Capitulo 26

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 Kent College

Después de un momento de vacilación interrumpí la tensión de la conversación de los hermanos que ahora parecían discutir.

–Tengo muchas dudas –afirmé. Los dos Styles callaron y se volvieron a verme, yo estaba sentada sobre la cama. Harry volvió a incorporarse sentándose a mi lado.
–¿Dónde estamos? –comencé con la interrogación.
–Aquí vive Hashton–respondió Harry de inmediato.
–¿Adónde está Nicholas? –continué. Harry no me respondió, esta vez pasó su mirada hasta su hermano.
–Está aquí, en el salón de al lado –contestó Hashton.
–¿Por qué Nicholas no conocía a Harry si dijiste que ustedes crecieron juntos? –le lancé la pregunta exclusivamente a Hashton–. ¿Tú y Harry no crecieron juntos?
–No, escucha –espetó Hashton.
–La cosa es así. –interrumpió una voz exactamente igual pero con tono más pícaro, ése era Harry–. La profecía... Ésta estaba escrita mucho antes de que naciéramos, no sé quien fue el profeta culpable de mi desgracia pero este se encargó de escribir páginas y páginas con sangre de mortales profetizando una historia sobre los hijos del mal y el bien, es decir, nosotros. 
–Cuando mis padres se enamoraron..., –continuó Hashton interrumpiendo a Harry–. Fue Paul el que se encargó de decirles tanto a los seres del cielo como a los del infierno que la profecía estaba por cumplirse. Hubo una lucha entre ángeles y demonios en aquellos tiempos todo por culpa de nuestros padres, pero tanto el bien como mal tenían el mismo propósito que era separar nuestros a padres. Cuando mi madre salió embarazada fue demasiado tarde. Incluso intentaron asesinarnos antes de que pudiéramos nacer pero mis padres huyeron y se escondieron juntos. Para ellos no existía ni bien ni mal, para ellos solo existía el amor y nada más, bueno eso cuenta la leyenda. 
–Justo el día que nacimos... –interrumpió Harry a su hermano–. Algunos entrometidos se encargaron de hacer más miserable todavía mi vida y me lanzaron maldiciones cuando yo solo era calvito, sin dientes y desnudo que veía el mundo por primera vez –escuché a Hashton soltar una risita ahogada por el comentario de Harry, si yo no hubiera estado tan encantada con la historia también hubiese reído–. Por su puesto, en mi caso eran maldiciones, pero a Hashton solo se encargaron de "bendecirlo en gracia divina" –Harry hizo un gesto simbólico con sus manos simulando unas imaginarias comillas en el aire al decir esto último–. Paul D' Angelo, la Parca, junto con un ángel y un demonio más se encargaron de agregar paginas en el pergamino de la profecía, paginas repletas de predicciones del futuro, y esas estúpidas maldiciones que me hacen desgraciado. Y por su puesto escritas con sangre de mortales, mortales creyentes, miembros de templos sagrados y monasterios y también católicos. Para deshacer mis maldiciones debo convencer a las personas que me maldijeron de retirar sus palabras y arrepentirse de haberme desdichado, pero solo he encontrado a Paul y no sabemos quiénes eran el ángel y el demonio que lo acompañaban. Y no tenemos las páginas en las cuales firmaron su maldición. Alguien se encargó de desaparecer por todo el mundo estas hojas, alguien que evidentemente no quería que fuera leída la profecía por completo.
–O quizá sólo se perdieron con el paso del tiempo –musitó Hashton-. Si, ya lo sé Harry, esa no es la mejor teoria.
–Un momento –reclamé–. Quiero seguir escuchando la historia por supuesto, pero siento curiosidad... ¿Qué tiene todo esto en relación con lo que pregunté sobre Nicholas? 
–Aún no he llegado a esa parte –explicó Hashton–. Mis padres fueron luego asesinados de todas formas. No sé quien lo hizo, no sé quien los mató pero dicen que luego de esto los dos idénticos bebés, o sea Harry y yo, fuimos encontrados solos y en una cesta y alguien se encargó de dejarnos en las puertas del templo de una iglesia católica, el santuario del padre Carlos. Pero Harry no podía entrar a ese lugar, él era un demonio –supuse que ésta era la parte en que la historia de una separación de hermanos se aproximaba, Harry miraba a Hashton con aspecto furioso y los ojos entrecerrados–. Era tan solo un bebé y se retorcía y chillaba endemoniadamente cuando intentaron llevarlo hasta dentro de la iglesia. Sin embargo intentaron ayudarlo, el padre Carlos, que era tan sólo un muchacho, junto con alguna ayuda supongo, intentó sacar el demonio del cuerpo de Harry, pero no fue posible, Harry había nacido así, no era un cuerpo poseído como todos los demás demonios. Yo crecí metido en la iglesia, el padre Carlos era mi tutor y me enseñó muchas cosas. Harry fue enviado a un orfanato. El padre Carlos es como mi padre, él siempre supo que yo era un arcángel pero se limitó a esperar que yo lo notara por mi cuenta, Nicholas era monaguillo en esa iglesia desde sus ocho años, nos hicimos amigos rápidamente, él siempre estuvo obsesionado con encontrar seres malignos, siempre dijo que su madre había sido asesinada por demonios, él asegura haberlos visto, por eso mata demonios, quiere venganza, aunque él le llama justicia. Y por su puesto yo si conocía a mi hermano, desde que tengo uso de razón me llevaron a visitarlo al orfanato, siempre supimos que éramos hermanos, incluso nos queríamos. En ese lugar siempre lo culpaban de todo, nunca fue demasiado bueno estar allí para él, Harry estaba solo, solo estaba yo para jugar con él cuando lo visitaba cada semana. Se puede decir que muchos lo odiaban.
–Por su puesto –dijo Harry después de haber estado callado durante largo tiempo–. Me envidiaban, yo era perfecto, hasta era bueno.
–¡Calla! –le ordenó con voz pacífica Hashton a Harry–. Cuando Harry cumplió seis supo que algo andaba mal en él, me lo confesó cuando una tarde que jugábamos a las espadas como cualquier día. Había empezado a sentirse bien haciendo cosas malas. Era más que obvio que se trataba de la profecía que debía cumplirse al pie de la letra. Harry los odiaba a todos, se dijo que no podía confiar en nadie, ni siquiera en mí, también me tomó odio.
–Empecé asesinando al gato de la directora del orfanato porque me mordió mientras yo jugaba inocentemente con él. Esa maldad dentro de mí empezaba a crecer aunque yo no quería, odiaba ser así. Odiaba ser lo que soy –decía Harry con la mirada fija en la nada. Yo me estremecí al escucharlo. Era como si realmente se odiara a sí mismo. 
–De todos modos todo empeoró cuando Harry fue adoptado a los once años –sonó la voz rígida de Hashton.
–Mi nuevo padre era un maldito –gruñó Harry–. Solo me adoptó para esclavizarme, me daba palizas y me obligaba a hacer trabajo duro. Él sabía que yo tenía maldad dentro quizás por eso lo hacía, pero no lo soporté mas cuando a los catorce años trató de bañarme con agua bendita y unas gotas me salpicaron quemándome la piel. De nuevo esa maldad me azotó y maté al tipo. Me escapé y desde entonces vivo solo, aprendí a lidiar con el mundo yo solo y diría que a defenderme, pero realmente son los demás que deben defenderse de mí.
–Nosotros supimos sobre la profecía cuando el padre Carlos descubrió en la biblioteca del templo un par de pedacitos de páginas escritas en latín sobre nosotros, tras investigación descubrimos que nosotros éramos los hermanos de los que se hablaban en la paginas aquellas, yo se lo conté a Harry. Durante la adolescencia tuvimos uno que otro encuentro pero ya no nos veíamos tan menudo, Harry me odiaba. Me odia, creo –le lanzó una mirada a Harry que seguía sentado a mi lado–. Dejamos de vernos cuando él se fue a Italia hace unos tres años, al mismo tiempo que Nicholas también se fue por decisión de su abuelo. Esta casa es mi propio antuario, las hermanas monjas del orfanato de Harry me tomaron cariño y cuando cumplí dieciocho años, la hermana Isabelle murió, la casa estaba en su testamento con mi nombre. Yo estaba atónita ante aquella historia. Casi pude abrir la boca de par en par pero me limité a seguir interrogando.
–y... ¿Paul es de los buenos o de o de los malos?
–Paul es la Parca. Él no es ni uno ni otro. Sólo hace su trabajo –dijo Hashton amablemente.
–Pero aun así nos odia –dijo Harry–. Es un envidioso.
–¿Por qué los odia? –pregunté.
–No lo sé. Le fastidiamos, somos un fastidio para él porque no le dejamos hacer su trabajo supongo. Nos envidia –Harry parecía creer que todos lo envidiaban.
–Yo creo que es más bien porque Harry es un demonio. Se alimenta de las almas de los humanos lo que hace que Paul tenga menos almas para él. Y yo pues soy un ángel, no solo hago el bien sino que de vez en cuando salvo personas. Si salvo una persona de la muerte es un alma menos para él – Hashton explicó su teoría. 
–Eso fue lo que quise decir –se quejó Harry.
De pronto la puerta volvió a abrirse detrás de Hashton que seguía de pie en medio de la habitación y Nicholas entró con expresión inquieta. Todos fijamos nuestras miradas en él.
– Hashton... –dijo–. Yo tengo una de las páginas de la profecía. Bueno la tenía, pero sé
dónde está. Si dices que no se puede destruir es probable que siga aún en el hotel, allí había dejado yo todas mis cosas. Puede que no se haya quemado, si según tú es indestructible. 
–Vamos a buscarla –se animó Harry.
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Enamorada de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora