Capítulo 14: Jocker

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Es martes 20 de junio, el día de la cita.

Bajo a desayunar y mi madre está cocinando algo delicioso que deja encender tu imaginación con la mezcla de aromas sobre el fuego de la estufa.

Me acerco a darle un beso en la mejilla y le doy los buenos días.

—¡Jocker! Me asustaste hijo—Responde exaltada, pero se relaja al reconocerme.

—Siempre has sido tan silencioso al bajar las escaleras que yo ya debería estar acostumbrada a esto—Vuelve su mirada a lo que está cocinando y yo me siento en el banquito cerca de la barra del comedor.

—Sabes madre... Creo que hoy será un buen día—Empiezo a girar sobre el banco una y otra vez.

—¿A qué ha venido eso hijo? creo que todos los días son especiales,  eres tú quien le da sentido a ellos, tú haces que las cosas ocurran o que no—Me responde y me indica que le acerque algunos ingredientes para su platillo.

—Nada en particular—Le informo. 

—Solo que en ocasiones me gusta pensar en algunas cosas, siento que muchas veces disfruto más estar sentado en el jardín viendo el cielo, a estar rodeado de personas que no les interesa en lo absoluto conocer el alma de la persona a su lado, yo...no quiero ser como el resto madre, no quiero ser un personaje más—Estoy colocando la mesa y cubiertos para el desayuno, y a los pocos segundos noto que mi madre coloca su mano sobre la mía.

—Quizás no lo notes, pero eres la clase de chico que no puede pasar desapercibido, tienes ese brillo particular que atrae a las personas, y no hablo precisamente del físico, eres mucho más que eso, la nobleza de tu ser, la inocencia de tus sentimientos, la capacidad de darle significado a lo que otros ignoran y tu enorme amor por la literatura. Eres el hijo que agradezco poder tener—Me acaricia los nudillos e implanta un beso en mi frente.

—Y tú eres la madre más dulce que cualquiera quisiera tener—Me envuelvo entre su pecho.

—¿Bajarán a desayunar mis hermanos y papá—Le pregunto al notar que a nuestro alrededor nos invade el silencio, permitiendo escuchar perfectamente la carne que se fríe sobre el sartén.

—Tu padre desayunó temprano para irse al trabajo, Danielle ya se ha ido a la escuela y Hugo sigue dormido en su habitación—La escucho mientras pico un poco de fruta fresca para agregarle a los hotcakes.

—Planeo salir un rato por la tarde, ¿te molesta si me ausento hoy en el negocio?—Le informo.

—No me molesta, sé que un día antes de la graduación los chicos van a bailes y reuniones para convivir por última vez, descuida, yo iré más tarde a administrar el negocio, sólo te pido que te portes bien y por favor no vuelvas tan noche a casa tesoro—Ambos servimos el desayuno y ella comienza a contarme algunas experiencias cuando tuvo que comprar el vestido perfecto para su baile de graduación y lo perfecto que fue que mi padre le declarara su amor aquel día.

Disfrutaba aquellos pequeños momentos en que mi madre se abría a mí para contarme las hazañas que tuvo cuando era joven, de alguna manera me hacía sentir más cercana a ella, a pesar de que yo no tuviese tantas experiencias que narrarle.

Luego del desayuno subo a mi habitación para ver otro capítulo de mi serie, mientras llegaba la hora para la cita, me recuesto en la cama y al cabo de unos minutos se escuchan unas pequeñas patitas subiendo las escaleras.

Esku era mi perro salchicha, lo tenía conmigo desde hace unos 4 años, pero cada que él me veía era como si nos presentaran una y otra vez, porque siempre reaccionaba tan emocionado como la primera vez que llegó a casa. 

BYLUR (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora