Elisabeth estaba muy molesta. Sobre todo con su abuelo.
Ellos sin duda diferían en su concepto de diversión. Elisabeth quería salir de casa, ir al parque, tener amigos... Vivir una gran aventura.
Su abuelo consideraba que si le regalaba toneladas de juguetes y contrataba miles de niñeras, ella estaría feliz. Pero no, lo que Elisabeth estaba era harta.
Ella era pequeña, tan solo 7 años, pero ya era muy inteligente y comprendía que desde el accidente en el que sus padres habían muerto, su abuelo se había vuelto aún más paranoico, y no sin razón, el abuelo de la pequeña tenía muchos enemigos, y muy peligrosos. No es que fuera sobreprotector ni nada, sólo se negaba a dejarla sola. Y por supuesto todas las niñeras que contestaba eran horribles.
Ella sabía que él lo hacía por su bien pero ni que fuera de cristal, ella sabía cuidarse solita.
Así, que ese día, tras haber despistado a su tonta niñera, había usado su quirk para escapar de casa. Otra vez
Ella no conocía Tokio, así que naturalmente se había perdido, pero le daba igual, al fin y al cabo, su abuelo la acabaría encontrando. Ya tenían algo de experiencia en el juego del gato y el ratón
Deambuló por las calles y encontró un parque, pero aunque entre sus más grandes anhelos estaba hacer amigos, Elisabeth era un poco tímida y se limitó a sentarse en un banco y contemplar los alrededores. Cuando ya estaba anocheciendo, algo llamó su atención. Un pequeño gato negro paseaba cerca de unas casas. La niña se maravilló. Le encantaban los gatos negros, porque eran del mismo color que su cabello. Así que lo siguió, despacio, sin asustarlo, manteniéndose a una buena distancia.
Y así fue como llegó a presenciar una escena horrible.
La morena se había subido al tejado de una casa tras oir unos gritos del otro lado. Llegó justo para presenciar como Inko caía muerta y Izuku comenzaba a llorar. Elisabeth también acababa de perder a sus padres así que sintió el dolor del otro niño como propio y usando su poder apareció al lado de Izuku.
El peliverde, que lloraba desconsolado llamando a su madre, se sobresaltó al sentir el abrazo de una persona desconocida.
-¿Quién eres tú?-preguntó entre lágrimas. Sin embargo no se apartó del abrazo, pues en tiempos difíciles, una muestra de afecto resulta tan reconfortante...
-Mi nombre es Elisabeth. No puedes quedarte aquí tú solo. Es peligroso.
-No quiero irme sin mi mamá-Izuku se aferraba al brazo de su madre.
-Ya lo sé, pero ella se ha ido y tú no puedes quedarte solo-Elisabeth se levantó y le ofreció una mano a Izuku-venga, busquemos a tu familia.
El niño sollozó más alto.
-Yo ya no tengo familia.
La niña le sonrió con confianza.
-Entonces yo seré tu familia- Izuku la miró perplejo-yo también he perdido a mis padres. Pero vivo en una casa muuy grande y a mi abuelo seguro que no le importa que seas mi hermano.
Izuku, aún algo inseguro, le extendió la mano a Elisabeth que le ayudó a levantarse.
-Los... los héroes no han salvado a m...mi mamá-tartamudeó Izuku, el cual ya había parado de llorar y estaba empezando a sentir una enorme rabia-mi mamá no debería haber muerto.
-Los héroes son unos falsos, lo único que quieren es ser famosos y ganar mucho dinero. Al menos eso es lo que dice mi abuelo-Elisabeth, aún de la mano de Izuku, sonrió y gritó a pleno pulmón.
-ABUELO.
Y ante los dos niños, apareció el mayor villano de toda la historia. ALL FOR ONE
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Deku
Fanfiction¿Qué habría pasado si Izuku Midoriya hubiera perdido la fe en los héroes?