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Primer paso: ¡Mandar al carajo a todos los que le dieron la espalda! Ir solo con aquellos que si eran buenos amigos. Y luego perdonarlos, porque tener enemistades no es algo bueno, pero nunca olvidar.

—Alemania.

—Hola.

El inexpresivo alemán miope saludó, con su voz tan formal y seca de siempre.

— ¿Qué tal la situación, pana? ¿Tu jevo ya se dio cuenta? —con confianza, empezó a charlar.

Su jevo... ¡Qué curioso que en la última reunión haya hablado con él tan a gusto! Ya conocía un poco mejor a Polonia, así que ¿por qué no ayudar a uno de los pocos que no le dejó caer tan fuerte?

En aquel momento, el moreno no era consciente de que no podría ser capaz de hacer algo como eso.

—Aún no.

—Ya caerá, tu va a ver.

— ¿Y tú...? ¿Qué tal? —preguntó el Alemán, acomodando sus gafas sobre el puente de su nariz.

—Igual, poco ha cambiado la cosa —se encogió de hombros, alzando las manos en señal de aparente indiferencia—. Eso sí, hay un tal que quiere "mi perdón".

— ¿Le puedo convertir en jabón?

Divertido, el de cabellos medianamente largos negó.

—Eso sonó muy a tu padre.

—Creo que si...

Ahí murió la conversación.

Era curioso ver al dominicano de esa manera, hablando tan libremente y cambiando tan seguido de expresión. Aun siendo ese un tema que el día anterior lo tenía llorando de la manera más literal posible, seguía creando bromas con ello cuando quienes le juzgaban no estaban a los alrededores.

Era raro, muy raro a los ojos ajenos. Pero en esas facetas había todo un poema descrito, cualquiera que se diera el tiempo podría notarlo al observar como sus ojos siempre parecían sonreír. Era verdaderamente una lástima que el mundo no lo notara así todavía.

Alzando Vuelo [Countryhumans]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora