De alguna forma, Ezequiel conquistó a Raphael y Beatrice. Godric no dejó de mirarle con odio puro, cruzado de brazos, mientras el rubio compartía comentarios y sonrisas amables con mis padres de acogida. Y, cuando les dijo que quería llevarme a pasar el día a la playa y a cenar fuera, ellos estuvieron encantados con la idea, sobre todo ella. Elizabeth había entrado al salón en algún momento y me lanzó una mirada impresionada alzando ambos pulgares. Supuse que le daba su aprobación.
Por mi parte, decidí no volver a pensar en Godric ni en nada relacionado con él, mi familia o mi destino, para disfrutar de estar con Zeq. Iba a pasar el resto del día fuera con él y eso sería como una cita, ¿no?
Íbamos en su moto, yo me había abrazado con fuerza a su cintura y estaba en la gloria. Aunque cuando paró de verdad en una playa apartada, no pude más que mirarle extrañada. A ver, es que pensaba que iríamos a su casa a entrenar o algo, no que íbamos a la playa. No hacía tanto calor como para baños, por no hablar de que no tenía bikini.
—Hemos llegado, nena —me dijo, mientras yo bajaba de la moto.
—¿Quieres darte un chapuzón? —pregunté confusa—. Pensé que íbamos a practicar magia, Zeq. No estoy yo para enseñar más el culo al mundo, la verdad.
Soltó una carcajada, muy poco caballerosa, por cierto, mientras bajaba de la moto también y se quitaba el casco. Yo le imité y se lo devolví mientras me conducía por el paseo marítimo.
—No venimos a la playa, lo siento.
—¿Lo sientes? Yo me alegro —resoplé.
—Lo siento por mí, entonces. —Me dedicó una sonrisilla y yo le empujé del brazo, aunque ni le moví.
Sentía arder las mejillas, así que dejé el tema antes de explotar en llamas. ¿Podría arder hasta consumirme? Si seguía sonrojándome así, seguro que sí.
—No es gracioso —farfullé finalmente.
—Sé que no, ven.
Tiró de mi mano con suavidad para que pasase sobre el medio muro que nos separaba de la playa y se alejó de las familias que estaban disfrutando el día en la arena, colándose entre la terraza de un bar y unos baños públicos. Me rodeó con los brazos y a mí se me aceleró el corazón tanto que supe que lo notaría contra su pecho.
Pensé que me besaría o algo, quién sabe, quizá la visión de mi culo (y todo lo demás) le había hecho replantearse lo de tener novia... Incluso cerré los ojos y entreabrí los labios, esperando los suyos. Pero entonces sentí un mareo ya conocido. Enterré la cabeza en su pecho justo antes de que aterrizase, para que no viera mi gesto ridículo.
—Hemos llegado.
—El teletransporte me marea —declaré, separándome un paso de él y mirando alrededor.
—No sé cómo te da tiempo, es un segundo. Pero lo siento, lo evitaré en todo lo posible.
No pude responder, porque el lugar me impresionó. Mirara donde mirase, solo veía una verde extensión de hierba que casi parecía artificial de lo perfecta que era. El cielo azul se escondía tras el horizonte verde, creando una visión espectacular y a mi espalda un riachuelo discurría con suavidad, formando un pequeño estanque un poco más allá, antes de seguir avanzando. Ni siquiera veía su fin. ¿De dónde venía? ¡Si solo había verde! No concebía que allí pudiera haber montañas ni playa. Solo verde, azul y planicie. Ni siquiera había nubes.
—¿Dónde estamos? —pregunté extasiada por la perfección del lugar.
—Bienvenida a Zeqland, nena.
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Crónicas de Morkvald: Luna de Fuego #2 - *COMPLETA* ☑️
FantasíaSamantha creció en un orfanato hasta que la acogió una encantadora familia, sin saber quién es ni por qué es importante. No recuerda nada de su infancia, ni cómo llegó al orfanato. Pero Samantha tiene un don, uno que no comprende y que le impide ser...