11: Bienvenido al infierno.

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—Aún recuerdo la sensación de la lluvia contra mi piel, atravesando sin piedad la fina tela de mi sudadera con capucha...—Yuto cierra sus ojos, abriendo aquél pequeño cofre en su memoria que durante tanto tiempo se obligó a enterrar.

Son altas horas de la noche.La calle está completamente vacía y no hay ni una sola alma a la vista.Estoy en la puerta de la casa de Bae, con las manos metidas en los bolsillos.Intenté buscar refugio del clima torrencial en la entrada de su casa, pero me siento sumamente inquieto.No sé por qué.No hay señal alguna de que algo malo esté pasando.Mi padre estaba lo suficientemente borracho como para no percatarse de que me marché con lo poco que pude agarrar a las apuradas, lo cual significaba que no me buscaría hasta el otro día...si es que la resaca se lo permitía.

Sin embargo...

Ella aún no sale.Los minutos pasan y sigue sin aparecer.

Un extraño presentimiento me recorre la columna, algo frío y horríble.Es como plomo arrastrándose por mis venas, algo que me atenaza el estómago con fuerza.

Hay algo que no está bien.

Me asomo por las ventanas de la vivienda de los Kim pero todas las cortinas están cerradas y no puedo divisar nada en el interior.Intento ignorar el sentimiento de inquietud durante un par de segundos más, Luci por ser paciente y sofocarlo, pero al final se vuelve insoportable.No puedo seguir ignorandolo.Bae no contesta ninguna de mis llamadas y, aunque arrojo pequeñas piedras a su ventana, ella ni siquiera me da señal alguna.

Miles de teorías fluyen por mi mente, tal y como si una represa se hubiera partido en mil pedazos, dando rienda suelta a mis temores.Ninguno de ellos relacionado con Bae arrepintiendose.Ese pensamiento se va tan rápido como llega, siendo descartado sin miramientos: ella jamás se arrepentiría.Pude ver el deseo de huir ardiendo en sus ojos la noche anterior.Fue como presenciar el inicio de un incendio, una tenue luz de esperanza que comenzaba a reavivarse en ella.Se veía...emocionada, extasiada.Quizás estuviera asustada, pero nada tenía que ver con la duda.

Y si ella estaba tardando tanto...algo andaba mal.

Apoyo la oreja en la puerta, rogando que ningún vecino se haya despertado casualmente y llame a la policía.Con tan sólo verme sabrían que no pertenecía a un barrio como éste y eso acarrearía la duda y el prejuicio.Tengo que actuar rápido.Está apunto de amanecer y el tiempo se acaba, pero no escucho nada del otro lado.Por más que me esfuerzo, nada llega hacia mí durante varios minutos.Tan sólo existen mi pesada respiración y la lluvia, llenando el silencio.

Entonces lo escucho.

Una especie de golpe seco.

Un quejido.

El corazón se atasca en mi garganta.No es un grito, pero ese sonido contiene algo tan siniestro que me eriza la piel tal y como si lo fuera.

Decido que no puedo esperar más, miro hacia ambos lados de la calle con premura y finalmente fuerzo la cerradura.De esa forma, me abro paso en un infierno...uno del que no saldría la misma persona que entró.

Trauma » Adachi YutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora