chapter five.

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Felix caminaba tranquilamente por el final de los pasillos, el timbre que indicaba la hora de salida había sonado hace menos de diez minutos. Sus pasos eran pesados, necesitaba llegar pronto a casa pues el cansancio lo consumía más y más.

—Felix, no sabía que seguías aquí.

El rubio interrumpió su camino cuando vio el bonito rostro de aquella chica frente a él, llevaba unos libros sujetados contra su pecho, sonreía brillante a pesar de lo exhausta que se veía.

—Estoy a punto de irme, me atrasé en salir porque a alguien le pareció gracioso llenar mi casillero de inhaladores — rodó los ojos con fastidio, recordando lo mucho que tardó en recogerlos una vez que cayeron al suelo —, ¿Qué hay de ti, YeRim?, Ya es tarde para que sigas en la escuela.

La chica soltó unas risitas nerviosas, esperando no ser descubierta por aquel gesto.

—Tuve que quedarme a buscar unos libros para una investigación — soltó simple, señalando lo que llevaba entre sus brazos —. El profesor Han me ha castigado por no guardar silencio, así que aquí me ves.

Ambos se soltaron a reír, más que nada por la mala fama que le habían creado al profesor de Artes.

—Entiendo — pronunció Felix, con una sonrisa a la chica.

Ambos quedaron en silencio cuando el celular del rubio comenzó a sonar, este miró la llamada entrante de su madre, haciéndole sonreír de lado.

—Lo lamento YeRim, tengo que irme.

—Oh si, no hay problema — la chica se despidió de él con una señal —, ten una bonita tarde, nos vemos, Felix.

El ojiazul asintió, se alejó de la chica a largos pasos, sabía que sí no salía rápido y entraba al campo de visión de su madre, ella haría un escándalo hasta encontrarlo.

Sonrió para sus adentros cuando miró la bonita imagen de su madre esperándolo dentro del auto, jaló de su tanque de oxígeno hasta llegar a dónde el bonito Jeep rojo se encontraba estacionado.

—Hola Lixie, ¿Qué tal la escuela?

Felix miró el rostro de su madre por encima de su hombro, esta acomodaba su cinturón de seguridad a punto de comenzar su trayecto a casa.

—Bien, estoy cansado — soltó cortante, acomodando su mochila en los asientos traseros del automóvil.

—Papá llegó temprano hoy — Felix la miró de soslayo una vez que el auto se ponía en marcha —. Está preparando la comida.

—¿Sí?, Me alegro.

La mujer soltó un suspiro cansada, mantenía su mirada fija en el camino aunque su cabeza parecía ocupada en otra cosa.

—¿Tienes mucha tarea?, Tu padre y yo planeábamos disfrutar una buena tarde de películas y dedos de queso.

El rubio dejo de mirar por la ventana para girarse a dónde la mujer que le había dado la vida, resopló totalmente cansado, preocupando a su madre al instante.

—Pasa algo, Felix.

El tono duro de la voz de la mujer lo hizo temblar en su mismo asiento.

—¿De qué hablas?, No es verdad — espetó en un tono seguro, esperando que aquello bajara las amenazas en su madre.

—No mientas, Lee Felix — murmuró ella totalmente resignada —. Nunca te rehúsas a las tardes que tu padre y yo acomodamos para pasar en familia.

—No me rehusé, mamá — bajó la voz, evitando usar su tono altanero con ella, era eso o ser castigado por aquella mínima acción.

proyecto a, emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora