IV

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Salí de clase de los nervios. Estaba segura de que Ezequiel no iba a ir a por mí. ¿Por qué hacerlo? No me necesitaba para nada. Aunque hubiera dicho que iba a ayudarme en mi venganza... Quizá solo quería librarse de mí. ¿Qué otra cosa iba a querer?

Me hubiera gustado poder mandar a Archer a su casa a cotillear después de dejarme, para enterarme de qué pensaba de mí. Pero no había querido invadir más su intimidad, ahora me parecía fatal. Y si decidía pasar de mí... Lo entendía. No me debía nada, no tenía por qué importarle mi venganza. Él lo haría mejor y más rápido solito. Y, aunque así fuera, esta vez no iba a interrumpirle, buscaría otra forma de ayudar a Simone para que dejase de llorar.

Bajo el sol de medio día, que calentaba tanto que me había quitado la sudadera para quedarme en tirantes, el mundo parecía más real. Y los monstruos más tenebrosos. ¿Cómo iba a coger su espada y dedicarme a cortar cabezas? Era una absoluta locura. Así que, por muchas ganas que tuviera de ver al rubio, mejor que no apareciese, ¿no?

Pese a mis pensamientos, cuando llegué a la carretera frente al instituto y le vi apoyado en una moto enorme, el corazón se me saltó varios latidos y se me secó la garganta de emoción. Con la ropa de asesino psicópata era guapo, pero vestido de universitario común estaba increíble. Llevaba unos vaqueros claros y algo anchos, una camiseta de manga corta negra con un tigre plateado que ocupaba toda la manga derecha y el costado y unas zapatillas Nike negras y plateadas.

Tuve que controlarme para no correr hacia él y me alegré de haberme quitado la sudadera. No es que la camiseta de tirantes de debajo fuera muy bonita, era simple, negra y ajustada a mi vientre plano y mis pechos no muy llamativos, pero mejor eso que una sudadera de Godric, la verdad.

—Pensé que no vendrías —confesé sonrojada, cuando me pasó un casco al llegar hasta él.

—Tengo palabra, nena. —Sonrió de forma esplendida y solo pude devolverle el gesto mientras él cogía otro casco de encima de la moto.

—Así que esta es tu amiga... —la acusación de Godric a mi espalda me hizo cerrar los ojos más avergonzada que nunca.

Me giré hacia él, dispuesta a decirle lo que pensaba de sus tonterías. Aunque mi hermano de pega miraba a Ezequiel y no a mí. ¡Qué vergüenza! De toda la gente del mundo, tenía que ir a humillarme delante del tío más guay del universo. Porque ahora que sabíamos que Ezequiel no era el asesino, sino el defensor, era oficialmente guay.

—¿A ti qué más te da lo que yo haga? Me estás dando mal rollo, Godric —me quejé.

—¿Qué crees que dirá Beatrice cuando sepa que has mentido para irte con un tipo mayor que tú con moto?

Ezequiel se acercó a mí, le noté pegado a mi hombro y, aunque Godric era casi tan alto como él, no quise que se pelearan de ninguna manera. ¡El rubio iba por la vida con una espada en el costado! Mejor no provocarle demasiado, aunque en ese momento no la llevase.

—¿Algún problema, Sam? —me preguntó Ezequiel, aunque tampoco quitó la mirada de Godric.

—No. Claro que no.

—Lo que te he dicho esta mañana iba en serio, Samantha.

Godric me sujetó el brazo cuando iba a darme la vuelta y me dirigió una mirada dura. Supuse que se refería a lo de ir a llorarle... ¡Como si alguna vez lo hubiera hecho!

Yo parpadeé un par de veces, mirando su mano unida a mi brazo. ¿Qué mierda le pasaba? Se estaba comportando como un idiota y yo no entendía nada. Además, se suponía que ya sabía que me escapaba por las noches. ¿Por qué le importaba tanto que ahora saliese con Ezequiel?

Crónicas de Morkvald: Luna de Fuego #2 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora