Unexpected

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Joaquín estaba completamente destruído después de todo lo ocurrido.

¿Acaso estaba destinado a sufrir así toda su vida?

No entendía por qué cada situación en su camino se volvía una mierda de repente. Podía estar malditamente feliz un día y al siguiente llorar hasta inundar su propia habitación. Sólo quería ser amado, sólo eso. ¿Tan malo era entregar amor que terminaban yéndose después de haberlo hecho trizas? Era increíble la suerte que tenía para el amor, lo sabía perfectamente. Quizá era el momento perfecto para rendirse y entender que tal vez el amor no era algo en lo que debía enforcarse durante un gran tiempo.

— ¿Puedo ir por ti? — escuchó del otro lado de la línea trayéndolo de nuevo a la realidad. Emilio le había llamado a pesar de las altas horas, era un terco. Sabía que si no le contestaba probablemente se agotaría la batería de su propio celular al recibir tantas llamadas sin contestar por parte del rizado.

Jamás se rendiría hasta saber en dónde estaba.

Joaquín sonrió sintiéndose pleno después de todo. Emilio se preocupaba por él y eso hacía que su corazón no dejara de latir por el rizado incansablemente.

— Estoy en un hotel de mala muerte. — rió sin sonar realmente gracioso. — No sé si en verdad quieras venir. — declaró mientras sorbía su nariz roja de tanto llorar.

— No me importa dónde estés, Joaquín. Iré por ti a donde sea. — afirmó con seguridad. — No sé qué hacer si no estás. — sonrió de lado mientras acomodaba mejor sus rizos frente al espejo. Era difícil ver su rostro en el reflejo gracias a la luz tenue de los alumbrados cerca de su ventana porque era lo único que iluminaba. — No me acostumbro a estar sin ti. — rió bajito.

Después de todo, era cierto.

El pequeño se sonrojó al escucharlo y cubrió su rostro con el peluche gigante al que estaba abrazando. Emilio en verdad era alguien que hacía a su mundo dar vueltas sobre la palma de su mano sin darse cuenta.

— Entonces ven. — dijo bajito. En realidad estaba conteniendo su emoción como era de costumbre.

— Estaré ahí lo antes posible. — confirmó con una amplia sonrisa antes de pedirle que le pasara la dirección por mensajes.

El rizado colgó la llamada y se marchó del apartamente lo más rápido posible. No quería esperar más para ver a su bebé. Joaquín lo era todo para él incluso desde antes de descubrir sus sentimientos por el menor. Ese pequeñito era lo mejor que le pudo haber pasado en la vida y jamás se perdonaría perderlo, por eso caminó por las calles empapadas de lluvia leve y luces de tono débil. El frío era increíble, pero lo disfrutaba con una sonrisa en el rostro porque estaba en camino a su felicidad. Su chaqueta de cuero negra estaba recibiendo pequeñas gotitas de lluvia gracias a que una nueva se avecinaba. No le importaba, no lo hacía porque era consciente de cuánto deseaba ver a Joaquín nuevamente después de tanto tiempo de estar separados. Caminó durante muchos minutos antes de llegar al lugar de destino y encontrarse con un hotel realmente descuidado. Las paredes estaban húmedas por la llovizna reciente, se notaba que por este motivo se veían como lo hacían. La recepción era un tema aparte. Un señor de edad avanzada fumaba un cigarro a punto de terminarse y leía un periódico del año dos mil doce sin percatarse que alguien nuevo había llegado.

— Disculpe. — carraspeó intentando llamar su atención, pero no lo logró.

El señor continuó leyendo su periódico y cuando el rizado estuvo a punto de volver a llamar su atención este subió su vista hacia el más alto.

— ¿Sí? — prengutó asustado. Seguramente esto le ocurría seguido. — ¿Desea una habitación? — cuestionó amable.

Emilio sonrió porque el anciano era muy adorable.

Those straight people with cliché vibes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora