Capitulo 30

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Era la primera vez que tenía el placer de ver aquel torso desnudo, estaba muy bien formado y yo sentía que si continuaba mirándolo de esa forma se me iría la baba, su cuerpo estaba maravillosamente bien dotado con músculos en proporciones perfectas, Harry era como un ángel, el más hermoso de todos los ángeles, cuando lo examiné con más atención después de que terminó de sacarse la camisa por completo vi en la parte delantera de su hombro izquierdo una marca, un dibujo como un tatuaje en tinta negra, era el símbolo de un circulo no muy grande con una estrella en su interior, estuve a punto de preguntarle que era aquello pero me interrumpió su voz.
–Ten –me dio su camisa–. Puedes ponértela luego si quieres.
Iba a necesitarla si mi camisa estaba rota.
Harry parecía estar enojado conmigo, no me miraba igual, entonces me acerqué a él con los brazos abiertos para abrazarlo, lo rodeé con mis brazos apretándolo fuerte, él dejó sus brazos a cada lado de su cuerpo y no correspondió a mi abrazo , sencillamente dejó que lo abrazara. 
–Harry... –le dije con una vocecita entrecortada. 
Hundí mi cara en su pecho desnudo y fuerte y luego lo besé, le di un cortito beso en su pecho y luego saboreé mis labios aún sin soltar a Harry, pero cuando sintió mis labios tocar su pecho me tomó de los hombros y me alejó de él.
–______, vete a la habitación –me dijo Harry en tono firme y poco amable–. Tengo que irme.
–Harry, perdón –le dije–. ¿Estás enojado conmigo?
No me contestó. Me observaba con los ojos entrecerrados.
–Vamos, yo te acompañó al cuarto –se ofreció Hashton –. Te van a castigar si te ven aquí.
Hashton puso su mano extendida sobre mi espalda y me empujó con delicadeza para que yo caminara, Harry no hizo más que quedarse de pie, antes de marcharme con Haston le lancé una mirada de disculpas a Harry y él cruzó sus brazos sobre su pecho desnudo, ese chico me volvía loca, lo amaba. A hurtadillas llegamos hasta la habitación, todas las chicas seguían dormidas, Hashton entró conmigo y nos sentamos juntos en la cama.
–Descansa, _______. –me susurró Hashton para que nadie escuche–. Te visitaré mañana. Segundos largos de silencio impregnaron la habitación.
– Hashton, ¿para que vino Harry? –pregunté–. ¿Ustedes vinieron a decirme algo en
específico?
–Sí, vinimos para decirte que encontramos una parte de una de las paginas en las que está escrita la profecía, era la que tenía Nicholas en el hotel. Vamos a intentar romper la maldición de Harry. 
–¿Y qué significa lo que dijeron los demonios? ¿Qué querían decir con que soy la elegida?
–le pregunté, yo todavía cerraba la camisa que Nicholas me había regalado con mis manos y sobre mi hombro descansaba la camisa de Harry.
–Tienes la marca del salvador, hay una vieja historia que habla sobre un salvador que vendrá al mundo cuando se desate la guerra entre el cielo y el infierno, éste sería un simple mortal que acabaría con el mal y devolvería a los demonios a su infierno, lo reconoceríamos cuando viéramos la marca, es la que tú tienes. No estoy muy seguro de si esto es cierto, o tal vez sea una casualidad que tengas una marca igual pero ahora los demonios están buscándote para matarte y habrá que mantenerte segura. Te recomiendo que te mantengas con personas, no vayas sola a ninguna parte y no salgas del internado por favor. 
Asentí con la cabeza solo para darle la razón.
–¿______? Dime una cosa... –siguió él susurrando–. ¿Estás enamorada de Harry?
–Sí –afirmé.
–Es la maldición –se dijo a sí mismo–. Cada vez se sentirán más atraídos, la maldición
se encarga de que nunca dejen de amarse así Harry tendrá que sufrir a como dé lugar. 
–¿Hay forma de acabar con la maldición cierto? –musité.
–La verdad no lo creo, ______ –me contestó–. Lo mejor sería que alejes de mi hermano, él
no quiere hacerte daño pero terminará haciéndolo de todas formas, él está condenado.
–Pero yo lo necesito –cuando dije esto Hashton apartó unos cabellos que me caían sobre el
rostro con toda la delicadeza posible. 
–Me voy, ______ –me besó en la mejilla, sentí sus labios tan cálidos y suaves rozar mi
rostro justo muy cerca de mis labios, nuevamente me ruboricé.
Hashton atravesó el cuarto con pisadas firmes dando imponentes pasos, yo miraba su espalda cuando se alejaba con su hermosa, relajada y sexy forma de andar. Me coloqué la camisa de Harry antes de irme a la cama para intentar dormir, finalmente logré conciliar el sueño luego de horas pasadas mirando el techo de dormitorio."El niño que había visto esa noche, lo vi con las mismas lágrimas de sangre chorrear por sus ojos, su cabello castaño le caía sobre el rostro y tenía una agonizante mirada atormentada, este me hizo una seña con su dedo índice para que yo lo siguiera y luego se echó a correr por los oscuros y tenebrosos pasillos del internado, yo lo seguí, corrí detrás de él intentando alcanzarlo y llevar su ritmo, lo perseguí hasta que me llevó al jardín interno de la escuela, se detuvo frente a unas puertas de madera rancia que había
en el suelo que parecían comunicar con un sótano y estaban escondidas intencionalmente bajo plantas, hojas, flores y escombros. Algo dentro de mí me decía que entrara, ese pequeño quería decirme algo y yo lo sabía. Abrí aquellas puertas y vi unos escalones que daban hacia abajo donde solo podía ver la negrura de la oscuridad. Me adentré a aquel hoyo en el suelo bajando por las escaleras de madera también, todo estaba demasiado negro debido a la oscuridad en ese lugar pero cuando llegué completamente hasta abajo las luces se encendieron y salían
deslumbrantes de todas partes, ahora el lugar se veía con claridad, era un sótano pero en el medio de la habitación yacía colgado aquel niño, ahorcado con una cuerda atada al techo."Desperté. Otra pesadilla, por poco no suelto el grito de miedo pero lo contuve cuando supe que solo había sido un sueño. A mi alrededor se encontraban las innumerables chicas que compartían el dormitorio conmigo vestidas con el uniforme de la academia y peinándose o maquillándose. Rubie me echó una mirada acusadora y destilaba veneno por los poros.
–¡Chicas! –exclamó por lo alto para llamar la atención de todas–. ¿Sabían que la nueva
chica es una zorra, una barata, una cualquiera?
Si, ella se refería a mí, semejantes acusaciones aquellas, ella ni siquiera me conocía. La
fulminé con la mirada desde mi cama. 
-Anoche metió a un chico a su cama –continuó la maldita, probablemente había visto a Hashton y había aparentado estar dormida. Las caras de sorpresas de todas se expresaron notablemente, me lanzaban miradas llenas de picardía, sarcasmo y asombro.
–¿En serio? –dijo una chica pecosa de cabellos rojos, más pequeña que el resto–. ¿Un chico
del instituto?
–¡No! –le contesto Rubie–. Era un chico de afuera y era algo mayor. ¿Y es que no lo ven?
Ella lleva una camisa de hombre esta mañana, anoche la vimos dormida con una camisa de chica. ¿Con cuántos se habrá acostado esa vagabunda?
Mi cólera creció demasiado no iba a seguir aguantando que esta teñida, falsa, envidiosa y ridícula continuara con sus insultos. Nunca pensé que la primera vez que socializara con chicas de mi edad iba a ser por una pelea, y yo nunca era violenta pero sentí unas terribles ganas de sacudirla por los cabellos, me levanté de la cama y me lancé hacia ella y le di un fuerte empujón que la mandó directo hasta la mesa del tocador que estaba a sus espaldas haciendo que derribe todo lo que había encima de esta y que casi se rompiera el espejo. Sus amigas fueron
tras su ayuda, ellas corrieron para ayudarla a levantar.
–Sucia inútil -me insultó Rubie-. Debí imaginar que debías ser una chica violenta si
saliste de la cárcel. 
Nunca pensé que yo haría algo así pero luego me acerqué a ella y la insulté como pude, además
la amenacé.–¡JA! –balbuceé–. Estás completamente loca y eres una maldita idiota, rubia
falsa, envidiosa, tarada, sin cerebro, hueca, teñida, además de ridícula, imbécil, bruta e
ignorante, entrometida, harpía venenosa, arrastrada, necesitas de un terapeuta, un psiquiatra tal vez, ¿qué acaso no puedes meter tus narices en tus propios asuntos? ¿O quizás te interesa demasiado lo que yo hago? Ah y por cierto, hasta acá se nota que rellenas tu sostén. Asombro en las caras de todas fue lo siguiente que vi, y ¡BAM! Di en el blanco, puse en su sitio a esa taradita. Ella se levantó con la ayuda de sus amiguitas y me miró con odio
.–¡Me las vas a pagar estúpida! –me dijo a gritos.
–Agradece que no te arrastre de los cabellos. Después de todo soy violenta, vengo de la cárcel ¿no? –lancé mi voz llena de sarcasmo.
Rubie y sus club de fans se retiraron indignadas, bueno al menos Rubie sí, el resto estaban
asombradas. Busqué mi uniforme y me lo coloqué para luego enfrentarme a el primer día de clases, bajé a ese gran comedor con mesas extensas y larguísimas donde todos los estudiantes ya estaban sentados y haciendo una oración al unísono. "Llegue tarde." Imaginé. Todos me miraron entrar como la única intrusa que llegaba tarde al desayuno, me quedé de pie recostada a una pared hasta que terminaron de rezar y agradecer los alimentos y fui directo a buscar un asiento en las mesas de madera de pino probablemente. Todos los asientos parecían estar
ocupados y cuando las chicas me veían acercar colocaban sus bolsos o sus piernas para ocupar más espacio. Me odiaban. 
Todos me odiaban. Al fin y cabo un chico se abrió un espacio y me hizo una seña golpeando con su mano el lugar a su lado para que me sentara junto a él. Este chico era apuesto como todos los de la academia, también era rubio como la mayoría, su cabello era corto y estaba bien peinado, sus ojos eran de un azul penetrante igual al mar en Australia, y su sonrisa deslumbrante y cautivadora. Tomé un plato y serví en él comida, frutas, hot cakes con miel, tostadas y wafles, claro, una delicia. El chico a mi lado mordisqueaba un poco de pan tostado.
–Soy Niall –me dijo este joven–. ¿Cómo te llamas?
Bastante tardé en asimilar que me estaba hablando a mí. ¿Qué clase de chico de ese internado en su sano juicio le hablaría a la nueva rara delante de todo el mundo?
–¿Me hablas a mí? –le pregunté.
–Por supuesto.
–Soy _______.
La chica que estaba en frente de mí comiendo una ensalada de frutas me observaba como si me odiara.
–No te preocupes si las chicas son odiosas contigo –me dijo Niall al oído–. Suelen ser algo
hostiles al principio. 
–Yo diría sangronas y pesadas –musité.
Niall se echó a reír por lo bajo. Luego de desayunar comenzaron las actividades escolares, estuve en clases como francés, aritmética, gimnasia y cocina sin demasiado éxito socializando con los demás estudiantes.

Enamorada de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora