Truth

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Tres semanas pasaron después de que Joaquín dejó el apartamento en el que vivía con su mejor amigo. Llevaban a penas meses conviviendo y de un momento a otro todo se fue a la mierda. La vida de ambos empezaba a ser cada vez más pesada a pesar de que intentaban convivir lo mejor que podían. Emilio no tomó la mejor decisión al dejar ir a Joaquín, pero lamentablemente así pasó. No se sentía orgulloso de dejar ir al pequeño junto con todos sus sentimientos, todas las nuevas sensaciones y las primeras experiencias de lo que se denominaba amor real. Si al rizado le hubieran dicho que él terminaría sintiendo lo que sentía por el pequeño seguramente no creería nada de eso. Aunque todavía no lo aceptaba del todo, sabía perfectamente qué le ocurría y quería cambiarlo si es que existía la posibilidad. No podía enamorarse de alguien como Joaquín, simplemente no. Quizá la idea de que eran malditamente perfectos juntos le aterraba porque usualmente lo que no tiene defectos termina por cegarte completamente hasta que llegas a desconocerte. Emilio no quería que alguien tan perfecto como el menor se quedara clavado en su alma, porque a la hora de que acabaran con lo que construyeron quedaría completamente destruído. No quería eso.

El rizado decidió no detenerlo cuando se fue de casa porque lo que su corazón le decía era que debía dejarlo ir, debía dejarlo volar lejos de él para que este entendiera que siempre le ha deseado lo mejor, y por su puesto, que también entendiera que no era un egoísta de mierda como creía. Claro, sin importar cuántas ganas tenía de tomarlo en sus brazos y decirle todo lo que había estado empezando a sentir por él. No importaban las inmensas ganas que tenía de abrazarlo hasta cansarse, y sobre todo de besarlo como nunca. Joaquín hacía a su mente viajar muy lejos y sin retorno, porque los lugares que lo hacía visitar eran tan maravillosos que no quería estar en otro lugar que no fueran esos. Sin embargo, a pesar de sentirse así, el mayor continuaba creyendo que lo mejor era dejar las cosas como estaban. Llevaban alrededor de once años de amistad y en ningún momento surgió nada. Quizás era el destino.

Emilio quería encontrar a Joaquín en la universidad y volver a pedirle perdón por todo lo ocurrido, pero en ningún momento pudo localizarlo a pesar de estudiar en la misma. Quizá lo evitaba, pero eso no lo sabía con certeza. También quería hablar con él acerca de lo que le confesó antes de irse. Cuando el mayor escuchó todas esas palabras salir de la boca del menor quedó terriblemente sorprendido porque jamás lo hubiera imaginado. El pequeño siempre le ofrecía una sonrisa resplandesciente cuando le presentaba a las tantas novias que había tenido, incluso cuando le contó acerca de su primera vez teniendo relaciones sexuales. Joaquín sabía absolutamente todo de él porque eran como hermanos. El pequeño estuvo ahí en cada ruptura, estuvo en cada nueva ilusión y cada victoria. Era justamente tarde cuando se dió cuenta que lo que mejor sabía hacer era lastimarlo.

Emilio sabía perfectamente que estuvo pésimo no decirle toda la verdad, lo sabía, pero estaba tan aterrado de no saber exactamente cómo reaccionaría Joaquín después de escucharlo que prefirió ocultarlo y dejar que este descubriera todo el plan estúpido que Bruno había armado.

Para cuando el rizado escuchó por equivocación aquella llamada entre el ojiverde y Diego estaba tremendamente atónito de las increíbles sandeces que estos dos decían. Al parecer, Bruno quería intentar algo con él y la mejor manera de hacerlo era alejando a Joaquín de su lado para tener todo el espacio disponible. Tenía que alejar al pequeño del rizado porque este sabía lo que entre ambos ocurría así que su más madura elección fue hacer que Diego finja sentirse atraído por el menor. Emilio estaba tan molesto después de aquello que lo primero que hizo fue localizar al tal Diego e intentar arreglar las cosas sólo como él sabía hacerlo, claro, sin saber que el ojimiel y su mejor amigo ya habían avanzado muchísimo en seis meses. No entendía por qué a Joaquín se le acerban personas tan desagradables si él era la mejor persona en el universo. Lo terrible de todo aquello era que incluso él se había convertido en una de esas personas para el menor. No podía juzgar a Joaquín de alejarse de tanta porquería si le demostraban amor por primera vez, lo entendía porque el pequeño nunca había recibido el mismo afecto que él brindaba a la hora de ser un buen amigo. Era de esas personas maravillosas que dan absolutamente todo de sí sin esperar algo a cambio. Y claro que aquello trae consecuencias, por esa razón decidió alejarse de tanto sufrimiento e intentar vivir lo que para él era el amor real. Era una maldita mierda que todo sea un estúpida farsa.

Después de dos semanas más fue que Emilio dicidió volver a clases. Antes de tomar la decisión de hacerlo no comía, no dormía sin tener el teléfono a su lado para revisarlo cada dos minutos, no podía vivir si su bebé no estaba con él. Estaba a casi nada de mandar todo a la misma mierda y pedirle que vuelva, pero le diría que esta vez no lo dejaría ir así de fácil.

Eran aproximadamente las tres de la madrugada del día Viernes y Emilio tomó su teléfono para llamar a Joaquín. No contestó en los primero dos intentos, al tercero ya había escuchado a su vocecita apagada saludar. El rizado cerró los ojos con fuerza y saludó de vuelta.

— Bebé. — susurró con una media sonrisa en su rostro.

Escuchó cómo el menor se acomodaba mejor y rió imaginando que seguramente estaba abrazando a su osito de peluche gigantesco.

La imagen que formó en su cabeza era la única que podía hacerlo sonreír como nunca.

— Hola. — repitió y su voz continuó sonando triste.

— ¿Cómo estás? — preguntó queriendo saber en verdad qué estaba ocurriendo con él. — Te extraño. — añadió esperando que el pequeño supiera que lo necesitaba más que a nada.

— También te extraño. — dijo bajito y se pudo escuchar perfectamente un pequeño sollozo.

Maldita sea.

No podía permitir que su pequeño derramara una sola lágrima más.

No merecía sentirse como lo estaba haciendo ahora.

No le importaba la hora que era, iría por él a donde sea que esté y lo llevaría consigo.

Those straight people with cliché vibes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora