Capítulo 4

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Cuando me levanté por la mañana lo primero que hice fue ir al baño. Al salir al pasillo vi la puerta de enfrente aún cerrada, por lo que supuse que Bill seguía dormido. Me dirigí al baño y luego me vestí para sacar a mi perro a pasear y así hacer tiempo hasta que el chico despertara.

El paseo fue breve y no tardé demasiado en llegar a casa. La puerta de la habitación seguía cerrada, y no es que fuera excesivamente temprano.

Decidí llamar a la puerta pero como no recibí respuesta me atreví a entrar para ver si estaba bien, pero preferiría no haberlo hecho.

-Hey tú, desp- me quedé estático, sin poder articular palabra.

El chico estaba sentado en la cama a lo indio, con los ojos blancos en su totalidad.

-Joder, ya me has sacado de la comunicación.- se quejó volviendo a su vista natural mientras soltaba un gruñido de frustración.

-¿Qué comunicación?- murmuré con algo de temor en la voz. Las preguntas que tenía en la cabeza incrementaron.

-Nada, olvídalo.- dio por zanjada la conversación y pasó por mi lado para después salir de la habitación.

Me quedé ahí, sin moverme. Menos mal que le había dicho que no hiciera cosas raras...

Su voz hizo que por fin reaccionara.

-¿Dónde está la ducha?- me di la vuelta y le señalé la puerta correspondiente.

-Gracias.- dijo para luego desaparecer por el pasillo.

Sacudí mi cabeza sacando de ella todo lo que acababa de ocurrir. Me iba a volver loco. Silbé para que mi perro viniera a desayunar y ambos fuimos a la cocina.

Le puse comida y agua. Las bolitas de carne no tardaron en desaparecer de su cuenco.

Mientras Bill se duchaba fui improvisando un desayuno. No tenía muchas ganas de ponerme a hacer algo elaborado así que opté por unas fresas con nata y un yogurt con pasas.

Bill no tardó en bajar, su pelo estaba bastante mojado.

-¿No has cogido una toalla?- suspiré y antes de que respondiera volví a hablar.- Esperame aquí.

Dicho esto fui al baño a por una toalla y volví con ella a la cocina. Se la lancé y él la pilló en el aire.

-Pontela por los hombros.- él me hizo caso.

Moví los dos cuencos con fruta de la encimera a la mesa, al igual que los yogures. Me senté en frente de Bill, quién miraba la comida con curiosidad.

Comimos en silencio. Era un tanto incómodo pero, ¿qué podíamos decir?

-¿Te gusta?- rompí el hielo cuando terminé mi yogurt. Él asintió.

-Sí, está muy rico, me gusta mucho.- respondió con una pequeña sonrisa, pinchando con el tenedor los trozos de fresas con nata y llevándolos a su boca. No tardó en acabar el cuenco, y acto seguido abrió el yogur. Lo olisqueó y se llevó una cucharada a la boca. Su expresión era neutral hasta que mordió una pasa. Frunció el ceño con una mueca de asco y alejó el yogur de él, sacando la lengua fuera.

-Ewwwww...

-¿No te gusta?

-Está malísimo. ¿Qué es?

-Yogurt con pasas. Trae, dámelo a mí...- suspiré y tomé su yogurt, intercambiándolo por mi plato de fresas- Cómete tú las fresas.

-¿Si? ¡Gracias!-dijo animado, pinchando los trozos de fruta.

Hey You - TollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora