Me despierto con un dolor de cabeza horrible, holgazaneo entre las mantas, acomodandome de nuevo en ellas. Creo que me pase bebiendo la noche anterior. Recuerdo haberme sentido mareada pero ¿para tanto? Intento recordar si cometí alguna gilipollez o si quedé en evidencia, pero creo que no. Al menos no demasiado. Fue una noche genial, solo recuerdo que lo pase bien.
Mi mente se inunda con el recuerdo de ese momento en el coche antes de subir a casa. ¿En serio estaba pensado besarme, o era yo la que quería que lo hiciera? No, no puede ser, seguramente solo fueron imaginaciones mias causadas por el alcohol.
¿Y si lo hubiera intentado? ¿Que abría hecho yo?
Salgo de la cama, bostezando hasta que me duele la mandíbula, me estiro y consigo la fuerza suficiente para ponerme en pie e ir a la cocina a prepararme algo para desayunar. Hoy tengo hambre. Al final salir fue una buena idea, es como haber soltado toda la mala energía que tenía dentro. Necesitaba salir, bailar, emborracharme, de volver a divertirme, de volver a sentirme viva.
Mi madre y mi hermana está tomando un café y unas tostadas, escuchando en la radio algo de música y a mi se me van los pies.
- Hola cielo! ¿Que tal anoche? - dice mientras me prepara otro café a mi.
- Bien... La verdad que muy bien.
Me miran con extrañeza, como si quisieran averiguar si las oculto algo.
- ¡Mama! ¡Solo somos amigos! No empieces otra vez... - aseguro riéndome antes de que diga nada, cogiendo un parecatamol del armario de las medicinas.
- Solo amigos. Vale, me quedó claro. Y por lo que veo... Amigos que se pasaron bebiendo¿No?
- ¡No! Es que dormí poco.
- Claro, y mamá es nació ayer. - responde Shara, ante mi absurda escusa.
Le pongo una mueca de burla y doy el último sorbo a mi café, con intención de volver al cuarto a estudiar.
Abro los libros e intento concentrarme, pero mantenerme concentrada más de media hora es misión imposible. Nunca entenderé mi cerebro, como puede saltar de un pensamiento a otro, sin ningun sentido. Imaginándome que hubiera pasado si Eli decide besarme y yo permitiera que lo hiciera. Posiblemente Eli sea el chico perfecto, dulce, divertido, cariñoso. Recuerdo aquel verano, cuando yo no era mas que una preadolescente con trenzas, gafas y ninguna curva. Las tardes que pasábamos en la playa, y después por la noche, volvía a buscarme después de cenar y me contaba historias de miedo. Y yo, me hacía la asustada para abrazarme a él. Y después cuando volvía a casa imaginaba que me pedía ser novios y eramos felices para siempre. Pero hasta en mis pensamientos más dulces, aparece Noah y lo fastidia todo, y recuerdo que mañana tendré que verle. A él y al resto de los idiotas que me hacen la vida imposible. Pero hoy no, hoy no quiero pensar en nada de eso. Intento sacar ese estúpido pensamiento de mi cerebro, y volver a los libros.
Lunes por la mañana, suena el maldito despertador. Odio la idea de volver a poner un pie en ese estúpido instituto, pero me niego a ocultarme bajo la capucha de mi sudadera.
Entro en el aula con paso firme, simulando una fortaleza insistente, que flaquea cuando noto las miradas de algunos al verme entrar, con mis vaqueros ajustados, las botas militares y una biker de cuero tan negra, como el resto de mi ropa, guardando el luto de la Auri llorona que quiero enterrar.
Dejo las cosas sobre la mesa, centrándome en clavar la mirada en una app del móvil para no voltear la mirada hacia mi compañero, que no deja de observarme desde su asiento. Se qué quiere decirme algo, pero me da igual lo que tenga que decir, o eso quisiera. Aunque una pequeña parte de mi sé muere por patearle, insultarle, y soltar todos esos sentimientos que me ocasiona. Pero tengo que controlarme, No dejaré que me afecte sus cambios de personalidad.
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El Killer
RomanceAuri, se encuentra sola y atrapada en un pequeño pueblo costero, soñando con terminar el último año de instituto, escapar de allí y estudiar en una gran ciudad y perder de vista a unos compañeros de clase que la hacen la vida imposible. Sin embargo...