Clothes

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Joaquín jamás creyó tener un defensor en su interior, pero cuando Nicole atacó de tal manera a su amigo por su platillo de comida, lo único que quería era que lo dejara en paz y se fuera del lugar lo más pronto posible. Emilio no se había esforzado tanto para que ella llegara y lo arruinara todo en dos segundos con sus palabras hirientes. Y sí, el pequeño le dijo que se fuera de su apartamento si no los respetaba. Fue solo un impulso que lamentablemente le costó muchísimo. Él solo quería defender a Emilio. El rizado se había esforzado tanto para que quedara todo lindo y luego una ola llena de burlas de su persona favorit la lo aplastó.

No le pareció para nada justo por parte de su novia.

Nicole y Joaquín no llevaban una muy buena relación por muchas razones. Una de ellas era porque no se conocían lo suficiente y otra de las más importantes era porque la morocha salía con el mejor amigo del pequeño. Claramente que la muchacha se dió cuenta de los sentimientos de Joaquín hacia su novio, y lo entendía porque Emilio era una persona increíblemente atractiva. Eso sí, algo que no podía soportar era que el menor intentara separarlos cada se le daba la oportunidad. Por esas y muchas razones más habían desarrollado cierto recelo entre ambos que solo lograban sobrellevar gracias al rizado. Las ideas de Nicole acerca de Joaquín intentando destruír su relación eran completamente inexistentes. La muchacha solo odiaba el hecho de que el menor protegiera tanto al rizado como si ella fuera su enemiga, cosa que era para nada cierto. Pero claro, ahí estaban de nuevo. Nicole estaba tan llena de rabia que decidió que hablarle a Emilio acerca de los sentimientos de Joaquín era buena idea.

Qué equivocada estaba.

Emilio estaba algo triste por lo que ocurrió. Jamás pensó que su novia se burlaría de esa manera de él, aunque ya lo había hecho antes, pero siempre terminaba disculpándose. Sin embargo, en esta ocasión no fue así gracias a la interrupción inmediata de su amigo. Sonrió al recordar a Joaquín defenderlo, era todo un pequeñito enojado bastante tierno. Su corazón se conmovió cuando notó que su mejor amigo estaba igual de destruído que él, definitivamente eran la mejor dupla existente en esos momentos. El rizado creyó que su novia se había pasado con aquellos comentarios hacia el menor.

¿Cómo podía inventar semejante cosa? Claro que Joaquín no sentía nada por él, esas ideas eran estúpidas. Ellos eran mejores amigos y siempre lo serían. Jamás pasarían esa línea. Era totalmente imposible.

— Bebé. — llamó sacando de sus pensamientos al menor.

— ¿Uhm? — respondió cansado. Su cabeza le dolía muchísimo y todavía estaba enojado por lo que había ocurrido.

— ¿Estás bien? — preguntó y volcó su cabeza para lograr verlo mejor.

Ambos estaban tirados en sus respectivas camas sin dejar de mirar el techo de la habitación. Estaban pensando en lo que había ocurrido hacía unos minutos atrás y lo muy difícil que sería para volver a ser los de antes.

— Sí, lo estoy. — respondió ido.

Las ganas de ser honesto no estaban en él.

— Hey. — llamó de nuevo un tanto divertido por la expresión que tenía su amigo. Sus ojos estaban muy abiertos y parecía que no respiraba.

¿Se habría desmayado?

— ¿Sí? — parecía recién despertado de un largo sueño. — Perdón, me fui. — sonrió de lado a modo de disculpa. 

— Me di cuenta. — sonrió también. — Oye. — susurró acomodándose mejor sobre su almohada. — ¿No quieres salir a divertirnos un poco? — levantó la cejas de forma divertida intentando convencer a Joaquín de que lo acompañara.

— Sabes que soy pésimo si se trata de convivir con personas. — dijo apenado.

Vaya que sí lo era, ni siquiera recordaba cuál fue la última vez que salió por la noche a despejar su mente. A decir verdad, no lo recordaba porque no había sucedido.

— Estarás conmigo, no tienes que preocuparte. — sonaba demasiado bien si lo ponía de esa manera.

Joaquín rió.

— ¿No me dejarás por alguna muchacha? — cuestionó temeroso.

Joaquín no necesitaba más, con Nicole tenía suficiente. Si le daban tiempo hasta podía acostumbrarse a ella. Aunque eso sonara como algo realmente imposible.

— No seas tonto, saldremos sólo los dos. Nada de mujeres. — dijo decidido. — Tengo que celebrar mi soltería, ¿no? De ninguna manera me involucraría con alguien después de eso. — confesó sorprendiendo al pequeño.

— ¿Qué? — dijo levantándose de su cama lo más rápido que pudo. — ¿Terminaste con Nicole? — insitió sin poder creerlo. Sus ojos completamente abiertos mostrando su real sorpresa.

— Sí. — sonrió sin ánimos de querer hacerlo verdaderamente. — Y no te lo dije porque no me parece algo importante. — se encogió de hombros y tomó asiento al igual que su amigo. — ¿Qué dices?, ¿vienes conmigo? — pidió con un puchero en sus labios.

Cómo decirle que no.

— Seguro. — sonrió convencido. El dolor de cabeza se había ido en un abrir y cerrar de ojos gracias a esa maravillosa noticia.

— Vamos, hay que arreglarnos. — dijo caminando hasta su armario para tomar unas cuantas prendas de este.

El mayor se vería precioso con cualquier cosa qie usara.

Joaquín se quedó observando cada uno de sus movimientos con una sonrisa boba en el rostro. Estaba tan jodidamente enamorado que ya hasta le daba igual si Emilio en algún momento se daba cuenta de su situación. No podía quitar los ojos de su perfecta espalda desnuda porque su cerebro le decía que era lo más maravilloso que sus ojos han visto jamás.

— ¿Qué esperas? — preguntó divertido al ver que su pequeño bebé no se movía para nada.

— No, nada. Iré así. — señaló sus prendas y el ceño del rizado se frunció de inmediato.

— No, no lo harás. — negó decidido volteándose hacia él. La ropa que traía puesta era como unas cuatro tallas más grandes de lo que debería usar. Él estaba muy acostumbrado, pero esta vez necesitaban hacer una excepción. — Ponte esto, por favor. — sacó una caja de su armario y se la entregó en sus manos.

— ¿Qué es esto? — custionó confundido observando la misteriosa caja.

— Es ropa de tu talla. — dijo con una sonrisa para después dirigirse al baño. — ¡Estaré listo para verte cuando salga! — gritó desde dentro de la habitación.

El pequeño abrió la caja y se sorprendió por lo que en realidad había en esta.

— ¡No usaré esto! — se negó y tomó asiento a lado de la caja con los brazos cruzados.

No, no permitiría que alguien lo viera así.

Mucho menos Emilio.

¿En qué pensó su mejor amigo cuando compró eso para él?

No.

Jamás usaría eso en público o algo parecido.

Jamás de los jamases existentes.

Emilio estaba muy loco si creía que lo haría.

Those straight people with cliché vibes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora