El entrar a la Universidad era todo un mundo para cada persona que lo vivía, Emilio está a punto de comenzar sus clases y su vida universitaria.
Pero lo que más teme no es los trabajos pesados, los estresantes horarios y los sinfín de proyectos, le...
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LOS PASILLOS DE AQUELLA ESCUELA SE ENCONTRABAN realmente llenos, tanto por los estudiantes nuevos que reaunarían sus estudios en aquel colegio, tanto por los alumnos del primer semestre.
Aquel grupo caminaba rumbo a su nuevo salón de clases después de que se encontraran en la cafetería a una hora temprana para alcanzar a tomar algo como desayuno. El más bajo de ellos interrumpió su paso al sentir su celular vibrar, sacó su aparato de uno de sus bolsillos para mirar la notificación que le había llegado, sin pensarlo, una sonrisa se formó en sus labios rosados.
«Espero que te vaya genial, mi niño♡ »
Leyó aquel mensaje una y otra vez, sonriendo como niño pequeño cuando le dan algo tan sencillo como un dulce o algo por el estilo. El codo de su mejor amigo chocó levemente contra su brazo, haciéndolo salir de su trance. Apresuró a responderle el mensaje a aquel rizado que lo hacía tan bien, una vez que terminara, suspiró al ver la entrada saturada a aquel salón de clases, el cuál ya tenía varios alumnos ahí dentro, recordaba a algunos, aunque habían otros que jamás había visto en su vida, haciéndole recordar su primer día en aquel colegio.
Entrecerró sus ojos recordando lo que sucedió un año anterior; la llegada a la escuela, la primera vez que miró a su novio jugando baloncesto con sus amigos, después de escaparse de la primera clase que le había tocado.
Sus amigos se encontraban afuera del salón, esperando a que la mayoría de los estudiantes entraran, ya que sí intentaban ingresar a aquella aula, terminarían arruinando sus ropas y con un gran cansancio.
—¿De verdad te gusta, Igna? — preguntó la pelirroja a su amiga —. O sea, nuestra anterior escuela era mejor, eh.
—Es genial, no sé por qué ni te gusta — habló la rubia mientras buscaba algo en su bolso —, ¿tú tienes mi celular?
—¿Por qué lo tendría yo?
—¡Joaquito! — gritó cierto rubio el cuál seguía con su tinte.
—Hey, Niko — sonrió el castaño.
—No vuelvas a gritarme en el oído, idiota — habló la pelirroja contra el ojiverde, al cual miraba mal —. Será mejor que entremos, Igna.
Ambas chicas entraron al salón de clases, mientras aquel par de mejores amigos se miraron confundidos.
—Hola, hermosos hombres — habló Azul mientras saludaba con un beso en la mejilla a sus amigos.
—Obviamente el más hermoso aquí, soy yo — sonrió Andrés mientras abrazaba a su novia y depositaba un beso en sus labios.
—No coman pan frente a los pobres — sonrió Ian mientras chocaba los cinco con sus amigos restantes.
—Azul, te dije que me esperaras en los baños — habló Elaine —. Hola, gente preciosa.
