El entrar a la Universidad era todo un mundo para cada persona que lo vivía, Emilio está a punto de comenzar sus clases y su vida universitaria.
Pero lo que más teme no es los trabajos pesados, los estresantes horarios y los sinfín de proyectos, le...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
║▌│█│║▌║││█║▌║▌║
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
“Joaquín.”
Levante mi mirada de aquella lápida. Hacia algunas horas que había llegado a éste lugar. Había comprado un par de flores, se veía que solamente lo visitaban muy poco, cosa que me hacía sentir mal. Sabía que esas flores siempre fueron sus favoritas, maldición, sabía la mayoría de cosas sobre él.
Me encontraba sentado a un lado de esa lápida, cada semana iba a visitarlo, y sí se me complicaba un poco, lo hacía a las dos semanas, pero jamás había dejado de ir. Era un día antes de que comenzara el cuarto semestre, me encontraba quedando en casa de mi mamá. Tras la muerte de Ignacia, habían cerrado por tres meses las instalaciones de la escuela, y en esos tres meses sucedieron muchísimas cosas.
—Emilio Osorio — leí su nombre grabado, mientras varias lágrimas caían de mis ojos.
Era verdad, no quería saber nada de él, pero mínimo sabía que él seguía viviendo, lo hacía con tanta energía que jamás pensé que tendría tanto daño psicológico. Saber que ya no estaba, era... era lo peor.
Jamás me habían dejado verlo. Sólo sabía que tuvo unas grandes heridas en sus dos brazos, las cuales se había hecho con una navaja. Él siempre fue muy fuerte, ¿acaso era una forma para decir que se había rendido?
—¿Joaquín? — dejé de ver hacia aquella dirección para mirar sobre quién se trataba.
—Matthew — pronuncié al verlo, tenía una sonrisa dibujada en su rostro —, ¿qué te trae por acá?
—Vine a visitar a Geovanni y a Emilio — su semblante se volvía nervioso y la tristeza se notaba en él —. Veo que veniste por lo mismo, ¿no es así?
—Sí — hablé —. Uhm, es muy difícil saber que no los volveremos a ver.
—Sé que es difícil seguir adelante sin ellos, pero — su mano se posó en mi hombro —. Siempre seguirán vivos en nuestros corazones.
