Me separé de Bill.
El timbre me había sacado de esa nube en la que me había metido yo solito. Joder. Me estaba volviendo loco. ¿Qué demonios iba a hacer?
Me levanté tratando de disimular los nervios que se habían instalado en mí. No sabía cómo actuar después de lo que casi pasa...
-Espérame aquí, voy a ver quién es, en seguida vuelvo.- mencioné y a continuación dejé a Bill solo en el garaje.
En cuanto abrí la puerta vi a mi madre.
-Simone... Qué sorpresa...- dije rascando mi nuca. ¿Qué hacía ella aquí sin avisar?
-Tanto tiempo sin verte y ni siquiera eres capaz de llamar a tu madre, ¿eh?-bromeó sonriendo y entró en casa. Yo cerré la puerta y la guié hasta el salón.
-No te esperaba por aquí...-hablé un tanto nervioso. Ni siquiera sabía qué cojones me estaba pasando. Pff, ni que me hubiera pillado en pleno acto sexual con alguna tía... No tenía sentido que estuviera nervioso.
Sí, se podría decir que mi madre me había interrumpido en cierto modo, pero aún así no era motivo suficiente para que yo estuviera así.
Quizás se debía a que yo no estaba solo en casa. Tenía compañía, y no era precisamente humana...
-Hijo... ¿Estás bien? ¿Tienes fiebre? Te noto raro...- mencionó llevando la palma de su mano a mi frente para comprobar mi temperatura. Al hacerlo comprobó que mi temperatura estaba normal.
-Estoy bien, mamá...
-No me digas que tienes a una chica en casa...
-No la tengo.- respondí molesto. Odiaba ese tono de "y no me lo has contado".
-Bueno, ¿te traigo algo?- mencioné para que no siguiera con el tema.
-No hace falta, cielo.
-Bien, yo voy a por una cerveza.- mi madre suspiró mientras yo caminaba hacia la cocina. No tardé mucho en aparecer de nuevo por el salón con la bebida en mis labios, dando un buen sorbo.
Me senté en el sofá a su lado.
-¿Y qué me cuentas?- dije invitándole a hablar.
-Pues el otro día quedé con Janet...- No. Ya estaba con sus historias de cuando iba a tomar café con sus amigas. Siempre me contaba cosas aburridas o chistes absurdos sin gracia.
Mis oídos automáticamente fueron dejando de escuchar la anécdota hasta que de pronto algo me sobresaltó, al igual que a mi madre. Ella me miró extrañada por el fuerte estruendo que algo metálico había provocado. Incluso Capper, quien estaba tumbado, levantó la cabeza con las orejas hacia delante mostrando atención por el ruido.
La mirada de mi madre cambió sin abandonar ese deje de confusión y ahora me pedía explicaciones.
Sólo había una, y sólo tenía una palabra:
Bill.
Apreté la mandíbula y cerré los ojos tomando aire a la vez que mi madre se levantaba del asiento, dispuesta a ir a ver qué había ocasionado tal ruido.
-Mamá, espera, no creo que sea nada... He estado recogiendo, seguro que había algo mal colocado... -puse una excusa de lo más absurda, pero fue lo primero que se me ocurrió.
-¿Tú? ¿Recogiendo esos trastos? No me lo creo.- mi madre sin hacer caso siguió su camino hacia el garaje. Mi corazón se aceleró. Los nervios aumentaron.
-No te preocupes, seguro que no ha sido nada, una corriente de aire o algo...- me quedaba sin excusas que sonaran mínimamente convincentes. Yo cada vez estaba más nervioso y se me notaba en la voz.
Seguí caminando detrás de mi madre. Ya rendido fui a tomar su brazo con la intención de detenerla a tiempo.
La suerte no parecía estar de mi lado.
Para cuando agarré su brazo ella ya estaba en la puerta que daba al garaje. Maldije en mi cabeza y vi a Bill mirando en nuestra dirección, con una nerviosa sonrisa de: "Por favor Tom no me mates."
Yo le miré con cara de pocos amigos.
Mi madre dio unos pasos más, entrando en el garaje.
-Oh, pero si tienes visita... No me habías dicho que estabas ocupado haciendo...-mi madre señaló a las herramientas que había frente a Bill, tratando de buscar la palabra correcta aunque no la encontraba. Las piezas metálicas y las varas estaban desperdigadas por el suelo.
-En fin, será mejor que os deje con lo vuestro... yo ya me tengo que ir.- dirigió la mirada hacia Bill. -Oh, y soy Simone, la madre de Tom, encantada.- se despidió con la mano y con una sonrisa.
Pasó por mi lado hasta la puerta. Yo aún estaba nervioso y me costaba reaccionar.
-Tom, cielo, ¿me acompañas?- oí la suave voz de mi madre a mis espaldas. Dediqué una última mirada fulminante a Bill y me di la vuelta para acompañar a mi madre hasta la puerta, aunque podía ir ella solita perfectamente, sabía abrir una puerta de sobra, para eso no me necesitaba en absoluto.
Cuando llegamos a la puerta de entrada, mi madre se giró y me miró.
-¿Por qué no me has dicho que tenías a una chica en casa?
-Porque n-
-¿Es tu novia?
-¡Que no e-!
-Es muy guapa.- abrí la boca para hablar pero ella se me adelantó. -¿Cómo se llama? ¿Por qué no me la has presentado? -siguió atacando con preguntas.
-¡Mamá! ¿Quieres escucharme de una vez, joder? Para empezar, no es una chica. Se llama Bill.
Mi madre se quedó perpleja ante mis palabras. Me miró durante unos segundos y pestañeó un par de veces para tratar de asimilar lo que acababa de oír.
-Vaya... No sabía que te iban los chic-
-No soy gay.- la corté antes de que dijera lo que iba a decir.
-Cariño, a mi no me importa que seas gay o que seas bisexual. Es tu tipo, has elegido bien.- me sonrió mostrando aprobación.
Cerré los ojos apretando la mandíbula y tomando aire hasta llenar mis pulmones. Calma, Tom, calma...
-No me gustan los chicos. Y punto. Es sólo un amigo.- hablé serio.
-Bueno, bueno, eso ya se verá. Siento haberos interrumpido, pero ya os dejo solos. Quiero que me lo digas si llegáis a ser n-
-Adiooooos...- me despedí con la mano y una fingida sonrisa a la vez que cerraba la puerta. Recargué la espalda contra esta y dejé escapar un largo suspiro. Joder.... Esto había sido intenso.
Para empezar, Bill ha hecho que mi madre sepa de su existencia. Estaba cabreado con él por el mal rato que me hizo pasar.
Por suerte mi madre no llegó a sospechar de que tuviera a un ser de otra dimensión en mi casa.
Por desgracia sospechó que era mi pareja... Y para colmo confundió a Bill con una chica...
¿Qué es peor? ¿Que haya pensado que Bill era mi novia o que haya dado por hecho que soy gay?
Llevé una mano a mi frente y la pasé por mi rostro.
Las palabras de mi madre no salían de mi cabeza. Se repetían una y otra vez.
¿Cómo que Bill era mi tipo?
¿Desde cuándo mi tipo era ese?
He estado con un montón de tías pero nunca una... Así. Bill era único. Jamás había estado con alguien que se pareciera a él.
Desde luego mi propia madre no tenía ni idea de los gustos de su propio hijo.
Tras esa breve asimilación de la conversación que acababa de tener, me encaminé a paso decidido hacia el garaje. Tenía una bronca pendiente que echarle a Bill por todo esto.
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Hey You - Toll
Fiksi Penggemar¿Qué pasaría si dos caras de la misma moneda se juntan? Dos soñadores con un mismo destino, sobrevivir unidos y poder salvar lo que una vez ambos tanto amaron. Crueles realidades, cada una diferente y más horrible. Solo tienen una salvación, no deja...