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La alarma sonó, me quejé, era hora de levantarse puesto había un vuelo que tomar para volverse a Chile. Me giré en la cama buscando al Erick, pero su lado de la cama estaba frío como que se hubiese levantado hace mucho rato. Abrí mis ojos y efectivamente estaba vacío. Lo llamé puesto quizás estaba en el baño, pero no, no había nadie. No había ni rastros del Erick. No estaba su ropa, ni nada. Me metí a la ducha para darme un baño rápido, cinco minutos después salí de la ducha y me vestí. Tomé mi celular a ver si tenía un mensaje del Erick, pero nada, supongo que estaba en su pieza arreglando sus cosas, por lo que le mandé un mensaje. Se supone que hoy los dos a la hora del desayuno íbamos a hablar con mi papá y con su familia por eso tenía que encontrarlo.

                Dejé todas mis cosas listas y fui a la habitación del Erick. Toqué la puerta tres veces, ahí apareció Jean a abrirme.

―Hola Agus ¿Qué pasa?

―Hola Jean, ¿Está el Erick? ―pregunté.

―No, no llegó a dormir anoche― ¿Dónde mierda se había metido este hueón? Me estaba preocupando, aunque no debería, quizás había ido a ver a su familia.

―Dale, gracias―el Jean asintió y cerró la puerta. Tomé mi celular y marqué el número del Erick pero sonó apagado. Por la cresta. ¿Dónde se había metido el hueón?

                Me rendí intentando encontrar al Erick así que bajé a tomar desayuno quizás ahí lo encontraba. Pero cuando llegué al salón no estaba, quién si estaba era mi papá que estaba sentado en la mesa con el Nico, apenas me vieron mi papá me hizo señas.

―Agus hija, ven―tomé un plato con algunas frutas y me fui a sentar con ellos.

―Buenos días papá―le di un beso en la mejilla―Buenos días Nico―le sonreí y me tiré en el asiento al lado de él.

―Estábamos hablando con Nicolás y me estaba contando que en verdad tienes mucho talento para el fútbol―miré al Nico quien me dio una sonrisa.

―Es lo que te he dicho siempre papá, es lo que quiero hacer―él suspiró.

―Sí sé Agustina, pero siempre pensé que solo era un capricho tuyo para llevarme la contra con lo de la universidad, pero hablando con Nicolás me he dado cuenta que en verdad es el sueño de tu vida jugar al fútbol y yo no voy a ser el que te va a cortar las alas Agustina, tu mamá me hizo prometerle que yo velaría por tu felicidad, pero no lo he estado haciendo, estaba ciego, por fin alguien me hizo abrir los ojos. Así que hija yo te voy a ayudar en todo lo que sea necesario, tengo muchos contactos―sonreí y los ojos se me llenaron de lágrimas. Nunca había escuchado a mi papá hablar así, lo que sea que le haya dicho el Nico lo había hecho cambiar de opinión respecto al fútbol, porque sé que esto de ser utilera solo había sido un castigo y que en verdad no me iba a ayudar, pero gracias al Nico lo iba a hacer. Me puse de pie y abracé a mi papá.

―Gracias papi. Yo sé que tú hubiese querido que fuese ingeniera o algo así, pero no estoy hecha para eso, mi vida es el fútbol.

―Lo sé Agus, bien ahora yo me voy que tengo que hablar con Reinaldo, los dejo―se puso de pie y se alejó, me volví a sentar al lado del Nico.

―¿Qué le dijiste para que cambiara de parecer?―pregunté

―Nada, solo le hablé de lo seca que eres y que tiene que dejarte ser feliz, porque lo que él piensa que te hace feliz en verdad no lo hace. Cuando juegas a la pelota eres la mujer más feliz del mundo, hasta un tonto podría darse cuenta de eso...

―Nico eres el mejor amigo que pude encontrar en serio―le di un abrazo de oso y comencé a darle besitos en la cara.

―Sí bueno, me gustaría ser más que un amigo, pero me conformo con eso y con verte feliz―me separé de él. Igual me daba un poco de pena el Nico, yo le gustaba y yo igual alenté esa mierda a pesar de que yo quería al Erick―Bueno, me temo que tendré que dejarte sola porque le prometí comprarle algo a mi hijo y aún no lo hago. Cuídate Agus, espero poder verte pronto y que seas muy feliz...

Secreto || Erick PulgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora