El paseo con Tom y su mascota me había venido bastante bien para dejar las preocupaciones a un lado y centrarme en otra cosa. Empezaba a disfrutar de la compañía del humano, sobre todo porque estaba siendo amable conmigo y no había tenido intenciones de hacerme daño. Esperaba que eso continuara siendo así.
Llegamos a casa y solté al perro de Tom.
Sabía lo que tocaba hacer ahora, y la verdad es que no me apetecía. Cualquiera en mi situación estaría deseando ponerse manos a la obra con el portal, pero la verdad es que no tenía ganas. ¿Por qué? Fácil. No tenía ni idea de cómo empezar, y, además, estaba bastante cómodo en casa de Tom. Para mí estaba siendo toda una nueva experiencia, era como ir de viaje, sólo que en vez de ir a otro país, había ido a otra realidad.
Por otra parte también extrañaba a mis amigos. Ellos seguramente lo estarían pasando incluso peor que yo pensando en cómo llevarme de vuelta. En cierta parte me sentía un poco culpable por estar tan tranquilo aquí.
-¿Y bien? Si quieres volver tendremos que ponernos con ello, ¿no?- giré la cabeza en dirección a Tom.- Ven, acompáñame.
Le seguí hasta llegar a su garaje, el cual miré con curiosidad. Había un montón de trastos, y cosas que no sabía qué eran. Ver tantos objetos me causaba interés por saber qué eran, cómo funcionaban y para qué servían.
-No sé qué te puede servir de aquí...- se rascó la nuca.
-Ya somos dos.- le miré haciendo una mueca. Curioseé entre las cosas que tenía por allí. Nos quedamos en silencio unos instantes. Traté de pensar en cómo podía empezar a construir la máquina que me llevara de vuelta a mi realidad, pero ¿cómo demonios iba a construir yo una máquina así? Georg y Gustav tardaron lo suyo, y sabían construir máquinas, habían estudiado para ello y ya había investigaciones y estudios previos para la construcción de un portal entre dimensiones. En cambio, yo, en la Tierra, no tenía nada. Absolutamente nada. Y esa falta de todo era precisamente mi gran obstáculo.
Me agaché frente a lo que parecía ser una caja de herramientas, tomé algunas piezas metálicas y las examiné. Me levanté soltando un suspiro que denotaba mi frustración. Odiaba sentirme tan bloqueado.
Sin decir nada salí del garaje y me dirigí a la habitación en la que supuestamente me quedaría mientras estuviera aquí. Al pasar junto a Tom pude ver su expresión de confusión ante mi repentina "huida". Me senté al borde de la cama, llevé mis rodillas a mi pecho y las abracé. Mi mirada estaba perdida y apagada.
Tom no tardó en aparecer por la puerta. Se sentó a mi lado y yo oculté mi rostro entre mis rodillas.
-¿Por qué tan desanimado?- le oí decir, levanté la cabeza pero miré un punto aleatorio.
-No voy a poder volver...
-¿A qué viene eso?- dijo calmado.
-¡Qué no puedo volver, joder!- exclamé con más rabia en la voz de la que me gustaría. Tom se quedó callado ante mi repentino enfado. En seguida me di cuenta de que no podía ser tan impulsivo, no podía hablarle de ese modo, y menos aún después de haberme acogido en su casa tan bien.- Lo siento... -me disculpé suavizando el tono de voz.- Es sólo qué...- solté un pesado suspiro. -No sé ni por dónde empezar, son Georg y Gustav los que saben hacer esto, no yo...
-¿Y por qué no vienen ellos?
-¿Estás loco? -fruncí el ceño, mirándole- es muy arriesgado. ¿Qué pasa si aquí no encuentran los materiales necesarios para crear el portal? Además, ellos aparecerían en otro lugar seguramente.- pude ver su expresión de confusión ante lo último que dije.
-¿Y por qué no aparecerían aquí al igual que tú?
-Porque supongo que eso es aleatorio. No lo sé.
-Pero hay una posibilidad de que sí...
-Tom, que no quiero que vengan.- solté, esta vez de una forma más borde, ya que parecía que aún no le quedaba claro.
-Son tus amigos, son los únicos que pueden sacarte de aquí al parecer.
-¿Quieres dejar de meterlos en esto?- volví a hablar borde, me estaba cabreando y cada vez que me cabreaba me costaba controlar los arranques de furia.- Es MI problema, tú no tienes ni idea de lo peligroso que es esto para nosotros. Así que cállate ya.- mi voz sonaba dura.
-No me hables así. Si estás a salvo es gracias a mí. Sólo intento ayudarte. No gano nada con ello, lo estoy haciendo por ti.- lo que hizo que me hirviera la sangre no fue lo que dijo, sino cómo lo dijo. Esa forma de desafiarme no me gustaba nada, y aunque estuviera mal, mis sentimientos actuaban por mí.
-¿Ayudarme?- solté una risa sarcástica.- Wow, ¡sí Tom! ¡Eres de gran ayuda!
-Bill, no me está gustando esto.- me advirtió pero no le escuché. Acabé levantándome de la cama para ponerme frente a él, me incliné hacia delante para estar más a su altura y así poder hablar mirándole directamente a los ojos, en un tono tanto amenazante como intimidante.
-Escúchame, humano. Tú no vas a decirme a mí qué debo hacer.- hablé despacio, remarcando cada palabra.
-¡Joder, Bill! ¡Que quería ayudarte! ¿Te enteras?
-¡No tienes ni idea sobre esto así que mejor cierra el puto pico cuando te lo digo la primera vez! -le grité.
-¡Bill, cálmate!
En ese momento Tom se levantó, y al hacerlo me empujó hasta hacer que mi espalda chocara contra la pared. Puso uno de sus brazos a un lado de mi cabeza, mientras que el otro antebrazo lo mantenía contra mi pecho, como una manera de inmovilizarme. Podía ver en su rostro que esta harto y cansado, y que le había cabreado bastante. Su respiración era marcada e intensa, sus ojos estaban fijos como clavos sobre los míos. En ese momento reaccioné. Mis ojos volvieron a la normalidad y el ritmo de mi respiración se fue pausando. Con la mirada me lo dijo todo y supe que no estaba haciendo las cosas bien, con tanto disgusto no estaba pensando con claridad, y me dejaba llevar por los sentimientos de ira y rabia, cosa que en ningún momento debió pasar. Por una vez puedo decir que me sentí culpable, porque Tom, desde luego, no se merecía nada de lo que le estaba haciendo.
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Hey You - Toll
Fanfic¿Qué pasaría si dos caras de la misma moneda se juntan? Dos soñadores con un mismo destino, sobrevivir unidos y poder salvar lo que una vez ambos tanto amaron. Crueles realidades, cada una diferente y más horrible. Solo tienen una salvación, no deja...