Prólogo

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Observó atentamente cada movimiento de la chica mientras recogía todo. Su hermano había ido a cambiarse a su habitación asignada y el ya-no-pulpo había hecho lo mismo. Él permanecía sentado siguiendo con su mirada mercurio todas las acciones que su novia realizaba sonriente. Rememoró cada centímetro, la textura de su piel, el sabor de sus labios, la suavidad de su cabello, dibujó cientos de caricias en su cuerpo con su mente; pero no en un sentido de amor físico y carnal, no la miraba con un mero deseo sexual, sino con el más puro y tierno cariño.

Oye, que casi parece que te la estás comiendo y es mi hermana. —un ligero empujón en su hombro izquierdo le hizo despertar de su hermoso trance y girarse a ver al mayor.

—Bueno, que solo la mire es lo mínimo que la he hecho. —el de hebras plateadas frunció el ceño y gruñó ligeramente, apartando la mirada. No se parecía en nada a aquel que casi los mataba y acababa de instalarse en la clase E y en su casa como el novio de su amada (t/n).

—¿Qué os ocurre ahora? —preguntó la mencionada con una sonrisa divertida, acercándose a ver a su hermano y novio.

—Nada, solo hablábamos. —arqueó una ceja ante su respuesta, pero no recibió más respuesta. —Como sea, buenas noches hermanita. —posó un beso en su frente con cariño y subió de nuevo las escaleras. Segundos después una cabellera azabache se asomó por dónde había desaparecido el joven y les miró con su habitual sonrisa.

—También iré a dormir en un rato, me quedaré leyendo un poco. Si necesitáis algo, sabéis dónde estoy.

—Claro, Koro-sensei. Hasta mañana.

—Oh, y usad protección si vais a hacerlo y sobretodo no hagáis ruido o tu hermano se molestará. —desapareció de nuevo dejando un fuerte rubor en el rostro femenino y un ligero color en el contrario, aunque rápidamente varió por una sonrisa.

—Pues... no es mal plan. —le miró obvia y bufó.

—Karma, no. —se dirigió a la habitación que ambos compartían para dormir tras un largo día.

—Oh~, ¿por qué? —cuestionó tumbándose en la cama junto a ella y pasando sus brazos por su cintura.

—Estoy agotada, otro día cariño. Además, hay compañía en casa y no es conveniente. —murmuró, antes de caer completamente rendida. El pelirrojo sonrió y cerró los ojos, recordando que efectivamente, habían tenido una larga fiesta de graduación.

...

Habían decidido hacer una pequeña fiesta de graduación en la clase E, claro que para ello decidieron una hora y todos corrieron a cambiarse y prepararse. Suerte que los padres de (t/n) no estaban y pudo entrar a ahogarse hasta encontrar un vestido más o menos sencillo al menos. Sin embargo, cuando llegó junto a su mejor amiga al patio de la clase E dónde estaban todos, los ojos mercurio del chico no pudieron evitar posarse en ella y quedó atrapado. Su cabello (c/p) suelto como casi siempre estaba perfecto, dejando paso a sus hombros descubiertos y su vestido rojo vino, sujeto a su cuello por una cinta y sin mangas. Se ceñía a su torso remarcando sus hermosas curvas y bajando a su cintura, dónde dejaba paso a una falda asimétrica. La parte de atrás llegaba hasta la rodilla, mientras la delantera iba por la mitad del muslo. Sus largas y ágiles piernas bajaban hasta unos zapatos con escaso tacón del mismo rojo.

Era algo sencillo que no costaría encontrar por las tiendas de la ciudad, pero había atrapado sus ojos como si fuera una reina, SU reina. Perfecta, preciosa...

—Akabane, agradecería que dejaras de comerte con la mirada a mi hermana. —advirtió el aprendiz del Shinigami en su momento, colocándose a su lado con su sonrisa llena de falsa amabilidad.

Juntos (Karmaxlectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora