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Estoy sentada en mi cama rodeada de mantas y pañuelos junto con Luna, una de mis mejores amigas y quien se ha encargado de limpiar mis lágrimas durante los últimos meses.

En vano y durante casi una hora la chica rubia ha tratado de convencerme de que me calme y deje de llorar, sin embargo fracasa, pues parece que mis lágrimas se hacen más gruesas y mi llanto más profundo y aterrador con el pasar del tiempo.

Sin fruto alguno, quiere que deje de hipar.

Había tratado de convencerme de que hiciera la llamada que tanto necesitaba hacer, no porque aquello hiciera que me sintiese mejor, sino porque era lo correcto. Draco tenía que saber lo que estaba sucediendo.

— Tienes que llamarlo insistió por décima o tal vez onceaba vez.

Me hundí más en mi almohada y gemí de horror. ¡No quiero y no puedo llamarlo!

— No voy a poder hablar con él- murmuro entre sollozos.

Luna se acerca a mí y hace que me gire tan solo un poco para poder verme a la cara — Herms, tienes que llamarlo— quiere imprimir toda la autoridad de la que puede disponer en ese momento, pero sus palabras salen más cansadas que autoritarias- No le puedes ocultar por más tiempo lo que sucede— me regaña— no es justo para ninguno de los dos.

De un tiron Luna hace que me siente en la cama. Está enfadada por lo que estoy diciendo pero, se que ella tiene razón. Muerdo mi labio indecisa y luego le doy una mirada en silencio que le pide que no me presione, que en algún momento voy a hacer lo correcto, pero no funciona. Luna me seguirá empujando hasta que haga las cosas correctamente. Ya han pasado meses desde que me enteré de la noticia y es injusto que Draco, donde sea que este, no sepa de la situación. Entre más tiempo tarde en hablar, más difícil será la situación para todos.

Veo como Luna se levanta de la cama y va hasta el escritorio que está en una de las esquinas de mi habitación, toma mi celular y noto que marca un número, cuando regresa junto a mi, ya es bastante clara una voz al otro lado de la línea. La reconozco de inmediato. Esta alterado.

Al estirar la mano y escucharlo más claro, empiezo a negar con vehemencia. Definitivamente no puedo con esto. Luna me toma del brazo con algo de brusquedad y deposita el celular en sobre mi mano. Seguidamente sale de la habitación, cerrando la puerta, dándome privacidad.

Las manos me empiezan a temblar y un nudo se forma de repente en mi garganta. Durante unos segundos mi mente se queda en blanco, solo siendo devuelta a la realidad, cuando el hombre que habla al otro lado de la línea me llama por mi nombre.

— Hermione, ¿eres tú?—  algo de alivio se escucha en su voz, pero de inmediato la preocupación le invade- ¿Estas bien, sucedió algo?

Sigo sin responder, y el deseo de mandar a volar el celular es cada vez más grande, pero mi cuerpo no responde a mi deseo y en lugar de ello, un tembloroso susurro sale de mis labios.

- Draco...

Un año atrás.

— ¡Buenos días señores!— grita de manera inesperada Severus.

El grito del alegre profesor, altera los oídos de más de uno en el salón, sin embargo se agradece, ya que nos pone alerta y a diferencia de él, lo saludamos con desdén.

— Buenos días, profesor Severus— el eco de nuestras voces en el salón solo hace más evidente el desánimo que nos invade en esta mañana.

— Gracias a los pocos que saludaron en esta mañana— refunfuña y camina hasta su escritorio, saca unos cuantos libros, que parecen enciclopedias de su maletín y abre uno de ellos sin siquiera checarlo. Nos ve por encima de sus pestañas— Comiencen con sus lecturas en la página ciento cincuenta, allí se explica que es Lingüística, también encontraran un taller de tres puntos, que tendrán que entregar al final de la clase—ordena finalmente.

Un Contrato En PañalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora