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Erick

Tenía la pura cagá en mi puta vida, y ya no sabía cómo resolver esta mierda. No sabía qué hacer con la Sofía, mi esposa y con la Agustina.

A mi esposa, la Sofi yo la amaba y sinceramente pensé que iba a estar junto a ella toda mi vida, hasta que llegó la Agustina y no sé cómo sucedió pero me enamoré de ella... ¿Acaso se podía estar enamorado de dos personas al mismo tiempo? La gente normal diría que no, pero yo pienso todo lo contrario, estaba enamorado de las dos...

A pesar de todo, estaba feliz, feliz con las dos, sé que estaba mal lo que estaba haciendo, pero no quería alejarme de ninguna de las dos, la Agus me hacía sentir vivo, siempre me hacía reír con sus cosas y además me encantaba que fuera peleona y la Sofía era mi esposa, la primera mujer que me había enseñado lo que era el amor, la mina con la que quería tener hijos y formar una familia... Ninguna de las dos se merecía lo que estaba haciendo, pero yo no era un buen hombre, no quería renunciar a ninguna... Pero todo se hacía difícil ahora que la Sofía había empezado a trabajar en la selección como kinesióloga, inevitablemente se iba a encontrar con la Agus e iban a cachar mi engaño, más encima no sé por qué la Sofía estaba empeñada en hacerse amiga de la Agus...

Con la Agus fuimos a una disco, sé que no debería puesto había partido y debería estar concentrado, pero me había enojado porque había visto a la Agus con el Nico en un restaurante y lo más ridículo de todo es que al haber visto a esos dos me enojé con la Sofía, la agarré con ella, todo porque los quería ir a saludar y obvio que yo no quería que ella estuviera cerca de la Agus, era un imbécil, bueno luego de eso la Agus llegó a mi pieza y obvio que me alegró el día y la invité a salir...

La pasamos terrible de bacán en la disco, bailamos, nos comimos, estuvo la raja, bueno excepto porque la Agus tomó un poco de más...

—Vamos Agus camina—le dije apenas nos bajamos del taxi y entramos a la recepción

—Ay flaco, no quiero caminar—replicó ella. Sonreí. Bueno si no quería caminar, no había otra alternativa, la tomé entre mis brazos—Oye flaco bájame si peso como cien kilos, te vas a quebrar—solté una risa. Su peso no era nada para mí.

—No seas ridícula Agus, estás bien, y no me voy a quebrar. Ya ahora coopera y no te muevas—le dije porque estaba pataleando, ella se resignó, se aferró de mi cuello y puso su cara ahí. Seguí caminando con ella en brazos hasta que llegamos a la puerta de su pieza, tenía que pedirle la tarjeta para abrir la puerta, pero ella se había quedado dormida, le dije que no tomara tanto...

—Oe hueón, te busqué por todos lados—levanté mi vista y me encontré con el Eduardo—Obvio que andabai con la Agus—rodó los ojos. ¿Qué le pasaba a este hueón? Si él había sido mil veces infiel así que no sé por qué me miraba con reproche—Te llamamos como mil veces al celu...

—Se me quedó en la pieza—dije, en verdad yo lo había dejado ahí y apagado porque no quería hablar con la Sofía porque estaba enojado con ella, lo cual era una estupidez si ella no había hecho nada malo—¿Qué pasó? —el Eduardo le dio una mirada a la Agus que estaba plácidamente dormida en mis brazos—Dime no más si la Agus está durmiendo, además tomó más de la cuenta, no va a cachar

—Ya, como quieras, asaltaron a la Sofía—mierda, esto era mi culpa, por enojarme con ella y por dejarla sola en un restaurant a la mierda del hotel en esta ciudad tan peligrosa

—Mierda, ¿Cómo está?

—¿Cómo quieres que esté po hueón? Mal po, deberíai ir a verla hueón, lo único que hacía era preguntar por vóh y vóh brillando por tu ausencia...—no hueón, mi princesa, conchetumadre, soy el peor esposo...

Secreto || Erick PulgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora