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YoonGi se percató de la presencia de alguien más al escuchar un suave tarareo en alguna parte del teatro.

Asustado retiró enseguida el pequeño control responsable de la electricidad que tenía guardado en su bolsillo, encendiendo así las luces para tener una mayor claridad, y al analizar el teatro por completo su mirada quedó puesta justamente sobre una cabellera rubia que se hallaba en los últimos asientos totalmente anonadado.

- ¿Cómo crees que toco?- murmuró ante el silencio del otro. Jimin no respondió, no podía, sentía su estómago retorcerse y un fuerte nudo en la garganta.- Ven.

- ¿Y-yo?- fueron las únicas palabras que pudo pronunciar.

- No veo a nadie más aquí.- el mayor fingió buscar por todas partes.- Ven, acércate.

Jimin se levantó con claro nerviosismo, pero aún así trato de no demostrarlo y luchando por mantener la calma y no caerse de los escalones bajó poco a poco.

- ¿Cuál es tu nombre?- preguntó YoonGi con la vista ahora fija en las partituras que adornaban el piano.

- Park YoonGi...- el pelinegro alzó la vista confundido- Di-digo Park Jimin.

- ¿Park Jimin?...- dice suavizando su expresión- lindo nombre, soy Min YoonGi, toma asiento- dijo mientras se corría un poco dejándole sitio al chico.

- ¿A-aquí?- apuntó el espacio libre.

- Si, necesito tu opinión.

- ¿La mía?

- Si, la tuya. Solo siéntate, no te golpeare ni nada por el estilo, no tienes porqué temer.

El menor obedeció mientras seguía sintiendo esos malestares en el estómago de una manera aún más fuerte que antes.

- ¿Qué casualidad no?- volteó a mirar a Jimin.- Hace unas horas también estuviste aquí. Fue realmente gracioso ver cómo te escondías detrás de una silla.

Jimin no podía estar más avergonzado.

- ¡Yo no era!- tapó su boca con ambas manos y agachó la cabeza.- Disculpe no quise gritarle.

YoonGi río entre dientes.- Tranquilo... Solo te pediré que no lo vuelvas a hacer, odio que me griten en el oído.

El pelirrubio volteó a mirarlo y asintió.

En todos esos segundos que habían pasado juntos pudo verlo a los ojos por primera vez.

Y es que era aún más perfecto de lo que creía. Cada cosa en él; su cabello, sus pequeños ojitos tanto como los de Jimin, su nariz, sus delgados labios junto a esos pequeños dientes que enseñaba cada vez que sonreía. La perfección que Jimin creyó jamás poder observar tan de cerca ahora se hallaba a su lado.

- Bueno, verás- carraspeó el mayor haciéndolo salir de su trance.- Dentro de un mes tengo una presentación bastante importante a decir verdad, y he escrito muchas canciones, pero no lo sé... Siento que no son muy buenas.

- ¿Puedo...?- apuntó el cuaderno que YoonGi tenía cerrado a un lado del atril.

El pelinegro con algo se timidez lo sostuvo entre sus manos y se lo entregó. Jimin leía cada canción, cada palabra y cada emoción reflejada en las letras. Era realmente sorprendente el talento que tenía aquel joven.

- Esto es arte, es un artista.

- No digas tonterías.

- No son tonterías, me encantan... En cada letra que ha escrito expresa de diferente manera sus emociones y sentimientos.- Asomó una sonrisilla el menor.- Esto es un don que no cualquier persona tiene... Usted sabe darle sentido a cada oración de las canciones, darles un significado, ya sea literal o no literal. Es un artista en todo sentido- hizo una pausa y continúo más serio- y si usted no se da cuenta, lo lamento, pero es un idiota.

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