El maldito zumbido vuelve a sonar, resopló y estiro mi entumecido cuerpo para apagar la condenada alarma del teléfono. Me revuelvo entre las sábanas, mientras busco inútilmente, una sola razón para levantarme. No tengo fuerzas ni esperanzas, para esperar que ocurra un milagro. Hoy solo quiero dormir, quizá no volver a despertar.
Mis pies pesados como plomo, luchan por deshacerse de las aplastantes mantas. Soy un robot, vacia, sin sentimientos, automatizando los pasos hasta lograr llegar a la ducha.
El agua tibia, recorre mi cuerpo, igual que su pensamiento mi mente. Intento sacarlo de la cabeza pero creo que me llevará un tiempo.
No creo que Noah sea un monstruo, pero Rosalía tiene razón, tiene demasiados demonios. Estaba demasiado colocado el sábado, y solo buscaba consuelo, o alguna pava con la que pasar el tiempo.
No debería hacerme ilusiones con él, no puedo salvarle de su dolor, ni debo permitir que me utilice y me rompa a mi también. No creo si quiera que se diera cuenta de que me había marchado. Tardaría menos de cinco minutos en bajar y buscar a otra idiota.
Alargo la ducha todo lo que puedo, sintiéndome bien ahí, en mi zona de confort. Pensar más en ello es una perdida de tiempo. Así que, saco fuerzas de flaqueza y salgo obligada de la ducha. Me seco el pelo, dejando que el aire caliente del secador, ocupe todo mi pensamiento.
Salgo a la calle y aún es de noche. El viento azota los árboles desnudos y mi abrigo no parece suficiente para protegerme del frío. Me pongo los cascos y subo mi capucha, aislandome de lo que sucede a mi alrededor, hasta llegar a mi particular cárcel.
Atravieso la puerta del aula, y Noah ya está allí, sentado apoyando su cuerpo sobre el pupitre, como si estuviera a punto de quedarse dormido.
- Buenas - saludo sin demasuado ánimo.
- Hi. - pronuncia dejando un incómodo silencio.
Dejo la mochila en el respaldo del asiento, alargando ese momento todo lo que puedo, mientras él, mira esperando alguna palabra.
- ¿Hablaste con Elías?
- No, no quiso escucharme y Dani huyó según me vio acercarme.
- Lo siento.- responde sin inmutarse demasiado.
- Te estuve esperando. No volviste. - apunta.
Yo solo pongo una mueca, y me encojo de hombros a modo de disculpa.
- Hablé con Rosalía... Me dijo que estuvisteis juntos. - comento como si fuera algo casual, arrepintiéndome en el momento.
- Nos enrollamos un par de veces ¿Y?
- Nada. Solo era un comentario. - respondo molesta. No sé por qué una parte de mi, esperaba que me lo negara, y que no fuera cierto.
- y ese comentario ¿Tiene algo que ver con que te fueras sin decir nada? - pregunta sin saber a cuánto de que le digo eso.
Niego con la cabeza, bajando la cabeza y jugueteo con el cuaderno de espirales, que reposa sobre la mesa. El me mira atónito. No entiende por que ahora estoy a la defensiva cuando hace un par de días casi nos besabamos.
- ¿Que cojones pasa? -.Dice ahora el también a la defensiva.
- Nada. - mantengo como si fuera cierto.
Él frunce el ceño, y clava su mirada en mi, intentando buscar razones. Yo me mantengo en silencio cruzando los dedos esperando que tenga decirme lo que quiera y deje de mirarme para no flaquear y caer en sus brazos.
- ¿que te pasa?
No quiero mirarle. Solo se me escapa una sonrisa sarcástica.
- ¿Se puede saber que te he hecho? - exige confundido
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El Killer
RomanceAuri, se encuentra sola y atrapada en un pequeño pueblo costero, soñando con terminar el último año de instituto, escapar de allí y estudiar en una gran ciudad y perder de vista a unos compañeros de clase que la hacen la vida imposible. Sin embargo...