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Continué con mi trabajo, es decir ordené toda la mierda de los jugadores. Aún pensaba en lo enojado que se había ido el Erick. Ah, pero a la mierda, ya se le iba a pasar. Cuando terminé de guardar las cosas las llevé adentro junto a los otros utileros, para luego llevarlas al bus.

—Oye—escuché una voz femenina hablándome. Me giré y me encontré con la nueva kinesióloga de la selección—Agustina ¿Cierto? —preguntó con voz simpática. Ay odio a la gente simpática, probablemente porque yo soy una pesada y amargada de mierda.

—Sí, esa soy yo. ¿Qué pasó? ¿Qué querís? —le pregunté mirándola para arriba porque era muy alta o en mi perspectiva se veía muy alta no sé.

—Emm bucha soy nueva aquí y no sé, he andado sola todos estos días. Así que buta cuando tengas tiempo libre podemos salir o no sé ir a la playa juntas—dijo dándome una sonrisa. Quería rodar los ojos, yo no era muy amiga de las minas, no sé, normalmente solo tengo amigos hombres. Suspiré. Igual no podía ser tan pesada con la cabra, aunque fuera regia, alta, simpática y todo lo que me gustaría ser a mí.

—Está bien, normalmente tengo que trabajar pero tengo algunos ratos libres...

—Agustina, ven te necesitamos— gritó el señor José, uno de los utileros.

—Bueno ahora no, pero mañana en la tarde quizás podríamos salir ¿Estay en nuestro mismo hotel no cierto? —pregunté

—Sí, ahí estoy.

—Bueno entonces ahí te busco y coordinamos bien.

—Dale, eso me gustó, ahora anda a trabajar no más—me encaminé a donde tenía que ir. En ese momento vi salir al Charles Aránguiz del camarín y acercarse a la nueva kinesióloga, o sea la Sofía creo que era. Se acercó mucho a ella y estaban teniendo como una conversación que parecía intima, txa ni un día lleva trabajando y ya tiene algo con un hueón de la selección, pero bueno ese no es mi problema, ella puede hacer lo que quiera, con que no me moleste en mi trabajo todo bien. Así que me fui a hacer lo realmente importante, es decir trabajar.

Ay, estaba tan cansada ya, como que siempre tenía sueño y estaba cansada, probablemente porque nunca trabajé con un horario tan exigente, pero todo por el fútbol.

—Agus—pegué un salto al escuchar la voz del Nico en mi oreja.

—¡Conchetumadre! —exclamé. Sentí la risa de él—Me asustaste hueón. ¿No ves que estaba concentrada? Me pudo haber dado un infarto.

—No seas ridícula. Oye ¿quieres ir a almorzar conmigo?

—Nico...—suspiré.

—Oye es solo por buena onda Agus, demás que tenís hambre po, si has estado toda la mañana trabajando.

—Sí, muero de hambre, pero tengo que seguir trabajando po. No puedo irme así como si nada.

—Ya, pero tú tranqui, yo le hablo al don José, y te va a dejar ser libre un ratito. Si es solo para almorzar... Tú espera aquí no más—dijo.

Después de un rato volvió el Nico, don José me había dado permiso para ir a almorzar con él. Solo esperaba que esto no se prestara para malos entendidos con mi papá. No quería que me hueveara y me amenazara.

Igual la pasaba bacán con el Nico, me caía re bien, por suerte no me coqueteó ni ninguna hueá así, o si no lo iba a mandar a la punta del cerro. Me llevó a un local bien bonito en Salvador de Bahía. Nos sentamos en una mesa, el mesero vino y nos trajo el menú. Lo comencé a revisar.

—Oye ¿Cachaste a la nueva kinesióloga?—preguntó el Nico. Levanté mi vista del menú.

—Sí, ¿Por qué? No me vengai a decir que te la quieres jotear también igual que todos los otros calientes de la selección—él soltó una risa.

Secreto || Erick PulgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora