Al amanecer desperté tan temprano como pude para dejar de soñar, luego de desayunar Hashton quiso hablarme, la charla comenzó diferente para después tomar otro rumbo.
–eres el Salvador legendario. –Salvadora. Pensé–. Todo esto es real _______, debes estar preparada para luchar, sabes manejar armas, sabes tácticas mortales, todo lo que necesitas saber lo has aprendido, ahora debes disponerte a llevarlo a la práctica.
–¿tengo que matar gente? –interrogué frustrada.
–No, tienes que matar demonios.
–Pero... –quise protestar.
–matar demonios no es malo. Verás morir a mucha gente, debes entender que en una guerra eso es normal y no puedes detenerte a llorar, en momentos de lucha tus sentimientos no pueden salir a la luz. Cuando estés frente a un demonio, preparada para atravesarlo con tu espada y lo veas llorar arrepentido pidiéndote perdón y misericordia, suplicándote que le perdones la vida no debes tener piedad ni sentir inseguridad. Tienes que entender que esos miserables son muy buenos actores. Además prepárate para que la gente que quieres falte en algunas ocasiones.
Sonaba escalofriante.
–no quiero hacer esto. –tuve el impulso de llorar pero lo contuve–. Quiero renunciar a lo que soy, no voy a poder hacerlo. No quiero.
–pero no puedes renunciar a lo que eres. Casi nadie puede hacerlo. –Hashton me rodeó con sus brazos–. Tú puedes hacerlo bien, tú eres mi princesa, la esposa guerrera de un príncipe de alto linaje. ¿Qué te parece? –sonrió.
Él quería levantar mi ánimo pero a duras penas conseguí sacar una sonrisita adolorida y túrbida.
Fueron arduos días de preparación psicológica y vanos intentos por hacerme utilizar esos supuestos "poderes". Las palabras de Hashton y de toda la manada de ángeles sobre matar demonios sin piedad se me metían a la cabeza de forma dolorosa. Ellos estuvieron intentando hacerme soltar poderes y ese tipo de cosas extrañas pero yo estaba débil, cada día más y eso los mantenía a todos nerviosos, mi debilidad se debía a mi necesidad y a mi dolor interno, un punzante dolor que me mantenía todo el día tumbada en una cama, un dolor que Hashton no podía llegar a sanar y que cada vez era más notable, por más que ahora hiciera el esfuerzo por ocultarlo ya no podía, por dentro estaba muriéndome por Harry y a pesar de que seguía amándolo yo me decía a mi misma que cada día lo odiaba más por hacerme sufrir tanto, pero algo de cierto había en esa afirmación, había rencor contenido por parte de mí hacia él, nunca iba a perdonarlo. Pero hasta cuándo? Me preguntaba yo. Cuando dejaré de sufrir por él? Y lo peor era que nunca lo haría, los días pasaban y era cada vez peor. Él ya no te quiere, nunca te quiso, nunca volverás a verlo, olvídalo de una vez, me decía yo.
Algo imposible.
Todo comenzó una mañana de invierno tan oscura como los ojos de Enoc, tan fría como mi corazón, habían pasado tres días tormentosos en los que solo nevaba y nevaba, habían pasado dos semanas desde que me encerraron en ese almacén sin poder ver la luz, pero no había luz alguna que pudiera ver, desde hace tres días el sol no había salido, yo me encontraba de pie frente a la única ventana que había en todo el lugar, vi las calles tan vacías como nunca habían estado, ninguna forma de vida se paseaba por esos lugares, no había nadie, todo estaba tan desierto, desolado y oscuro, igual que yo. No entendí que estaba ocurriendo.
Estaba perdida, no recordaba mi nombre, solo había un nombre que recordaba. Su nombre, Harry era todo lo que había en mi ausente y aislada mente. Yo estaba encerrada en mi propia esfera de cristal, una oscura y congelada esfera de cristal.
Hashton discutía a mis espaldas con Enoc y Uriel.
–es el tercer día de destrucción. Ya no quedan humanos en la tierra, no podemos seguir esperando. –decía Enoc.
–pero ella aun no está preparada, está muy mal. –Reclamó Hashton–. No puede pelear, no ha dicho una palabra en una semana, no sabe quien soy ni quiénes somos, dudo que sepa quién es ella misma. ¿Y así esperan que así luche?
–si seguimos esperando cada día estará peor, debemos batallar con o sin ella. –Articuló Uriel con enojo–. Pusiste en peligro a toda la humanidad por esa chica que ha sido la creadora del caos. Tú sabes que ella es la causante de los días sin sol y del invierno permanente.
–es por eso que no podemos empezar a luchar. ¿Quien sabe lo que llegue a hacer? –gruñó Hashton en voz alta.
–con todo respeto, sé que eres el líder pero creo que no estás haciendo las cosas bien. –percibí a Enoc hablar.
–¿No lo entienden? –la voz de Hashton sonaba muy mal. ¿Estaba llorando?–. Ella está muerta en vida y me duele demasiado.
–será mejor que la vistas y la prepares porque saldremos ahora mismo. –decretó Enoc con tono autoritario y luego se alejó.
Lenya que se encontraba espiando la discusión salió curiosa de su escondite.
–Lenya necesito que me hagas un favor. –soltó Hashton al verla–. Podrías ducharla y cambiarle la ropa?
–¿por qué no puedes hacerlo tú? –dijo con curiosidad verdadera.
–no me atrevo a desnudarla sin su permiso. –oí su voz detrás de mí.
–pero... Eres su esposo. –escuché a Lenya decir–. O sea que... Ustedes nunca... Nunca han... –no pudo terminar la frase.
–No, nunca. –respondió Hashton adivinando lo que quería decir ella.
–pero si duermen juntos. –prosiguió ella hablando.
–Exacto. Solo dormimos.
Lenya me tomó de la mano jalando mi autista cuerpo. Tomé un baño, me coloqué su ropa y ella peinó mi cabello con una media cola.
–todo estará bien. –me dijo de forma cariñosa al peinarme–. Debes salir de ese oscuro mundo ______, nada conseguirás aislándote de esa forma.
Sentí el frio inquietante y exagerado que había en el lugar, yo estaba ligera de ropa y mi cabello húmedo aun goteaba en mi espalda mientras la chica ángel me peinaba. Allí yo era la única que sentía frio mientras que el resto andaban de aquí para allá con poca ropa y en sandalias o descalzos.
–vamos dime algo. –prosiguió la mujer.
–lo odio. –salió de mi boca esa frase que quemaba mi lengua.
–el odio y el amor van de la mano. Es casi lo mismo. –sus palabras se repitieron una y otra vez en mis pensamientos.
Hashton me cargó con armas luego de que estuve vestida, por algún motivo yo me encontraba encerrada dentro de mi cuerpo, encerrada y atrapada en mis pensamientos y mi oscuro mundo de sombras. Esas sombras eran casi lo único que escuchaba, sus diabólicas voces atormentantes.
Nos encontrábamos alistados para salir de ese lugar los cientos de Ángeles junto con Nicholas, el padre Robert y yo.
Salimos del lugar formando tropas, Hashton rodeaba mis hombros con uno de sus brazos, de mi lado izquierdo se encontraba Nicholas quien estaba repleto de navajas intentando esconderlas bajo su ropa, llevaba espadas, estacas y agua bendita en cantimploras. El padre Robert a su lado llevaba sus extraños libros de conjuros escritos en hebreo y latín mientras empuñaba un crucifijo en caso de emergencia. A mi espalda los ángeles caminaban siguiendo a su líder, mi marido.
El vacío de la ciudad era impresionante, lo único que habitaba las avenidas despobladas eran algunas de las sombras fantasmales que me perseguían y por supuesto todos esos ángeles en cuerpos mortales que pretendían luchar.
–¿te sientes bien? –susurró mi marido.
Salí de mi enfermizo yo para responderle.
–estoy lista. –Sonó mi voz–. Lucharé.
La felicidad se extendió por el rostro de Hashton.
–entonces te agradezco que te cuides. –expresó. Puso sus labios sobre los míos y dejamos de caminar para besarnos.
–Muévanse. –Siseó el ángel Uriel–. Creo que deben respirar.
Mi piel se erizó por el frio, la nieve que caía se derretía en mi pelo dejándolo empapado. Nos adueñamos de los caminos lóbregos transitando entre el crepúsculo, Hashton y yo liderábamos, íbamos al frente uno al lado del otro. Algo maligno se olfateaba en el aire.
Una sombra infausta con aspecto mortal se acercaba hasta mí, me dilaté por una sacudida de miedo que creí que había olvidado. Esta aparición tenía aspecto oscuro, una silueta cubierta por una túnica negra encapuchada, no tenia rostro, debajo de su capucha donde debería estar su rostro solo se observaba una profunda negrura sombría, solo oscuridad, parecía un extraño cuerpo oscuro que flotaba, a medida que se aproximaba mi desasosiego aumentaba. Apreté el brazo de Hashton, cerré los ojos y dejé de avanzar.
–Debe morir. –escuché una siseante voz tremebunda que venía de la nada. Una desconocida voz dentro de mi cabeza. Sentí los copos de nieve entrechocarme con más ímpetu y supe que la tormenta acababa de intensificarse.
Me estremecí de pies a cabeza, esta presencia oscura me aterraba.
–Debe morir. –repetí yo las palabras.
Los brazos de Hashton me sostenían ayudándome a mantener el contrapeso de mi estabilidad.
–está bien señorita Styles? –me dijo la vocecita aguda del joven Nathaniel. Tardé mucho en adivinar que me estaba hablando a mí porque... Señorita Styles? Era la primera vez que alguien me llamaba así.
Abrí mis parpados para encontrarme con que el fantasma estaba alejándose y desapareciendo tras el manto negro de la oscuridad.
Bajé mi mirada que reflejaba mi miedo, allí se encontraba Nathaniel mirándome y Hashton me apegaba a su costado. Aclaré mi garganta para hablar.
–no pasa nada. –hablé.
–Espectros. –Dijo el arcángel Uriel–. También los he visto.
Mis ojos se abrieron como platos. ¿También los vio? ¿Vio las sombras?
![](https://img.wattpad.com/cover/25735679-288-k922739.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Enamorada de un demonio
Romance"El Destino nos volvio a unir" "Eres un demonio pero al mismo tiempo te amo como nunca antes" "¿tu hermano o tu?" SI LO SE ESTREMOS JUNTOS EN OTRAS VIDAS Y VIDAS PASADAS. "Me haz salvado" ~esto es solo el comienzo~ by:Alexiaaubone