—Deberíamos de regresar, tengo mucha ropa que no uso y Hiro le puede dar la ropa que no le queda a Miguel, también podemos comprar más, tenemos muchas ganancias con el día de hoy.
—No se preocupe joven, mi hijo es demasiado distraído, eso es todo.
El asiático empezó a sudar frío, su mente no dejaba de decirle que algo muy malo iba a pasar, gritaba con la misma intensidad que cuando ocurrió lo de su tía, encendió el auto para avanzar antes de que a alguien se le ocurriera la estúpida idea de bajar.
—No voy a dejar que un descuido les cause molestias—Salió del auto y se dirigió a la casa.
—Para nosotros no es ninguna molestia, al contrario, es un honor tenerlos en casa, vuelva a entrar por favor.
—Volveré en un momento—Sus pasos parecían aumentar de velocidad.
Las manos de Tadashi empezaron a temblar mientras sostenía el volante, quizá debía dejarlo, sería muy fácil pisar a fondo el acelerador y salvar a Hiro y Miguel del horror que se avecinaba, abandonarlo sería la mejor opción de supervivencia.
Héctor abrió por completo la puerta principal, al no tener electricidad uso la débil luz de su celular para iluminar un poco, todo parecía estar en orden, a excepción de unas cuantas revistas movidas en una mesa del recibidor y pequeñas gotas regadas por el suelo «seguro a ese distraído se le cayó algo cuando vino»
«¿Lo vas a dejar solo como a tu tía?» ¿Qué diablos estaba pensando? Perder a sus dos padres fue una de las cosas más tristes que sufrió en su niñez, no era justo que Miguel pasara por lo mismo «En que momento me volví tan cobarde, debo ir a ayudarlo»
El líquido derramado parecía aumentar en dirección al cuarto de su hijo. Pasaban de ser gotitas a hilos de líquido viscoso que lentamente se engrosan hasta formar un único camino.
Al bajar del auto el asiático casi tropezó de los nervios, estaba seguro que la noche del incendio de alguna forma su vida se cambió por la de su tía «¿Ignorar las voces signifiíca que me voy a morir?», empezó a caminar lentamente a la casa tratando de retrasar su horrible final.
En la casa surgió algo que lleno al mexicano de extrañeza, eran unos ruidos que aumentaban de intensidad y parecían pequeños quejidos «¿tendremos ratones en la casa?» , venían del mismo lugar que el camino de la sustancia, necesitaba ir a investigar.
Dentro de la cabeza del asiático el escándalo era insoportable, todos sus sentidos le ordenaban salir corriendo en dirección contraria. El momento se acercaba, podía sentirlo en sus órganos y huesos, la tragedia era inevitable, su respiración se volvía arrítmica y sus articulaciones parecían de piedra, «No quiero estar aquí, quiero irme a casa y volver a escuchar a Miguel cantar, ¿por qué diablos no escape cuando pude?»
—Ahí va ese idiota de nuevo— Hiro bajó del auto para alcanzar a su hermano.
—Yo también quiero ir— Miguel se desabrochó el cinturón de seguridad.
—¡Quédate en el auto!— le arrojó una mirada digna de la ira de mamá Elena que rápidamente lo hizo permanecer quieto.
Hiro se sentía estúpido, no era más que un debilucho comparado con su hermano o Héctor, su fortaleza radicaba en su planeación, inteligencia y en sus armas, al parecer ninguna de ellas estaba disponible. Se había vuelto increíblemente descuidado, repasaba en su mente sus mejores opciones en caso de una emergencia.
Brutus no serviría para atacar en interiores de edificios además de que estaba lejos, su armadura estaba escondida en su habitación, si pidiera a Dante JR traerla seguramente le llevaría más de media hora, en esos momentos era más un estorbo que una ayuda, pero no dejaría que el idiota de su hermano hiciera algo sin pensar, cómo cuando quiso entrar a las llamas para salvar a su tía.
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Pedacitos de Obsesión (Higuel V Tadaguel)
Hayran KurguHiro amenaza con convertirse en el villano más peligroso que ha conocido la ciudad, a su hermano se le acaban las ideas y el tiempo para impedirlo, quizá tenga una última oportunidad... es tiempo de conseguirle un novio. Créditos de portada: yongell...