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Nuestros rostros reflejan quiénes somos, y no queremos escuchar.
No queremos, no podemos.

El amanecer me da cariño leal, me envuelve en una manta de naranja caliente y digna.

Aire seco en mis poros, sal y café en mis pies.

Cierro los ojos ante tal sensación, el frío me invade y me siento inmortal.
Vida, nuestras almas luchan por ayuda, por ser amadas, por ser entendidas.

Somos débiles ante un mundo de fantasías.

Fuertes en las peleas, desentendimiento ante todo.

« Mundos distintos y amarillos » POEMARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora