2. Sin Recuerdos (Saga «La Única»)

#10 Victor

Actualidad - Miércoles 31 de Octubre

—¿Tú estás tonto o qué te pasa?

Jake me está dando la lata en una de las habitaciones del piso superior. Yo me paseo de un lado al otro nervioso.

—¡Mierda! —grito removiéndome el pelo.

He estado a punto de besarla. Joder, si llego a hacerlo esto se podría haber puesto muy, pero que muy feo. Su olor me enloquece, sus ojos me hacen perder el juicio, su sonrisa me derrite, toda ella me seduce pero... verla de esa manera, de pie frente a mí, con sus ojos cerrados, sus labios entreabiertos pidiéndome a gritos que la bese como deseo tanto hacerlo... sí, eso me vuelve completamente loco.

—Victor, cálmate.

—¿Qué me calme? ¿Cómo quieres que me calme?

—Para empezar siéntate.

—No puedo.

Sigo caminando de un lado a otro abriendo y cerrando los puños.

—No puedo más Jake, no puedo seguir así.

—Vic...

—Me muero si tengo que vivir toda mi vida alejado de ella.

Jake me mira con compasión.

—Es mi vida, mi todo... es mi Única Jake —susurro frenando por fin.

—Lo sé —susurra de vuelta.

—¿Qué hago?

—No lo sé... me encantaría ayudarte pero no sé cómo hacerlo. Lo siento.

Me dejo caer al suelo derrotado y busco la fotografía que tengo suya escondida detrás de mi móvil. La acaricio en silencio tranquilizándome.

—¿Qué tienes ahí? —me pregunta Jake sentándose a mi lado en el suelo.

—Me la regaló ella antes de que pasara todo este desastre —le digo tendiéndosela para que la mirara.

—Está muy guapa.

Lo está; preciosa en realidad. La sonrisa que tiene en esta fotografía es capaz de iluminar todo mi mundo. La echo de menos.

—No la he visto sonreír.

—Bueno, se estaba ahogando cuando hemos llegado.

—No, me refiero a que... desde... desde ese día —digo sin poder decirlo en voz alta—, no la he visto nunca sonreír. Ni una sola vez.

Amalia, nuestra Sanasachd del clan, me lo advirtió.

.      .      .

Una vez estoy más tranquilo bajamos donde está todo el mundo. La música está muy fuerte y todo el mundo baila, todos disfrazados. Jake me hace una seña con la cabeza hacia la cocina para ir a buscar algo de beber. Yo asiento y lo sigo. De repente frena y me señala algo en la pista de baile. Sigo su dedo y observo a Nora bailando con mi primo. Frunzo el ceño, no me gusta esa imagen. Mi sangre hierve de celos y furia. Pero esta vez no es de posesión, sino de envidia. Envidia de que Aaron pueda bailar con ella y yo no. Nunca he podido bailar con ella. No pude hacerlo en la fiesta de casa de Natalie, no lo hice en la fiesta de otoño del instituto y no puedo hacerlo ahora en la fiesta de Halloween. ¡Qué mierda!

Pero Jake me sigue diciendo que mire. ¿Es que quiere que empiece a romper puertas? Mi mirada de incógnita le parece divertida, pero al final lo oigo decir: