Acto 8: El fin del Quinto Centenario - XXX

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Me despertó un suave cosquilleó en la frente. Abrí los ojos para encontrarme a Ezequiel inclinado sobre mí, acariciándome con cariño.

—¿No deberías estar descansado? —le regañé con suavidad.

—Estoy bien, soy muy fuerte —bromeó.

Estaba sentado al borde de mi camilla, así que me moví para dejarle más hueco. Él no dudó, se tumbó junto a mí y entrelazó sus dedos con los míos.

—¿Cómo estás tú, nena?

Me tomé un momento para planteármelo, debía haber dormido horas, pero seguía doliéndome absolutamente todo.

—Mal —reconocí—. Pero viva. ¿Y tú?

—Como si me hubiera pasado una apisonadora por encima. Y eso que creo que he dormido como diez horas. Tú has dormido al menos quince —aseguró, con tono jocoso.

—¿Y Lehaké? —pregunté finalmente, apoyando la frente sobre su hombro, evitando vendas y costuras.

Ezequiel me acarició un poco el pelo y se tomó un buen rato para responder. Temí lo que pudiera decirme, pero finalmente respondió.

—Está en la Tierra, investigando.

—¿El qué? —pregunté con desconfianza. Esta vez, Zeq suspiró y no necesité que lo aclarase—. ¿Al Primero? Dios, casi creí que todo había sido una pesadilla.

—Quieren saber todo lo posible de él antes de que nos ataque. Han evacuado Nuskadia y mandado a la gente del Quinto Centenario a sus ciudades. Además, han declarado el estado de emergencia. Zacarías está coordinando todo. Yo he intentado ir también, pero Enkar me lo ha prohibido y... tampoco quería dejarte sola.

—Ha sido por mi culpa, Zeq.

Rompí a llorar y me aseguré de alejarme un poco de él para no quemarle con mis lágrimas. Ezequiel, sin embargo, tiró de mí y me obligó a acomodarme sobre su pecho, rodeándome con un brazo y acariciándome el pelo con la mano contraria.

—No lo ha sido, Zacarías me lo ha contado... Samy, nena. —Sujetó mi barbilla para que le mirase—. Ni aunque de verdad le hubieras liberado tú... No hubiera sido culpa tuya. ¿Lo sabes? No era tu responsabilidad. Y estamos aquí, vivos. Lucharemos. El Primero iba a escapar tarde o temprano. Lucharemos contra él, con todo lo que podamos. Y créeme, nadie te culpa.

—Yo me culpo —le corregí, escondiéndome en su pecho de nuevo.

—Entonces lucha, devolvámoslo al Infierno o deshagámonos de él del todo. Lo que sea, pero no te rindas.

Dejé de llorar y cogí aire, mirándole de nuevo.

—No lo haré —prometí.

—Acabaremos con él, Samy —murmuró, y me besó con mucha suavidad—. Y luego nos mudaremos a Eldmâne, juntos. Y disfrutaremos de la vida sin tenernos que preocupar jamás por más monstruos.

 Y disfrutaremos de la vida sin tenernos que preocupar jamás por más monstruos

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Crónicas de Morkvald: Luna de Fuego #2 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora