14: El encuentro después de la despedida.

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Este era el resultado de su decisión, justo frente a sus ojos.

Las manos del preso tiemblan mientras la carta se desliza de entre sus dedos, cayendo sobre la pequeña mesa de metal.Las lágrimas, por primera vez en años, se deslizan como un caudal abierto por sus mejillas de Adachi Yuto.

La emoción le obstruye la garganta, pero se las arregla para hablar:

-¿Quién sabe esto?

Los ojos del sargento Hwitaek no le dicen nada.Lo único que Yuto puede ver en ellos es su propio rostro, su emoción y el terror, todos reflejados en sus profundidades.

-Nadie.

-El sello está roto.Alguien debe saberlo.Alguien debió haberla leído antes de que usted me la entregara...-La voz del joven se va desvaneciendo en cuanto la revelación llega-Usted la leyó...

El oficial toma su abrigo y se pone lentamente de pie, dedicándole una última mirada significativa.No niega ni asevera sus suposiciones, pero a éstas alturas ya no es necesario.

La verdadera pregunta era...

-¿Por qué guardaría usted un secreto así?

Hwitaek se preguntó lo mismo antes de poner un pie en la celda y hasta donde él podía comprender, sólo había una respuesta.Compleja, sí, pero elemental.

-Siempre cumplo con mis promesas.Buen día, señor Adachi.

Con esas últimas palabras, aquél contradictorio y misterioso individuo se marcha de la celda, dando por zanjada la conversación...llevándose su último secreto a cuestas.

En cuanto se queda sólo, los largos dedos del japones se aferran a la carta con fuerza, llevándola hacia sus labios antes de cerrar sus ojos.El alivio inunda su cuerpo automáticamente: ella estaba sana y salva, y así seguiría por mucho tiempo más.Simplemente el hecho de saberlo le traía algo de paz.

No podía hacer nada por el niño que alguna fue, pero sí podía hacerlo por ella.

-¿Adachi Yuto?-Una voz masculina interrumpe sus pensamientos.

Al levantar la cabeza sus ojos van a parar hacia el compañero del sargento Lee, parado en la puerta de la celda con una expresión ilegible, mientras pronuncia:

-Tienes visitas...

Primero no entiende.

Y luego sucede.

En ese preciso instante una pequeña figura se acerca temblorosamente por detrás de las rejas, robandole el aliento.Ella se ve mucho más pálida y delgada, con el cabello oscuro cayéndole como una cascada a los lados de su esbelto rostro en forma de corazón, pero él la reconocería hasta con los ojos cerrados.Algo en su pecho parecía tirar dolorosamente cada que compartían el mismo espacio, como si una parte de su alma se viera atraída a la suya, como si pertenecieran al mismo lugar.Dos partes de una misma moneda.

-Sólo tienen un par de minutos.-Anuncia suavemente el hombre, dándoles una última mirada antes de retirarse lentamente.

Pero él ni siquiera necesita decirlo porque ellos no pierden siquiera un instante.

En el momento en el que ella exclama su nombre temblorosamente, como el último suspiro de un alma en pena, él ya la está sosteniendo entre sus brazos.La femenina cabeza entonces se pega a su pecho, temblorosa a causa del llanto, allí donde siempre perteneció.Así como así la agonía de la espera ha terminado.Ambos se aferran como si se encontraran dispuestos a enfrentar una tempestad, dos almas rotas apretándose con fuerza en un intento de unir los pedazos para siempre, otorgándose consuelo.

-No sé qué decir...-Solloza ella, aferrándose a él.

¿Qué decir después de todo lo vivido, de todo lo compartido, lo bueno y lo malo?

-No digas nada, entonces.-Dice él con simpleza.

Pero nada tiene de simple, en realidad.Lo que sucede es que cuando lo que se siente es de una enorme magnitud, las palabras se quedan cortas y se vuelven insignificantes.Los actos hablan por sí mismos: Yuto sabe que, sin importar lo que suceda de ahora en más, Bae siempre conservará este preciso instante en su memoria como un rayo de luz acompañándolos a ambos en los tiempos más difíciles y oscuros.Su historia termina aquí, como comenzó, en brazos del otro, y comienza una nueva.

Ahora que las mentiras se habían bifurcado y que sólo quedaba la verdad, para bien o para mal, finalmente podían reencontrarse a sí mismos.El pasado era, como siempre lo fue y lo será, aquello que estaba frente a sus ojos.Ellos eran en sí una construcción difusa de ese pasado, mezclado con las expectativas y miedos con respecto al presente y al futuro.

Eran, en fin, una extraña mezcolanza.

-Te amo, Yuto.

-Yo también te amo, Bae.

Dos caras de una misma moneda.

Los delincuentes.

Los mártires.

Los asesinos.

Los amantes.

Fueran lo fueran...eran juntos.

Siempre.




Sé que deben estarse preguntando a raíz de este capítulo qué decía la carta de Bae.La respuesta es que tendrán que esperar a que se publique el capítulo final, ya que la carta estará anexada al final de la historia xD Disculpen mi maldad pero es necesario para la trama, lo juro.El suspenso puede ser mortal a veces pero casi siempre es necesario :)

¡Nos leemos pronto!

Trauma » Adachi YutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora