban cosas de electrónica, bien, no tenia nada en contra de otro tipo de música, pero prefería la electrónica o el rock sobre el resto de los géneros musicales. Cada oveja estaba con su pareja y James me había mosqueado, así que me senté en la barra, pedí una cerveza, me la sirvieron sin DNI y sin sospechas de mi verdadera edad y me fui a bailar con Ana y Clara, que aunque iban de caza todavía no habían visto a ninguna presa.

No le pidas peras al olmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora