chapter fifteen.

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maratón 2/3.

—¿Nos vamos? — preguntó el rubio mientras se acercaba al rizado.

—Oh, mmm, está bien — habló mientras miraba de reojo a su mejor amigo.

—Oh, hola, mucho gusto — sonrió Matthew al chico con el que hablaba el rizado —. Soy Matthew, ¿tú eres?

—Diego — sonrió falsamente.

—Bueno, Diego, no quiero molestarte pero Emilio y yo nos tenemos que ir, espero verte luego.

—Espero lo mismo — respondió entre dientes, miraba mal a su amigo con la intención de que debía de contarle todo.

—Adiós, Diegochas — habló Emilio mientras le daba un abrazo a su amigo —. Me saludas a Adrián.

—Claro que sí.

El rubio y el rizado se despidieron del amigo de Emilio para subirse al auto de Matthew.

—¿A dónde quieres ir hoy?

—¿Me invitas a ver una película a tu casa? — preguntó el chico mientras lo miraba atentamente.

—Me encanta la idea.

Matthew puso el auto en marcha mientras sonreía por dentro al darse cuenta de que su parte del proyecto estaba más que funcionando.

Las calles de la ciudad estaban alumbradas por luces, mientras que caían varias gotas de lluvia y veían pasar a los autos a través de las ventanas. Emilio se encontraba mirando todo el paisaje por aquella ventana del auto, el aire fresco daba contra su cara, suspiraba al darse cuenta con quién iba en aquel auto, simplemente no podía creer en lo bajo que había caído, pero todo eso era por el bien de su relación con Joaquín. Debía alejar a Matthew lo más que pudiera, no quería seguir dañando a su novio aunque no supiera nada. Sentía cómo caían gotas de agua sobre su rostro y eso en cierto modo lo tranquilizaba. Sabía que sí alguien se enteraba de lo que planeaba, estaba muerto. En sus pensamientos podría pensar en cómo se sentía Joaquín y sus amigos al planear el famoso Proyecto E. Pero eso quedó en el pasado. Cómo debía quedar todo lo que estaba haciendo sólo por dejar de lado a aquel chico de ojos azules.

—Mmm, Emilio, debo dejar el auto aquí, puedo explicarte por qué, pero no tiene importancia, ¿nos bajamos ya?

—Está bien.

Ambos se bajaron del auto del mayor, Emilio se recargó en el auto mientras esperaba a que el rubio se acercara a él y le dijera donde quedaba su casa. El auto se encontraba frente a una casa muy grande y ésta tenía un gran árbol en la entrada.

Matthew lo tomó sorpresivamente por la cintura para después robarle un beso, el cuál Emilio tardó en corresponder, pero así lo hizo. Los brazos del rizado rodearon el cuello del ojiazul, profundizando casa vez más aquel beso que ambos se encontraban disfrutando. Varios truenos comenzaron a escucharse en el cielo el cual ya estaba pintado de un color negro. Las gotas aumentaban de velocidad y de cantidad, haciendo que ambos cuerpos se empaparan rápidamente.

Los brazos de Matthew seguían aferrados a la cintura del menor, ninguno de los dos se dignaba a terminar aquella caricia.

—Vayamos a terminar ésto, ¿no lo crees, precioso?

Emilio sólo se limitó a asentir. El rubio tomó al rizado de la mano y ambos comenzaron a correr hacia la casa de Matthew, la cual era de un color blanco.

— 🛬

—Todos ya saben con quién les toca en la habitación, ¿verdad?, les recuerdo que las llaves las tendrá la persona que ustedes elijan, al igual que los controles remotos y el control para el aire acondicionado, para cualquier duda, mi habitación será la doce, sólo digan quiénes son ustedes y yo los atenderé — sonrió el chico mayor mientras acomodaba su cabello —. Por sí no recuerdan, mi nombre es Brandon, su coordinador.

Joaquín se encontraba subiendo por el ascensor a su habitación, la cual compartía con Geovanni y Nikolas.

—¿Ya te contestó Emilio? — preguntó el ojiverde mientras se echaba a la cama.

—Aún no — respondió Joaquín mientras suspiraba y se sentaba en uno de los sofás que se encontraban ahí —. Quizá está ocupado.

—Mmm, chicos lamento interrumpir su plática, pero Brandon está revisando que todas las luces de las habitaciones estén apagadas.

—Está bien — respondieron ambos chicos.

—Buenas noches — habló Nikolas.

—Descansen — respondió Geo.

—Dulces sueños — sonrió Joaquín.

Joaquín apagó la luz para adentrarse entre las cobijas para dormir y dejar de estar tan al pendiente de su novio, pensaba que era Viernes y que quizá estaba estudiando o viendo alguna película o serie. Sin embargo no estaba haciendo ninguna de esas acciones.

—🌙

Se besaban de forma salvaje, cómo si no hubiera un mañana, Emilio se encontraba sentado arriba del rubio. Sus labios seguían unidos, éstos provocaban un ruido demasiado molesto, el cuál les estaba agradando a ambos, o eso se hacía pensar.

Matthew besaba el cuello canela del menor, mientras acariciaba su espalda, podía sentir el miembro erecto del rizado frente a su abdomen haciendo que se excitara. Emilio saltaba de forma rápida haciendo que el contrario tuviera todas sus ganas al límite cómo para querer terminar con ellas.

Sus labios volvieron a unirse una vez más. El ojiazul sonreía al escuchar los gemidos de Emilio mezclados con su nombre.

—M-Más rápido, bebé — gruñó Matthew al sentir cómo era que Emilio dejaba de saltar sobre él.

Las grandes gotas de la lluvia chocaban contra la ventana, la cual se encontraba cerrada y con la cortina levantada, dejando la luz de la luna pasar. La única luz que se encontraba alumbrando aquel lugar.

De un momento a otro, el rizado quedó debajo del rubio, el cual se encontraba demasiado excitado y estaba más que ansioso de volver todas sus fantasías sexuales en realidad.

Sus gemidos hacían eco en aquella habitación, sólo podían pensar en ellos dos, sólo importaban ellos dos. Emilio sentía demasiado placer combinado con tristeza y arrepentimiento, aunque seguía con su excusa de que era por el bien de Joaquín y suyo. Mientras que Matthew sonreía al sentir las paredes estrechas del menor, su sonrisa se hacía más grande al recordar el celular que se encontraba grabándolos.

❥ matt¡

proyecto a, emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora