III

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El niño de aquella casa no era tan pequeño como el del día anterior, pero parecía dormido aún, sobre su camita infantil de dinosaurios. El tipo de la espada estaba allí, pero de espaldas a la puerta y se peleaba con alguien más. ¿Sería uno de los padres del niño?

—¡Ahora! —ordené a Clover y Archer. Salvar a la gente era mi prioridad.

La habitación estaba demasiado oscura, pero el padre o lo que fuera del niño cayó de rodillas y el asesino estaba a punto de cortarle la cabeza. Ambos fantasmas traspasaron al asesino y los perdí de vista, pero él no bajó la espada para rematar el trabajo, así que supe que había funcionado.

Di la luz, para que la cámara le captase y entonces vi al que había confundido con el padre del crío... ¿Qué demonios era eso?

Definitivamente no era un vampiro, pero tampoco un humano. Tenía el pelo sucio y revuelto tapándole la cara de color negro puro, como el azabache. Era un ser parecido a un insecto, incluso tenía alas de bicho. Parecía estar a medio camino de algún tipo de transformación entre humano y artrópodo. Además, olía muy muy mal, cosa que tampoco había notado antes.

Y, por desgracia, el tiempo que Clover y Archer paralizaron a nuestro anteriormente presunto asesino, sirvió al ser demoniaco para escapar. No, en serio, ¿qué era eso?

—¡Tú! —me rugió furioso el... ¿asesino o el defensor? Ya no sabía que era. Estaba situado entre el niño y el monstruo. Y aquella cosa insecto no era de este mundo y no venía en son de paz, eso seguro—. ¿Otra vez tú, chaval? Es la segunda vez que haces que la shtriga escape.

Alzó la espada hacia mí, parecía haber decidido quitarme de en medio para que dejase de interrumpirle y, sinceramente, ya no sabía de qué bando estaba. Archer me gritó algo de que sacase mi cuchillo, pero oí pasos a mi espalda y voces preocupadas y no pude reaccionar. Además, el niño de la cama empezó a gritar con fuerza, aterrado. Debíamos haberle despertado. Sinceramente, me alegré de que estuviera vivo, pero me puso más nerviosa.

El tipo de la espada apoyó una mano en mi brazo y, de pronto, me sentí muy rara. Fue como flotar en medio de la nada. Aterrizamos solo un segundo después, pero me pareció eterno y caí de rodillas. Me hundí ligeramente en arena seca de la playa y reconocí el sitio donde ese tipo entrenaba. Estaba algo escondido entre una zona repleta de piedras que se adentraban en el mar, además, era de madrugada, así que por allí no había nadie. Demasiado tarde para trasnochadores, demasiado pronto para trabajadores. Podría matarme y nadie se enteraría.

Espera, ¿qué hacía analizando el sitio...? ¡¿Cómo demonios habíamos llegado hasta allí?! Sí que debía poder teletransportarse después de todo... Archer no había apartado la mirada...

Para colmo, su viajecito o lo que mierda fuera, había alejado de mí a mis amigos fantasmas. Estaba sola. Agarré el cuchillo con la mano temblorosa y lo saqué de su funda con algo de torpeza. Y eso que habíamos estado practicando una hora entera cómo hacerlo mientras esperábamos a que él apareciese.

—¿En serio? —El tipo de la espada se rio de mí cuando vio el cuchillo.

Pero no iba a dejar que me matase sin más, ¿no? Tendría que intentar pelear hasta la muerte. Una voz que me acosaba en mis pesadillas más oscuras pareció resonar en mi cabeza para repetir una frase con la que soñaba a menudo: «nosotros nunca nos rendimos».

Pues bien, no me iba a rendir. Él podía tener una espada más grande, pero yo tenía... Vale... ¡Principios y valores! Sí, eso. ¡Yo luchaba por una buena causa!

—¿Quieres pelear conmigo, muchacho?

Llevaba una sudadera vieja de Godric que me quedaba enorme y con la cara tapada solo debía poder ver mis ojos, pero volvió a ofenderme que me considerase un chico, otra vez. ¿Acaso no tenía ojos femeninos o algo?

Crónicas de Morkvald: Luna de Fuego #2 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora