3 Mala fama

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El otoño se abre paso tras el verano. Trayendo con él, las doradas hojas que el viento empujan y caen al suelo formando mantos de hojarasca. Me gusta esta época, justo antes de que venga el frío. Es un momento de calma, reposo. Aunque siempre me invade un poco la melancolía y la pena. Como si yo, también me quedara desnuda, apagada y más sola que nunca.

Ese fin de semana, fue el último que quede con Silvia. Algún domingo por la tarde parece estar sin planes y me llama para quedar y es entonces cuando me cuenta lo fantástico, divertido y guapo que es "su Oli". Y yo me invento conciertos, ferias y fiestas en la playa a las que no he ido

Transcurren las semanas, día tras día tachandolos del calendario, esperando con ansias que llegue el fin.

Viernes por la mañana, y como cada día, recojo a mi amiga en su casa, y nos dirigimos al instituto, donde un día más, vuelve a dejarme de lado. No sé por qué sigo haciendo esto, asi que ni me lo preguntéis. Y Lucas parece haberse pasado la noche estrujándose el cerebro, buscando alguna parida con la que ridiculizarme, mientras la que se supone que es mi amiga, le ríe la gracia como si fuera solo una broma inocente.

- ¡Hey vampira! Déjame un boli - exige Noah al darse por vencido con el que tiene en la mano.

- Claro Sr. Escribano. Sus deseos son órdenes. - respondo abriendo la cremallera del estuche.

- ¡Noah! Nada de Escribano ¿Ok? - contesta molesto al llamarle así.

Hacia tiempo que había notado que ese hecho le resultaba muy molesto, pero por mucho que se lo había repetido a Juan, este siempre terminaba llamandole por el apellido cuando tenía que llamarle la atención.

- Entiendo, debe ser muy molesto que te llamen Escribano cuando apenas sabes coger un lápiz. - digo entregándole uno de los bolis.

- No sabía que los seres de ultratumba tenían tanto sentido del humor. Pero te sorprendería saber lo que soy capaz de hacer con un lápiz. - dice pasando el boli entre sus dedos con una gracia que me deja desmontada.

Vuelvo la mirada al frente, y vuelvo a concentrarme en la clase de ingles, en la que por mucho que lo odie, no me queda más remedio que hablar con él.

Noah también parece darse por satisfecho y para otro momento. Supongo que ya se ríe lo suficiente escuchando con las tonterías de Lucas, como para perder su tiempo en pensar la manera de molestarme él también, aunque sigue mirándome como si le debiera algo.

La verdad es que ya no me impone demasiado. Sus "bromitas" se limitaban al tono de mi piel, que comparándola con la suya era como juntar la blanca nata, con el oscuro café.

Sin embargo, a pesar de nuestras diferencias, ninguno de los dos habíamos cedido o abandonado nuestra posición, como dos guerreros defendiendo nuestros territorio, sin flaquear ni ceder. Claro, que creo que los dos somos tan antisociales que el ignorarnos mutuamente se nos da de maravilla.

Después de una más que aburrida clase de biología, Salimos a la cancha de baloncesto. Odio educación física. Si, es raro, lo se. Ya se que hace un rato he dicho que solía salir a correr, pero esto es diferente. Uno, no se me dan bien los deportes de equipo y menos el baloncesto. Dos, Fernando, el profesor, tiene más pinta de pasar su tiempo libre tirado en el sofá viendo el fútbol y bebiendo cerveza, que practicando cualquier tipo de deporte. Y tres, es bastante incómodo hacer cualquier tipo de actividad, teniendo al retrasado de Lucas haciendo continuos comentarios sobre mi enorme trasero.

Como cada día, empezamos corriendo para calentar. Hace calor, aunque el día amaneció encapotado. Me desabrocho la sudadera y la ato a prisa al rededor de mi cintura sin dejar de correr.

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