Capitulo 64

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El resto de los ángeles abrió un espacio para hacer pasar a esta mujer en medio de una pasarela de ángeles guapetones. Era una diosa en cuestión, una mujer a la que envidiarle mucho, poseía mucha belleza, llevaba una toga blanca que cubría su cuerpo, su cabello ondulado y de color café era tan largo que sobre pasaba sus caderas, tenía una de sus delgadas cejas alzada haciendo esa mueca que a pocos le sale tan bien, ella era la única ángel de carácter femenino que yo había visto y era la única mujer entre todos esos hombres, además de mí, me sentí tan inferior como un insectito estando cerca de ella, sin titubear la mujer se puso de pie hincada cara a cara con este Metatrón.

–consigue habitaciones para nuestros líderes. –ordenó Enoc a la damisela que actuaba atosigada y odiosa ante él.
–sí, mi jefe. –atendí a su voz también envidiable que no era para nada chillona como la mía.

Lenya tuvo un contacto visual directo con Enoc tan penetrante que podía jurar que se amaban, pero ambos actuaban obstinados uno con el otro para ocultar su atracción, su química se percibía hasta el otro lado del planeta. Esa mujer me dirigió a mí y a Hashton hasta un dormitorio con una sola cama.

–mucho hizo el destino para que el salvador y el príncipe del bien fueran esposos. –dijo la mujer ángel sonriente y amable como nadie podía serlo.

Hashton bosquejó una sonrisa bastante forzada, yo permanecí tan callada como siempre y luego ambos nos quedamos solos dentro de las cuatro paredes.

Después de darme un baño me ofrecieron colocarme la extraña ropa de Lenya, acabé envuelta en un rarísimo vestido blanco, bastante cómodo para dormir. Fui a recostarme junto a Hashton, me derrumbé a su lado sobre la cama, él se encontraba pensativo con la vista fija en el techo y sus manos entrelazadas encima de su abdomen, no me hablaba ni me miraba.

Se veía sumamente encantador y radiante, para mí era más hermoso que cualquiera de los otros gigantescos ángeles, indudablemente que era bellísimo, tenia esos mismos ojos pardos, iguales a los de... a los de él. Extendí mi brazo para tocar su rostro dándole gráciles caricias en la barbilla y en la mejilla, sentí como Hashton se estremecía al contacto, luchaba por permanecer inmóvil hasta que sus palabras escindieron mi inspiración.

–deja de hacer eso. –me paralicé sobrecogida y sublevada–. Ya te he dicho que no soy Harry.

Fue muy duro conmigo, era evidente que de seguro ya me odiaba por herirlo tanto. Un enjambre de remordimiento me perturbó, y en gran parte mi deseo era consolar aquellos labios y aquellos brazos endurecidos y vigorosos.

–perdón. –me disculpé–. De verdad Hashton lo siento mucho... Sé que es que es difícil para ti pero no consigo olvidarlo, me ocupa todo su recuerdo.

En esa ocasión me prometí serle absolutamente sincera.

–él no está. Se fue para siempre, entiéndelo, no va a regresar. –me dijo.
–Eso lo sé.

Es cierto, pensé. Se fue y dejó rota mi pasión, incluso quizás ya otra mujer había tocado su corazón, pero de todas formas era imposible deshacerse de la marca que sus besos me habían dejado.

–¿Por qué sigues amándolo después de todo lo que te hizo llorar? ¿después de que te dejó todas esas heridas? –preguntó algo bastante lógico que hasta yo me preguntaba.
–por más que intento escaparme de su memoria él siempre está. Sé que no voy a encontrarlo a él en ti. Y es enfermizo pero sabes que no quisiera besarte a ti pensando en él.
Más sinceridad.
–Hashton por favor ayúdame. –le imploré–. No quiero pensar más, ayúdame a olvidar su ausencia.

Quería dejar de pensar para dejar de recordarlo. Quería besar a Hashton hasta sentir dolor, quizás la noche se haría más corta y menos agonizante de ese modo.

Esa noche quería jugar unas horas a quererlo. Aunque sabía que en su piel no encontraría el sabor de los besos y los sueños que Harrry robó, en lo único que podía pensar era en llenar el espacio vacío que había dejado él.

Necesitaba que abrigaran el frio de mi corazón antes de que este terminara congelándose.

–Bésame. –le pedí. Era una súplica–. Bésame y sabrás lo que siento.

Se aplacó a mirarme con los ojos ensombrecidos por tristeza. Durante numerosos segundos capturó mi mirada y sentí que me enamoré de esos ojos, su cuerpo se encimó sobre el mío y mi corazón terminó acelerado, respiró sobre mi rostro, su aliento era frio y me erizaba la piel.

–Linda elígeme a mí. –Su voz vibró como una plegaria desesperada–. Te amo con locura, por favor se mía.

Cerré los ojos, algo estaba doliéndome en mi interior. Los candentes labios de Hashton se resbalaron sujetando los míos.

Mi respiración se volvió entrecortada cuando sus manos se deslizaron a través de mi abdomen y su pecho desnudo aplastaba el mío.

Harry, pensé en él, sus caricias fueron tan similares, me hacían sentir el cuerpo arder. Si Hashton se proponía ser seductor podía serlo. Me agradó que tocara la superficie alrededor de mi ombligo por encima de mi ligero vestidito, me agradó que sus labios se posaran en mi escote con deseo. Y seguí pensando en Harry, era muy fácil imaginarse que era él, por un momento abrí mis ojos y a través de mis pestañas vi su perfecto rostro igual al de su hermano. Me impacienté. Lo tomé del cuello de su camisa y lo besé como si fuera Harry. Bajo su peso a penas pude respirar.

–sí, Hashton. –le dije con zozobra–. Me enamoré de ti, seré tuya, soy tuya. –balbuceé entre besos.

Eso sí que fue para él algo estimulante ya que se dejó caer más sobre mí y entrelazamos nuestras piernas al mismo tiempo que sus labios recorrían mi hombro desnudo. Cada milímetro de mi piel se estremecía, la suavidad de sus labios me provocaba escalofríos.

–siempre deseé que dijeras eso. –también tartamudeó delirante y entrecortado por nuestros besos.

Pasé mis manos por su pecho, cada uno de sus músculos se tensaba a medida que lo tocaba. Encajó su nariz a un costado de mi cuello y aspiró aire para recordar mi aroma. Él tenía en su piel un varonil aroma a sándalo, cuero y lavanda.

En el punto en que el momento pareció llegar demasiado lejos, justo después de que me apeteció morder el cuello jugoso de mí... Esposo.

–mío. –susurré por instinto.

Él dejó de besarme.

–¿segura que quieres hacer esto? –no entendí el significado de las palabras en ese instante.
–¿qué? ¿Hacer qué? –musité desorientada.

Él sonrió de manera espléndida y hermosa para luego darme un fraternal beso en la frente.

–Te amo. –lo oí decir y se apartó de encima de mi cuerpo arrimándose a mi lado, pasando sus brazos a mi alrededor mientras que rodeaba mis caderas con una de sus piernas y conservaba su sonrisa matadora.

Me volví hacia él, le di un abrazo necesitado, sumergiéndome en el aroma de su piel y apoyando mi cara en su desnudo pecho me perdí en mis pesadillas sobre Harry.

Enamorada de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora