Capítulo 13

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Tom estaba tardando mucho en despedirse de su madre, cosa que me resultó un tanto extraña... ¿Y si su madre le había preguntado algo sobre mí? Se supone que yo era un secreto, que nadie podía saber mi procedencia.

El hecho de no saber qué conversación estaba teniendo Tom con su madre me hizo sentir nervioso e inquieto, pero sobre todo culpable por el posible problema en el que podía meter a Tom.

Me estaba sintiendo bastante mal por lo sucedido. Sí, había sido un accidente, pero había sido mi culpa. Si no hubiera hecho ruido tanto Tom como yo nos hubiéramos ahorrado el mal rato, aunque para él fue peor, pues era él quien tenía que dar explicaciones a su madre.

Los pensamientos no dejaban de revolotear por mi cabeza, haciéndome sentir cada vez más culpable, y por ende, peor.

De pronto Tom apareció por la puerta. 

Su mirada me hizo sentir cohibido, como un cordero indefenso que tenía al lobo feroz justo delante. Sí, así de débil y vulnerable me sentía ahora mismo. Yo me levanté, juntando mis dos manos por delante de mí encogiéndome un poco.

-Bill, ¿me puedes explicar qué cojones estabas haciendo?- se acercó a mí, totalmente serio. La distancia tan peligrosa y el ambiente violento y hostil no me ayudaban a sentirme bien. Bajé la mirada jugando con mis dedos nervioso.

De pronto Tom agarró con firmeza mi mentón y me hizo subir la mirada para encontrarme con sus furiosos y ardiente ojos. Quemaba con sólo mirarle.

-Te he hecho una pregunta. Y no estás sordo.- empleó un tono bastante amenazador.

Abrí la boca para hablar, me temblaba el labio inferior.

-Sólo estaba intentando crear la puerta...- hablé casi con un hilo de voz. Sus ojos seguían fijos sobre los míos. Su mirada seguía quemándome.

-¿Eres consciente del lío en el que casi me metes?- ¿Casi? -Joder Bill...

Me soltó, se dio la vuelta y se alejó de mí llevando el puño a su boca, en actitud pensativa. Eso fue un gran alivio para mí.

-Tienes suerte de que mi madre no me haya dicho nada. Pero que no se vuelva a repetir. ¿Me oyes? Porque la conversación con ella tampoco ha sido de lo más agradable.

Lo que dijo me creó curiosidad.

-¿Qué te ha dicho...?

-No te importa. Deja de ser tan cotilla, ¿quieres?

Su tono de voz no me gustaba nada. No podía culparle, sabía que actuaba así por los nervios del momento.

-Tom...- le llamé tranquilo y calmado, en un tono de voz suave y a la vez algo bajo.

-¿Qué?- espetó borde girándose hacia mí.

Dudé de si hacerlo o no. Era una locura, era arriesgado, era peligroso, pero algo dentro de mí me animó a hacerlo.

Me acerqué a él y con suavidad tomé sus manos y le miré a los ojos. Tom ahora mismo era pura sangre caliente, aunque más que sangre lo que corría por sus venas era lava.

Él me devolvió la mirada y su expresión poco a poco fue relajándose. Mis pulgares acariciaban sus manos con lentitud.

Él soltó un profundo suspiro rendido.

-Lo siento, Bill...- sus brazos me rodearon de un momento a otro. Me sorprendió ese repentino gesto por su parte, pero en ningún momento lo rechacé.

Correspondi el abrazo y en cuanto lo hice, sentí como él me estrechaba, apretándome suavemente entre sus brazos y acercándome a su cuerpo.

Aquello me permitió sentir el calor que emanaba, un calor que a mí me resultaba agradable, pero que a él le había estado quemando los sentidos hasta anularlos y reducirlos a puros impulsos rabiosos.

Hey You - TollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora