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Tras oír el suave comentario en un murmullo a su espalda, Gabriel se giró lo suficiente para mirar por encima de su hombro. Deslizó su mirada por entre la gente y su atención se enganchó en un grupo de tres personas –Poison Ivy, Bane y Marilyn Monroe. 

Era Marilyn con un vestido rojo corto y muy ajustado, que le miraba por entre las pestañas con un interés inconfundible que captó su atención. Gabriel se permitió un último vistazo rápido, disfrutando de la vista. Unos brillantes tacones color plata, abiertos y muy altos adornaban los pies de la mujer, sus uñas pintadas de rojo sobresalían por la abertura del zapato. Piernas largas, esbeltas y ligeramente bronceadas desaparecían por debajo de la falda levemente acampanada del vestido rojo que utilizaba. La tela roja se extendía provocativamente a través de una delgada cintura, un esbelto torso y por sobre unos pechos copa A. Como Gabriel nunca había sido un hombre tetas, aquello no le molestó. 

En su lugar, la delicada columna del cuello de la mujer le llamó. Quería mordisquear el tendón, lamer la carne de aspecto suave y dejar una marca. La pija de Gabriel se engrosó en sus pantalones de cuero. La tela no se extendía como la de los jeans, provocándole una molestia que le tentó a acomodarse. Aplacando esa necesidad, Gabriel se centró en el rostro ovalado de la mujer, cuidadosamente maquillado, en los ojos marrones y los brillantes labios rojos. La mirada de Gabriel permaneció en los labios rojos de la mujer – labios que combinaban con el rojo del vestido– por varios segundos. Luego, siguiendo con su mirada hacia el norte, se encontró con los ojos de Marilyn.

La sorpresa resplandeció en los ojos marrones brillantes de la dama, seguido de un sonrojo y entonces apartó la mirada. Un lindo rubor le coloreó las mejillas, profundizando el maquillaje.

—ah, mierda —murmuró Gabriel.

Girándose, vio que Julian se seguía alejando. Golpeó la parte posterior del brazo de su amigo, haciendo que el otro detective se volviera. Una vez consiguió la atención de su compañero, Gabriel murmuró:

—¿Quién mierda es?

Julian se volvió, echó un vistazo a su rostro, luego miró en dirección a la que Gabriel veía.

—Uh, ¿a quién estás mirando? — preguntó, claramente confundido.

—Marilyn Monroe. —Gruñó Gabriel, viendo a la mujer que se giraba hacia el hombre y aceptaba un vaso con vino blanco. La forma en que su falda se arremolinaba, mostrando sus muslos cremosos y tonificados, hizo que las bolas de Gabriel hormiguearan—. ¿La conocés?

Tras divisar al trío, Gabriel se dio cuenta rápidamente que Marilyn no estaba con el hombre. Infiernos, cualquier fan de Batman se daría cuenta que el tipo, convincentemente disfrazado de Bane, era la cita de la pelirroja disfrazada como una autentica y muy sexy Poison Ivy. Caliente, claro, pero claramente ocupada. Gabriel había aprendido hacía años a diferenciar y despedir a mujeres ocupadas. La señorita Monroe definitivamente no estaba con Bane.

—¿Quién?

Gabriel se las arregló para arrancar la mirada de la sensual mujer y dirigirla a su compañero en la policía. Se contuvo para no soltar un resoplido. Por supuesto, su amigo no comprendería la fascinación que tenía por la mujer de vestido rojo... Marilyn Monroe o cualquier otra.

—La dama de rojo. —Espetó suavemente Gabriel—. ¿Alguna idea sobre quién es?

Julian observó descaradamente a la mujer vestida como Marilyn. Al cabo de unos segundos, ladeó su cabeza y entrecerró los ojos. — Bueno, mierda... —murmuró—. Si no lo supiera mejor, diría que es el Doctor Quattordio.

Un doctor.

Cielos.

Super fuera de mi liga.

LLÉVAME #3Where stories live. Discover now